miércoles, 24 de marzo de 2021

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 24 DE MARZO MIÉRCOLES V DE CUARESMA

 



Propio del Tiempo. Salterio I

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Himno: LEVÁNTAME SEÑOR, QUE ESTOY CAÍDO

 

Levántame Señor, que estoy caído,

sin amor, sin temor, sin fe, sin miedo;

quiérome levantar, y estoyme quedo;

yo propio lo deseo, y yo lo impido.

 

Estoy, siendo uno solo, dividido:

a un tiempo muerto y vivo, triste y ledo;

lo que puedo hacer, eso no puedo;

huyo del mal y estoy en él metido.

 

Tan obstinado estoy en mi porfía,

que el temor de perderme y de perderte

jamás de mi mal uso me desvía.

 

Tu poder y bondad truequen mi suerte:

que en otros veo enmienda cada día,

y en mí nuevos deseos de ofenderte. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

 

Salmo 17, 2-30 I- ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE LA VICTORIA

 

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;

Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

 

Dios mío, mi escudo y peña en que me amparo,

mi fuerza salvadora, mi baluarte.

Invoco al Señor de mi alabanza

y quedo libre de mis enemigos.

 

Me cercaban olas mortales,

torrentes destructores me aterraban,

me envolvían las redes del abismo,

me alcanzaban los lazos de la muerte.

 

En el peligro invoqué al Señor,

grité a mi Dios:

desde su templo él escuchó mi voz

y mi grito llegó a sus oídos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

 

Ant 2. El Señor me libró porque me amaba.

 

Salmo 17 II

 

Entonces tembló y retembló la tierra,

vacilaron los cimientos de los montes,

sacudidos por su cólera;

de su rostro se alzaba una humareda,

de su boca un fuego voraz,

y lanzaba carbones ardiendo.

 

Inclinó el cielo y bajó

con nubarrones debajo de sus pies;

volaba sobre un querubín

cerniéndose sobre las alas del viento,

envuelto en un manto de oscuridad:

 

como un toldo, lo rodeaban

oscuro aguacero y nubes espesas;

al fulgor de su presencia, las nubes

se deshicieron en granizo y centellas;

 

y el Señor tronaba desde el cielo,

el Altísimo hacía oír su voz:

disparando sus saetas, los dispersaba,

y sus continuos relámpagos los enloquecían.

 

El fondo del mar apareció,

y se vieron los cimientos del orbe,

cuando tú, Señor, lanzaste el fragor de tu voz,

al soplo de tu ira.

 

Desde el cielo alargó la mano y me sostuvo,

me sacó de las aguas caudalosas,

me libró de un enemigo poderoso,

de adversarios más fuertes que yo.

 

Me acosaban el día funesto,

pero el Señor fue mi apoyo:

me sacó a un lugar espacioso,

me libró porque me amaba.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor me libró porque me amaba.

 

Ant 3. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

 

Salmo 17 III

 

El Señor retribuyó mi justicia,

retribuyó la pureza de mis manos,

porque seguí los caminos del Señor

y no me rebelé contra mi Dios;

porque tuve presentes sus mandamientos

y no me aparté de sus preceptos;

 

Le fui enteramente fiel,

guardándome de toda culpa;

el Señor retribuyó mi justicia,

la pureza de mis manos en su presencia.

 

Con el fiel, tú eres fiel;

con el íntegro, tú eres íntegro;

con el sincero, tú eres sincero;

con el astuto, tú eres sagaz.

Tú salvas al pueblo afligido

y humillas los ojos soberbios.

 

Señor, tú eres mi lámpara;

Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.

Fiado en ti, me meto en la refriega;

fiado en mi Dios, asalto la muralla.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, tú eres mi lámpara, tú alumbras mis tinieblas.

 

V. Convertíos y haced penitencia.

R. Haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo.

 

PRIMERA LECTURA

 

De la carta a los Hebreos 11, 32-40

 

EJEMPLO DE LOS SANTOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

 

Hermanos: ¿Qué más voy a decir? Me va a faltar tiempo, si empiezo a hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los profetas. Todos ellos, por la fe, subyugaron reinos, ejercieron la justicia, alcanzaron lo prometido, cerraron la boca de los leones, extinguieron la violencia del fuego y escaparon al filo de la espada; se hicieron fuertes en su debilidad, fueron valientes en el combate y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros. Mujeres hubo que recuperaron con vida a sus hijos muertos.

