lunes, 1 de marzo de 2021

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 2 DE MARZO MARTES II DE CUARESMA

 




Propio del Tiempo. Salterio II

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

Himno: DE LA SALUD LA FUENTE

 

De la salud la fuente,

coronada de juncos punzadores,

un corazón ardiente

buscaba triste y lleno de dolores,

y, hallándola en la cruz, que atento mira,

así gime, así llora, así suspira:

 

«Señor, yo soy el ciervo

que tan sediento busco esos cristales;

si te ofendí, protervo,

ya vuelvo arrepentido de mis males;

y no me he de apartar de tu presencia

sin perdón, sin favores, sin clemencia.

 

En esa cruz clavado,

arco de paz te hicieron tus finezas,

y, pues enamorado

así encender pretendes las tibiezas,

que se abrasen las mías hoy te ruego

con tu luz, con tu llama, con tu fuego.

 

El Dios de las venganzas

un tiempo los profetas te llamaron,

mas ya mis esperanzas,

desde que hombre te hiciste, mejoraron,

pues Dios de amor te miran en prisiones,

sin carcaj, sin saetas, sin arpones.» Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

 

Salmo 36 I - LA VERDADERA Y LA FALSA FELICIDAD

 

No te exasperes por los malvados,

no envidies a los que obran el mal:

se secarán pronto, como la hierba,

como el césped verde se agostarán.

 

Confía en el Señor y haz el bien,

habita tu tierra y practica la lealtad;

sea el Señor tu delicia,

y él te dará lo que pide tu corazón.

 

Encomienda tu camino al Señor,

confía en él, y él actuará:

hará brillar tu justicia como el amanecer;

tu derecho, como el mediodía.

 

Descansa en el Señor y espera en él,

no te exasperes por el hombre que triunfa

empleando la intriga:

 

cohíbe la ira, reprime el coraje,

no te exasperes, no sea que obres mal;

porque los que obran mal son excluidos,

pero los que esperan en el Señor poseerán la tierra.

 

Aguarda un momento: desapareció el malvado,

fíjate en su sitio: ya no está;

en cambio, los sufridos poseen la tierra

y disfrutan de paz abundante.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Encomienda tu camino al Señor, y él actuará.

 

Ant 2. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

 

Salmo 36 II

 

El malvado intriga contra el justo,

rechina sus dientes contra él;

pero el Señor se ríe de él,

porque ve que le llega su hora.

 

Los malvados desenvainan la espada,

asestan el arco,

para abatir a pobres y humildes,

para asesinar a los honrados;

pero su espada les atravesará el corazón,

sus arcos se romperán.

 

Mejor es ser honrado con poco

que ser malvado en la opulencia;

pues al malvado se le romperán los brazos,

pero al honrado lo sostiene el Señor.

 

El Señor vela por los días de los buenos,

y su herencia durará siempre;

no se agostarán en tiempo de sequía,

en tiempo de hambre se saciarán;

 

pero los malvados perecerán,

los enemigos del Señor

se marchitarán como la belleza de un prado,

en humo se disiparán.

 

El malvado pide prestado y no devuelve,

el justo se compadece y perdona.

Los que el Señor bendice poseen la tierra,

los que él maldice son excluidos.

 

El Señor asegura los pasos del hombre,

se complace en sus caminos;

si tropieza, no caerá,

porque el Señor lo tiene de la mano.

 

Fui joven, ya soy viejo:

nunca he visto a un justo abandonado,

ni a su linaje mendigando el pan.

A diario se compadece y da prestado;

bendita será su descendencia.

 

Apártate del mal y haz el bien,

y siempre tendrás una casa;

porque el Señor ama la justicia

y no abandona a sus fieles.

 

Los inicuos son exterminados,

la estirpe de los malvados se extinguirá;

pero los justos poseen la tierra,

la habitarán por siempre jamás.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Apártate del mal y haz el bien; al honrado lo sostiene el Señor.

 

Ant 3. Confía en el Señor y sigue su camino.

 

Salmo 36 III

 

La boca del justo expone la sabiduría,

su lengua explica el derecho;

porque lleva en el corazón la ley de su Dios,

y sus pasos no vacilan.

 

El malvado espía al justo

e intenta darle muerte;

pero el Señor no lo entrega en sus manos,

no deja que lo condenen en el juicio.