 

Unos perecieron entre tormentos, rehusando la libertad por alcanzar una gloriosa resurrección; otros sufrieron escarnios y azotes, sin que faltasen cadenas y cárceles. Fueron apedreados, aserrados por medio, torturados; murieron al filo de la espada, anduvieron fugitivos de una parte a otra, vestidos de piel de oveja y de cabra, desprovistos de todo, oprimidos y maltratados -no era el mundo digno de ellos-, y anduvieron errantes por desiertos y montes, por cavernas y simas de la tierra.

 

Y ninguno de ellos alcanzó el cumplimiento de las promesas, aunque habían recibido la aprobación de Dios por el testimonio de su fe. Dios había dispuesto para nosotros algo mejor, de modo que sin nosotros no llegasen ellos a la consumación en la gloria.

 

RESPONSORIO    Cf. Hb 11, 39; cf. 12, 1; cf. Sir 44, 7. 10. 11

 

R. Todos éstos recibieron la aprobación de Dios por el testimonio de su fe; en consecuencia, teniendo en torno nuestro tan grande nube de testigos, * corramos con constancia la carrera para nosotros preparada.

V. Todos éstos fueron la gloria de su tiempo; su esperanza no se acabó, sus bienes perduran.

R. Corramos con constancia la carrera para nosotros preparada.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos

(Salmo 85, 1: CCL 39, 1176-1177)

 

JESUCRISTO ORA POR NOSOTROS, ORA EN NOSOTROS, Y AL MISMO TIEMPO ES A ÉL A QUIEN DIRIGIMOS NUESTRA ORACIÓN

 

El mayor don que Dios podía conceder a los hombres es hacer que su Palabra, por quien creó todas las cosas, fuera la cabeza de ellos, y unirlos a ella como miembros suyos, de manera que el Hijo de Dios fuera también hijo de los hombres, un solo Dios con el Padre, un solo hombre con los hombres; y así, cuando hablamos con Dios en la oración, el Hijo está unido a nosotros, y, cuando ruega el cuerpo del Hijo, lo hace unido a su cabeza; de este modo, el único Salvador de su cuerpo, nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros, ora en nosotros, y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.

 

Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra; recibe nuestra oración, como nuestro Dios.

 

Reconozcamos, pues, nuestra propia voz en él y su propia voz en nosotros. Y, cuando hallemos alguna afirmación referente al Señor Jesucristo, sobre todo en las profecías, que nos parezca contener algo humillante e indigno de Dios, no tengamos reparo alguno en atribuírsela, pues él no tuvo reparo en hacerse uno de nosotros.

 

A él sirve toda creatura, porque por él fue hecha toda creatura, y, por esto, contemplamos su sublimidad y divinidad cuando escuchamos: Ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; ya al principio estaba ella con Dios; por ella empezaron a existir todas las cosas, y ninguna de las que existen empezó a ser sino por ella. Pero los que contemplamos esta divinidad del Hijo de Dios, que supera y trasciende de modo absoluto a toda creatura, por sublime que sea, lo oímos también, en otros lugares de la Escritura, gimiendo y suplicando, como si se reconociera reo de algo.

 

Y dudamos en atribuirle estas expresiones por el hecho de que nuestra mente, que acaba de contemplarlo en su divinidad, se resiste a descender hasta su abajamiento, y le parece que le hace injuria al admitir unas expresiones humanas en aquel a quien acaba de dirigir su oración como Dios; y, así, duda muchas veces y se esfuerza en cambiar el sentido de las palabras; y lo único que encuentra en la Escritura es el recurso a él, para no errar acerca de él.

 

Por tanto, que nuestra fe esté despierta y vigilante; y démonos cuenta de que aquel mismo que contemplábamos poco antes en su condición de Dios tomó la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte; y, clavado en la cruz, quiso hacer suyas las palabras del salmo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

Por tanto, oramos a él por su condición de Dios, ora él por su condición de siervo; por su condición divina es creador, por su condición de siervo es creado, habiendo asumido él, inmutable, a la creatura mudable, y haciéndonos a nosotros con él un solo hombre, cabeza y cuerpo. Así, pues, oramos a él, por él y en él; hablamos con él y él habla en nosotros.

 

RESPONSORIO    Jn 16, 24. 23

 

R. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre. * Pedid y recibiréis, y vuestra alegría será completa.

V. Yo os lo aseguro: cuanto pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá.

R. Pedid y recibiréis, y vuestra alegría será completa.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Dios misericordioso, ilumina los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia de la Cuaresma y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. A Cristo, el Señor, que por nosotros fue tentado y por nosotros murió, venid, adorémosle.

 

Himno: CUANDO VUELTO HACIA TI DE MI PECADO.

 

Cuando vuelto hacia ti de mi pecado

iba pensando en confesar sincero

el dolor desgarrado y verdadero

del delito de haberte abandonado;

 

cuando pobre volvime a ti humillado,

me ofrecí como inmundo pordiosero;

cuando, temiendo tu mirar severo,

bajé los ojos, me sentí abrazado.

 

Sentí mis labios por tu amor sellados

y ahogarse entre tus lágrimas divinas

la triste confesión de mis pecados.

 

Llenóse el alma en luces matutinas,

y, viendo ya mis males perdonados,

quise para mi frente tus espinas. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

 

Salmo 35 - DEPRAVACIÓN DEL MALVADO Y BONDAD DE DIOS

 

El malvado escucha en su interior

un oráculo del pecado:

«No tengo miedo a Dios,

ni en su presencia.»

Porque se hace la ilusión de que su culpa

no será descubierta ni aborrecida.

 

Las palabras de su boca son maldad y traición,

renuncia a ser sensato y a obrar bien;

acostado medita el crimen,

se obstina en el mal camino,

no rechaza la maldad.

 

Señor, tu misericordia llega al cielo,

tu fidelidad hasta las nubes,

tu justicia hasta las altas cordilleras;

tus sentencias son como el océano inmenso.

 

Tú socorres a hombres y animales;

¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios!;

los humanos se acogen a la sombra de tus alas;

 

se nutren de lo sabroso de tu casa,

les das a beber del torrente de tus delicias,

porque en ti está la fuente viva

y tu luz nos hace ver la luz.

 

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen,

tu justicia con los rectos de corazón;

que no me pisotee el pie del soberbio,

que no me eche fuera la mano del malvado.

 

Han fracasado los malhechores;

derribados, no se pueden levantar.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tu luz, Señor, nos hace ver la luz.

 

Ant 2. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR DEL MUNDO Y PROTECTOR DE SU PUEBLO Jdt 16, 2-3. 15-19

 

¡Alabad a mi Dios con tambores,

elevad cantos al Señor con cítaras,

ofrecedle los acordes de un salmo de alabanza,

ensalzad e invocad su nombre!

porque el Señor es un Dios quebrantador de guerras,

su nombre es el Señor.

 

Cantaré a mi Dios un cántico nuevo:

Señor, tú eres grande y glorioso,

admirable en tu fuerza, invencible.

 

Que te sirva toda la creación,

porque tú lo mandaste y existió;

enviaste tu aliento y la construiste,

nada puede resistir a tu voz.

 

Sacudirán las olas los cimientos de los montes,

las peñas en tu presencia se derretirán como cera,

pero tú serás propicio a tus fieles.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Señor, tú eres grande, tu fuerza es invencible.

 

Ant 3. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

 

Salmo 46 - ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL

 

Pueblos todos, batid palmas,

aclamad a Dios con gritos de júbilo;

porque el Señor es sublime y terrible,

emperador de toda la tierra.

 

El nos somete los pueblos

y nos sojuzga las naciones;

El nos escogió por heredad suya:

gloria de Jacob, su amado.

 

Dios asciende entre aclamaciones;

el Señor, al son de trompetas:

tocad para Dios, tocad,

tocad para nuestro Rey, tocad.