 

Confía en el Señor, sigue su camino;

él te levantará a poseer la tierra,

y verás la expulsión de los malvados.

 

Vi a un malvado que se jactaba,

que prosperaba como un cedro frondoso;

volví a pasar, y ya no estaba;

lo busqué, y no lo encontré.

 

Observa al honrado, fíjate en el bueno:

su porvenir es la paz;

los impíos serán totalmente aniquilados,

el porvenir de los malvados quedará truncado.

 

El Señor es quien salva a los justos,

él es su alcázar en el peligro;

el Señor los protege y los libra,

los libra de los malvados y los salva,

porque se acogen a él.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Confía en el Señor y sigue su camino.

 

V. Ahora es el tiempo propicio.

R. Ahora es el día de salvación.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro del Deuteronomio 26, 1-19

 

PROFESIÓN DE FE DE LOS HIJOS DE ABRAHAM

 

En aquellos días, dijo Moisés al pueblo estas palabras:

 

«Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, va a darte en heredad, cuando tomes posesión de ella y la habites, tomarás primicias de todos los frutos que coseches de la tierra que va a darte tu Dios, los pondrás en una cesta, irás al lugar que el Señor, tu Dios, haya elegido para morada de su nombre, te presentarás al sacerdote que esté en funciones por aquellos días, y le dirás:

 

"Hoy confieso ante el Señor, mi Dios, que he entrado en la tierra que el Señor juró a nuestros padres que nos daría a nosotros." El sacerdote cogerá de tu mano la cesta, la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios, y tú recitarás estas palabras:

 

"Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí con unas cuantas personas más; allí se hizo un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron y nos humillaron, y nos impusieron dura esclavitud. Gritamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz: vio nuestra miseria, nuestros trabajos, nuestra opresión. El Señor nos sacó de Egipto: con mano fuerte, con brazo extendido, con terribles portentos, con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso vengo aquí con las primicias de los frutos de la tierra que tú me diste, Señor."

 

Y lo depositarás ante el Señor, tu Dios, te postrarás ante él, y harás fiesta con el levita y el forastero que viva en tu vecindad, por todos los bienes que el Señor, tu Dios, te haya dado, a ti y a tu casa.

 

Cada tres años, el año del diezmo, cuando termines de repartir el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al forastero, al huérfano y a la viudo, para que coman en tus ciudades hasta saciarse, recitarás lo siguiente en presencia del Señor, tu Dios:

 

"He sacado de mi casa lo que debía ser consagrado: se lo he dado al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, según el precepto que me diste. No he quebrantado ni olvidado ningún precepto. No he comido nada durante mi duelo, nada impuro he consumido, ni se lo he ofrendado a un dios muerto. He escuchado la voz del Señor, mi Dios, he cumplido todo lo que me mano daste. Vuelve los ojos desde tu santa morada, desde el cielo, Y bendice a tu pueblo, Israel, y a esta tierra que nos diste, como habías jurado a nuestros padres, una tierra que mana leche y miel."

 

Hoy te manda el Señor, tu Dios, que cumplas estos mandatos y decretos. Guárdalos y cúmplelos con todo el corazón y con toda el alma. Hoy has comprometido al Señor para que sea tu Dios, a condición de que sigas sus caminos, guardes sus mandatos, normas y preceptos, y escuches su voz. Y hoy te ha comprometido el Señor a ser su propio pueblo, según él mismo te lo ha dicho, a condición de que guardes sus mandamientos; él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y tú serás el pueblo santo del Señor.»

 

RESPONSORIO    Cf. 1Pe 2, 9. 10; Dt 7, 6. 8

 

R. Vosotros sois pueblo adquirido por Dios; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo sois ahora pueblo de Dios; * vosotros que estabais excluidos de la misericordia sois ahora objeto de la misericordia de Dios.