 

Porque Dios es el rey del mundo:

tocad con maestría.

Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado.

 

Los príncipes de los gentiles se reúnen

con el pueblo del Dios de Abraham;

porque de Dios son los grandes de la tierra,

y él es excelso.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Aclamad a Dios con gritos de júbilo.

 

LECTURA BREVE   Is 50, 5-7

 

El Señor me abrió el oído; yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Él me librará de la red del cazador.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Me cubrirá con su plumaje.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. «Si permanecéis en mi palabra seréis en verdad discípulos míos -dice el Señor- y llegaréis al conocimiento de la verdad y la verdad os librará de la esclavitud.»

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Si permanecéis en mi palabra seréis en verdad discípulos míos -dice el Señor- y llegaréis al conocimiento de la verdad y la verdad os librará de la esclavitud.»

 

PRECES

 

Bendigamos al Autor de nuestra salvación, que ha querido renovar en sí mismo todas las cosas, y digámosle:

 

Renuévanos, Señor, por tu Espíritu Santo.

 

Señor, tú que nos has prometido un cielo nuevo y una tierra nueva, renuévanos sin cesar por tu Espíritu Santo,

para que lleguemos a gozar eternamente de ti en la nueva Jerusalén.

 

Que trabajemos, Señor, para que el mundo se impregne de tu Espíritu

y se logre así más eficazmente la justicia, el amor y la paz universal.

 

Enséñanos, Señor, a corregir nuestra pereza y nuestra desidia

y a poner nuestro corazón en los bienes eternos.

 

Líbranos del mal

y presérvanos de la fascinación de la vanidad que oscurece la mente y oculta el bien.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Digamos al Padre, unidos a Jesús, la oración que él nos enseñó:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios misericordioso, ilumina los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia de la Cuaresma y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: AMIGO DE LOS HOMBRES, JESUCRISTO

 

Amigo de los hombres, Jesucristo,

tú solo das sentido a nuestra historia,

y, con los ojos fijos al futuro,

la Iglesia vive fiel a tu memoria.

 

Este tiempo de ayuno te presenta

de nosotros la parte más oscura,

y tus manos clavadas al madero

nos devuelven tu paz y tu ternura.

 

A lo largo del día no nos dejes,

no nos falte la luz de tu mirada:

llena de amor los pasos que caminan

de este mundo a la luz de tu alborada. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

Salmo 118, 9-16

 

¿Cómo podrá un joven andar honestamente?

Cumpliendo tus palabras.

Te busco de todo corazón,

no consientas que me desvíe de tus mandamientos.

En mi corazón escondo tus consignas,

así no pecaré contra ti.

 

Bendito eres, Señor,

enséñame tus leyes.

Mis labios van enumerando

los mandamientos de tu boca;

mi alegría es el camino de tus preceptos,

más que todas las riquezas.

 

Medito tus decretos,

y me fijo en tus sendas;

tu voluntad es mi delicia,

no olvidaré tus palabras.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 16 I - DIOS, ESPERANZA DEL INOCENTE PERSEGUIDO

 

Señor, escucha mi apelación,

atiende a mis clamores,

presta oído a mi súplica,

que en mis labios no hay engaño:

emane de ti la sentencia,

miren tus ojos la rectitud.

 

Aunque sondees mi corazón,

visitándolo de noche,

aunque me pruebes al fuego,

no encontrarás malicia en mí.

 

Mi boca no ha faltado

como suelen los hombres;

según tus mandatos yo me he mantenido

en la senda establecida.

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,

y no vacilaron mis pasos.

 

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

inclina el oído y escucha mis palabras.

Muestra las maravillas de tu misericordia,

tú que salvas de los adversarios

a quien se refugia a tu derecha.

 

Guárdame como a las niñas de tus ojos,

a la sombra de tus alas escóndeme

de los malvados que me asaltan,

del enemigo mortal que me cerca.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 16 II

 

Han cerrado sus entrañas

y hablan con boca arrogante;

ya me rodean sus pasos,

se hacen guiños para derribarme,

como un león ávido de presa,

como un cachorro agazapado en su escondrijo.

 

Levántate, Señor, hazle frente, doblégalo,

que tu espada me libre del malvado,

y tu mano, Señor, de los mortales;

mortales de este mundo: sea su lote esta vida;

de tu despensa les llenarás el vientre,

se saciarán sus hijos

y dejarán a sus pequeños lo que sobra.

 

Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,

y al despertar me saciaré de tu semblante.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

LECTURA BREVE   1Tm 2, 4-6

 

Dios, nuestro Salvador, quiere que todos los hombres se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y único es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, el cual se entregó a sí mismo como precio de rescate por todos. Éste es el testimonio que nos ha dado Dios a su tiempo.

 

V. Señor, crea en mí un corazón puro.

R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios misericordioso, ilumina los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia de la Cuaresma y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: JESÚS, CONTIGO IREMOS AL DESIERTO

 

Jesús, contigo iremos al desierto

en medio de la villa populosa,

y tú nos brindarás el pan sabroso

que alimentó tu alma silenciosa.

 

Contigo pasaremos el mar Rojo,

beberemos el agua de la roca;

tú serás el pastor y, en la montaña,

tú serás nuestra gracia esplendorosa.

 

Contigo humildemente hasta el Calvario,

contigo por la vía dolorosa,

y al final, oh Jesús, por tu promesa,

contigo viviremos en tu gloria. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

LECTURA BREVE   Rm 15, 3

 

Cristo no buscó su propia complacencia, según está escrito: «Sobre mí cayeron los ultrajes de quienes te ultrajaron.»

 

V. Aparta de mi pecado tu vista.

R. Borra en mí toda culpa.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios misericordioso, ilumina los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia de la Cuaresma y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: OJOS DE AQUEL PUBLICANO

 

Ojos de aquel publicano

hasta la tierra caídos,

el Dios de la luz os mira,

miradle con regocijo.

 

Mano que pide clemencia

hiriendo el pecho contrito,

el Señor te abre la puerta

de su pecho compasivo.

 

Lengua que en bajo murmullo

dices tu dolor sentido,

el Juez que sabe juzgar

ha escuchado complacido.

 

Padre del octavo día,

glorioso siendo propicio,

perdónanos, purifícanos,

por el honor de tu Hijo. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

LECTURA BREVE   Hb 9, 28

 

Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de las multitudes, aparecerá por segunda vez, sin relación ya con el pecado, para dar la salvación a los que lo esperan.

 

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.

R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Dios misericordioso, ilumina los corazones de tus hijos que tratan de purificarse por la penitencia de la Cuaresma y, ya que nos infundes el deseo de servirte con amor, dígnate escuchar paternalmente nuestras súplicas. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

I VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Himno: HOY ES DEL DIVINO AMOR 

Hoy es del divino amor
la encarnación amorosa,
fineza que es tan costosa
que a las demás da valor.

¿Qué bien al mundo no ha dado
la encarnación amorosa,
si aun la culpa fue dichosa
por haberla ocasionado?

Ni ella sola ser podía
causa, que, si se repara,
para que Dios encarnara
bastaba sólo María.

Aunque de ser encarnado
pudo ser doble el motivo:
de todos por compasivo,
de ella por enamorado.

Y así al bajar este día
al suelo por varios modos,
fue por la culpa de todos
y la gracia de María. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago; sobre él se posará el Espíritu del Señor.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Saldrá un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz brotará un vástago; sobre él se posará el Espíritu del Señor.

Ant 2. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará para siempre.

Salmo 147 - RESTAURACIÓN DE JERUSALÉN.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti;
ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas
y con el frío congela las aguas;
envía una orden, y se derriten;
sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará para siempre.

Ant 3. El que era la Palabra substancial del Padre, engendrado antes del tiempo, hoy se ha anonadado a sí mismo, haciéndose carne por nosotros.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL - Flp 2, 6-11

Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El que era la Palabra substancial del Padre, engendrado antes del tiempo, hoy se ha anonadado a sí mismo, haciéndose carne por nosotros.