V. El Señor os eligió sólo por el amor que os tiene, y os rescató de la esclavitud.

R. Vosotros que estabais excluidos de la misericordia sois ahora objeto de la misericordia de Dios.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De los Comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos

(Salmo 140, 4-6: CCL 40, 2028-2029)

 

LA PASIÓN DE TODO EL CUERPO DE CRISTO

 

Señor, te he llamado, ven de prisa. Esto podemos decirlo todos. No lo digo yo solo, sino el Cristo total. Pero es más bien el cuerpo quien habla aquí; pues Cristo, cuando estaba en este mundo, oró en calidad de hombre, y oró al Padre en nombre de todo el cuerpo, y al orar caían de todo su cuerpo gotas de sangre. Así está escrito en el Evangelio: Jesús oraba con mayor intensidad, y sudó como gruesas gotas de sangre. Esta efusión de sangre de todo su cuerpo no significaba otra cosa que la pasión de los mártires de toda la Iglesia.

 

Señor, te he llamado, ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Al decir: Te he llamado, no creas que ya ha cesado el motivo de llamar. Has llamado, pero no por eso puedes estar ya seguro. Si hubiera terminado ya la tribulación, no tendrías que llamar más; pero, como que la tribulación de la Iglesia y del cuerpo de Cristo continúa hasta el fin de los siglos, no sólo hemos de decir: Te he llamado, ven de prisa, sino también: Escucha mi voz cuando te llamo.

 

Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Todo cristiano sabe que estas palabras suelen entenderse de la Cabeza en persona. Cuando, en efecto, declinaba el día, el Señor entregó voluntariamente su vida en la cruz, para volver a recobrarla. Pero también entonces estábamos nosotros allí representados. Pues lo que colgó del madero es la misma naturaleza que tomó de nosotros. Si no, ¿cómo hubiera sido nunca posible que el Padre abandonara a su Hijo único, siendo ambos un solo Dios? Y sin embargo, clavando nuestra frágil condición en la cruz, en la cual, como dice el Apóstol, nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, clamó en nombre de este hombre viejo: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

 

Aquella ofrenda de la tarde fue, pues, la pasión del Señor, la cruz del Señor, oblación de la víctima salvadora, holocausto agradable a Dios. Aquella ofrenda de la tarde se convirtió, por la resurrección, en ofrenda matinal. Así, la oración que sale con toda pureza de lo íntimo de la fe se eleva como el incienso desde el altar sagrado. Ningún otro aroma es más agradable a Dios que éste; este aroma debe ser ofrecido a él por los creyentes.

 

RESPONSORIO    Ga 2, 19-20

 

R. Estoy crucificado con Cristo; * vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

V. Y mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

R. Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

 

Himno: EDIFICASTE UNA TORRE

 

Edificaste una torre

para tu huerta florida;

un lagar para tu vino

y, para el vino, una viña.

 

Y la viña no dio uvas,

ni el lagar buena bebida:

sólo racimos amargos

y zumos de amarga tinta.

 

Edificaste una torre,

Señor, para tu guarida;

un huerto de dulces frutos,

una noria de aguas limpias,

un blanco silencio de horas

y un verde beso de brisas.

 

Y esta casa que es tu torre,

este mi cuerpo de arcilla,

esta sangre que es tu sangre

y esta herida que es tu herida

te dieron frutos amargos,

amargas uvas y espinas.

 

¡Rompe, Señor, tu silencio,

rompe tu silencio y grita!

Que mi lagar enrojezca

cuando tu planta lo pise,

y que tu mesa se endulce

con el vino de tu viña. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

 

Salmo 42 - DESEO DEL TEMPLO

 

Hazme justicia, ¡oh Dios!, defiende mi causa

contra gente sin piedad,

sálvame del hombre traidor y malvado.

 

Tú eres mi Dios y protector,

¿por qué me rechazas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mi enemigo?

 

Envía tu luz y tu verdad:

que ellas me guíen

y me conduzcan hasta tu monte santo,

hasta tu morada.

 

Que yo me acerque al altar de Dios,

al Dios de mi alegría;

que te dé gracias al son de la cítara,

Señor, Dios mío.

 

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Envíame, Señor, tu luz y tu verdad.

 

Ant 2. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

 

Cántico: ANGUSTIA DE UN MORIBUNDO Y ALEGRÍA DE LA CURACIÓN Is 38, 10-14. 17-20

 

Yo pensé: «En medio de mis días

tengo que marchar hacia las puertas del abismo;

me privan del resto de mis años.»

 

Yo pensé: «Ya no veré más al Señor

en la tierra de los vivos,

ya no miraré a los hombres

entre los habitantes del mundo.