LECTURA BREVE   1Jn 1, 1-3a

Lo que existía desde un principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y lo que tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida (porque la vida se ha manifestado, y nosotros hemos visto y testificamos y os anunciamos esta vida eterna, la que estaba con el Padre y se nos ha manifestado): lo que hemos visto y oído os lo anunciamos, a fin de que viváis en comunión con nosotros.

RESPONSORIO BREVE

V. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.

V. La Virgen ha dado a luz al Salvador.
R. Ha salido una estrella de la casa de Jacob.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Ha brotado un renuevo del tronco de Jesé, ha salido una estrella de la casa de Jacob.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María, y el poder del Altísimo te envolverá como una nube.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Espíritu Santo descenderá sobre ti, María, y el poder del Altísimo te envolverá como una nube.

PRECES

Acudamos a Dios Padre, que por medio del ángel anunció hoy a María su designio de salvarnos, y digámosle confiados:

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros.

Tú que elegiste a la Virgen María para madre de tu Hijo,
ten piedad de todos los que esperamos la redención de Jesucristo.

Tú que por boca de Gabriel anunciaste a María el gozo y la paz,
concede a todo el mundo la alegría de la salvación y el don de una paz verdadera.

Tú que por la aceptación de María y por obra del Espíritu Santo hiciste que tu Verbo habitara entre nosotros,
haz que nosotros recibamos siempre a Cristo como lo recibió María.

Tú que enalteces a los humildes y a los pobres los colmas de bienes,
conforta a los que se sienten abatidos, socorre a los necesitados y ayuda a los moribundos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que eres el único que realizas maravillas y el Dios para quien nada hay imposible,
resucita a los muertos en el último día.

Ya que Cristo al hacerse hombre nos ha hermanado a todos, digamos a nuestro Padre común:

Padre nuestro...

ORACION

Señor Dios nuestro, que quisiste que tu Verbo se hiciera hombre en el seno de la Virgen María, concede a quienes proclamamos que nuestro Redentor es realmente Dios y hombre que lleguemos a ser partícipes de su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

CONCLUSIÓN 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén. 

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

EXAMEN DE CONCIENCIA 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR

Tú, a quien he buscado, Señor,
en este día,
a quien he escuchado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien he cantado, Señor,
en este día,
a quien he orado,
dame el reposo de esta noche.

Tú, a quien yo he negado, Señor,
en este día,
a quien he amado,
dame el reposo de esta noche. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Salmo 4 - ACCIÓN DE GRACIAS. 

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío;
tú que en el aprieto me diste anchura,
ten piedad de mí y escucha mi oración.

Y vosotros, ¿hasta cuándo ultrajaréis mi honor,
amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
Sabedlo: el Señor hizo milagros en mi favor,
y el Señor me escuchará cuando lo invoque.

Temblad y no pequéis, reflexionad
en el silencio de vuestro lecho;
ofreced sacrificios legítimos
y confiad en el Señor.

Hay muchos que dicen: «¿Quién nos hará ver la dicha,
si la luz de tu rostro ha huido de nosotros?»

Pero tú, Señor, has puesto en mi corazón más alegría
que si abundara en trigo y en vino.

En paz me acuesto y en seguida me duermo,
porque tú sólo, Señor, me haces vivir tranquilo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Ten piedad de mí, Señor, y escucha mi oración.

Ant 2. Durante la noche, bendecid al Señor.

Salmo 133 - ORACIÓN VESPERTINA EN EL TEMPLO

Y ahora bendecid al Señor,
los siervos del Señor,
los que pasáis la noche
en la casa del Señor:

Levantad las manos hacia el santuario,
y bendecid al Señor.

El Señor te bendiga desde Sión:
el que hizo cielo y tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Durante la noche, bendecid al Señor.

LECTURA BREVE   Dt 6, 4-7

Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACION

OREMOS,
Visita, Señor, esta habitación: aleja de ella las insidias del enemigo; que tus santos ángeles habiten en ella y nos guarden en paz y que tu bendición permanezca siempre con nosotros. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios,
no desprecies las oraciones
que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
oh Virgen gloriosa y bendita.  



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