 

Levantan y enrollan mi vida

como una tienda de pastores.

Como un tejedor devanaba yo mi vida,

y me cortan la trama.»

 

Día y noche me estás acabando,

sollozo hasta el amanecer.

Me quiebras los huesos como un león,

día y noche me estas acabando.

 

Estoy piando como una golondrina,

gimo como una paloma.

Mis ojos mirando al cielo se consumen:

¡Señor, que me oprimen, sal fiador por mí!

 

Me has curado, me has hecho revivir,

la amargura se me volvió paz

cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía

y volviste la espalda a todos mis pecados.

 

El abismo no te da gracias,

ni la muerte te alaba,

ni esperan en tu fidelidad

los que bajan a la fosa.

 

Los vivos, los vivos son quienes te alaban:

como yo ahora.

El Padre enseña a sus hijos tu fidelidad.

 

Sálvame, Señor, y tocaremos nuestras arpas

todos nuestros días en la casa del Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

 

Ant 3. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.

 

Salmo 64 - SOLEMNE ACCIÓN DE GRACIAS.

 

¡Oh Dios!, tú mereces un himno en Sión,

y a ti se te cumplen los votos,

porque tú escuchas las súplicas.

 

A ti acude todo mortal

a causa de sus culpas;

nuestros delitos nos abruman,

pero tú los perdonas.

 

Dichoso el que tú eliges y acercas

para que viva en tus atrios:

que nos saciemos de los bienes de tu casa,

de los dones sagrados de tu templo.

 

Con portentos de justicia nos respondes,

Dios, salvador nuestro;

tú, esperanza del confín de la tierra

y del océano remoto;

 

Tú que afianzas los montes con tu fuerza,

ceñido de poder;

tú que reprimes el estruendo del mar,

el estruendo de las olas

y el tumulto de los pueblos.

 

Los habitantes del extremo del orbe

se sobrecogen ante tus signos,

y a las puertas de la aurora y del ocaso

las llenas de júbilo.

 

Tú cuidas de la tierra, la riegas

y la enriqueces sin medida;

la acequia de Dios va llena de agua,

preparas los trigales;

 

riegas los surcos, igualas los terrones,

tu llovizna los deja mullidos,

bendices sus brotes;

coronas el año con tus bienes,

las rodadas de tu carro rezuman abundancia;

 

rezuman los pastos del páramo,

y las colinas se orlan de alegría;

las praderas se cubren de rebaños,

y los valles se visten de mieses,

que aclaman y cantan.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¡Oh Dios!, tu mereces un himno en Sión.

 

LECTURA BREVE   Jl 2, 12-13

 

Convertíos a mí de todo corazón con ayuno, con llanto, con luto. Rasgad vuestros corazones y no vuestras vestiduras, y convertíos al Señor, vuestro Dios, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; y se arrepiente de las amenazas.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Él me librará de la red del cazador.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Me cubrirá con su plumaje.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Él me librará de la red del cazador.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Uno solo es vuestro maestro, Cristo el Señor, que está en los cielos.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Uno solo es vuestro maestro, Cristo el Señor, que está en los cielos.

 

PRECES

 

Demos gracias a Dios, nuestro Padre, que nos dio a su Hijo unigénito, Palabra hecha carne, para que vivamos de ella, e invoquémosle, diciendo:

 

Que la palabra de Cristo habite en nosotros con toda su riqueza.

 

Concédenos escuchar con más frecuencia tu palabra en este tiempo cuaresmal,

para que en la gran solemnidad que se avecina nos unamos con mayor fervor a Cristo, nuestra Pascua.

 

Que tu Espíritu Santo nos asista,

para que seamos testigos de tu verdad y de tu bondad ante los vacilantes y equivocados.

 

Concédenos vivir más profundamente el misterio de Cristo,

para que podamos dar testimonio de él con más fuerza y claridad.

 

En este tiempo de penitencia, Señor, renueva y purifica a tu Iglesia,

para que se manifieste con más claridad como signo de salvación.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Porque sabemos que somos hijos de Dios, llenos de confianza nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: COMO EL FUEGO CALCINA

 

Como el fuego calcina

la madera reseca,

cuando el pecado nos domina,

Espíritu de Dios,

purifícanos.

 

Como el río derrama

por la tierra sus aguas

y hay flor y fruto en la rama,

Espíritu de Dios,

vivifícanos.

 

Como tu fuerte viento

hizo en el mar camino,

cuando haya duda y desaliento,

Espíritu de Dios,

ayúdanos.

 

Luz, Amor, Viento, Fuego,

los caminos de éxodo

enseña al hombre pobre y ciego.

Espíritu de Dios,

condúcenos. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

Salmo 118, 49-56

 

Recuerda la palabra que diste a tu siervo,

de la que hiciste mi esperanza;

éste es mi consuelo en la aflicción:

que tu promesa me da vida;

los insolentes me insultan sin parar,

pero yo no me aparto de tus mandatos.

 

Recordando tus antiguos mandamientos,

Señor, quedé consolado;

sentí indignación ante los malvados,

que abandonan tu voluntad;

tus leyes eran mi canción

en tierra extranjera.

 

De noche pronuncio tu nombre,

Señor, y velando, tus preceptos;

esto es lo que a mí me toca:

guardar tus decretos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 52 - NECEDAD DE LOS PECADORES

 

Dice el necio para sí:

«No hay Dios.»

Se han corrompido cometiendo abominaciones,

no hay quien obre bien.

 

Dios observa desde el cielo

a los hijos de Adán,

para ver si hay alguno sensato

que busque a Dios.

 

Todos se extravían

igualmente obstinados,

no hay uno que obre bien,

ni uno solo.

 

Pero ¿no aprenderán los malhechores

que devoran a mi pueblo como pan

y no invocan al Señor?

 

Pues temblarán de espanto,

porque Dios esparce los huesos del agresor,

y serán derrotados,

porque Dios los rechaza.

 

¡Ojalá venga desde Sión

la salvación de Israel!

Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,

se alegrará Jacob y gozará Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 53, 3-6. 8-9 - PETICIÓN DE AUXILIO

 

¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre,

sal por mí con tu poder.

¡Oh Dios!, escucha mi súplica,

atiende a mis palabras:

 

porque unos insolentes se alzan contra mí,

y hombres violentos me persiguen a muerte

sin tener presente a Dios.

 

Pero Dios es mi auxilio,

el Señor sostiene mi vida.

 

Te ofreceré un sacrificio voluntario

dando gracias a tu nombre, que es bueno;

porque me libraste del peligro

y he visto la derrota de mis enemigos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.

 

LECTURA BREVE   Jl 2, 17

 

Entre el atrio y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, y digan: «Perdona, Señor, a tu pueblo; no entregues tu heredad al oprobio, no la dominen las naciones.»

 

V. Señor, crea en mí un corazón puro.

R. Renuévame por dentro con espíritu firme.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: POR EL PECADO PRIMERO

 

Por el pecado primero

entró la muerte a la vida,

y la muerte fue vencida

por la vida del Cordero.

 

El Padre lo hizo pecado

para salvar al caído;

el que nunca había sufrido

se quiso crucificado.

 

La humanidad pecadora

está bien representada,

mas la culpa fue lavada

por la sangre redentora. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Por mi vida -dice el Señor-, no me complazco en la muerte del pecador, sino en que cambie de conducta y viva.»

 

LECTURA BREVE   Jr 3, 25b

 

Pecamos contra el Señor, nuestro Dios, nosotros y nuestros padres, desde la juventud hasta el día de hoy, y no escuchamos la voz del Señor, nuestro Dios.

 

V. Aparta de mi pecado tu vista.

R. Borra en mí toda culpa.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: CADA TARDE SE NOS VAN LOS DÍAS

 

Cada tarde se nos van los días,

y cada tarde el tiempo pasa;

se acaba nuestra vida cada tarde

y miramos la muerte más cercana.

 

Déjame todavía gozar el milagro

de tu luz, de tu sol, de tus albas;

déjame gozar el milagro de sentirme vivo

y de nacer para ti cada mañana.

 

Déjame, Señor, gozar de tu milagro

al llegar una vez más la tarde mansa,

porque tú eres el Dios de nuestras horas,

el Dios oculto de nuestra esperanza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

 

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,

nos parecía soñar:

la boca se nos llenaba de risas,

la lengua de cantares.

 

Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»

El Señor ha estado grande con nosotros,

y estamos alegres.

 

Que el Señor cambie nuestra suerte

como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas

cosechan entre cantares.

 

Al ir, iban llorando,

llevando la semilla;

al volver, vuelven cantando,

trayendo sus gavillas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

 

Si el Señor no construye la casa,

en vano se cansan los albañiles;

si el Señor no guarda la ciudad,

en vano vigilan los centinelas.

 

Es inútil que madruguéis,

que veléis hasta muy tarde,

los que coméis el pan de vuestros sudores:

¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

 

La herencia que da el Señor son los hijos;

una recompensa es el fruto de las entrañas:

son saetas en mano de un guerrero

los hijos de la juventud.

 

Dichoso el hombre que llena

con ellas su aljaba:

no quedará derrotado cuando litigue

con su adversario en la plaza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Salmo 127 - PAZ DOMÉSTICA EN EL HOGAR DEL JUSTO

 

¡Dichoso el que teme al Señor

y sigue sus caminos!

 

Comerás del fruto de tu trabajo,

serás dichoso, te irá bien;

tu mujer, como una vid fecunda,

en medio de tu casa;

 

tus hijos, como renuevos de olivo,

alrededor de tu mesa:

ésta es la bendición del hombre

que teme al Señor.

 

Que el Señor te bendiga desde Sión,

que veas la prosperidad de Jerusalén

todos los días de tu vida;

que veas a los hijos de tus hijos.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Acreditémonos ante Dios por nuestra constancia en las tribulaciones, por nuestra sed de ser justos.

 

LECTURA BREVE   Is 58, 1-2a

 

Grita a voz en cuello, sin cejar, alza la voz como una trompeta, denuncia a mi pueblo sus delitos, a la casa de Jacob sus pecados. Consultan mi oráculo a diario, muestran afan de saber mis caminos, como si fueran un pueblo que practicara la justicia y no hubiesen abandonado los preceptos de Dios.

 

V. Mi sacrificio es un espíritu contrito.

R. Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Himno: NO ME PESA, SEÑOR, HABER FALTADO.

 

No me pesa, Señor, haber faltado

por el eterno mal que he merecido,

ni me pesa tampoco haber perdido

el cielo como pena a mi pecado.

 

Pésame haber tus voces despreciado

y tus justos mandatos infringido,

porque con mis errores he ofendido

tu corazón, Señor, por mí llagado.

 

Llorar quiero mis culpas humillado,

y buscar a mis males dulce olvido

en la herida de amor de tu costado.

 

Quiero tu amor pagar, agradecido,

amándote cual siempre me has amado

y viviendo contigo arrepentido. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No podéis servir a Dios y al dinero.

 

Salmo 48 I - VANIDAD DE LAS RIQUEZAS

 

Oíd esto, todas las naciones,

escuchadlo, habitantes del orbe:

plebeyos y nobles, ricos y pobres;

 

mi boca hablará sabiamente,

y serán muy sensatas mis reflexiones;

prestaré oído al proverbio

y propondré mi problema al son de la cítara.

 

¿Por qué habré de temer los días aciagos,

cuando me cerquen y me acechen los malvados,

que confían en su opulencia

y se jactan de sus inmensas riquezas,

si nadie puede salvarse

ni dar a Dios un rescate?

 

Es tan caro el rescate de la vida,

que nunca les bastará

para vivir perpetuamente

sin bajar a la fosa.

 

Mirad: los sabios mueren,

lo mismo que perecen los ignorantes y necios,

y legan sus riquezas a extraños.

 

El sepulcro es su morada perpetua

y su casa de edad en edad,

aunque hayan dado nombre a países.

 

El hombre no perdura en la opulencia,

sino que perece como los animales.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No podéis servir a Dios y al dinero.

 

Ant 2. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

 

Salmo 48 II

 

Éste es el camino de los confiados,

el destino de los hombres satisfechos:

 

son un rebaño para el abismo,

la muerte es su pastor,

y bajan derechos a la tumba;

se desvanece su figura

y el abismo es su casa.

 

Pero a mí, Dios me salva,

me saca de las garras del abismo

y me lleva consigo.

 

No te preocupes si se enriquece un hombre

y aumenta el fasto de su casa:

cuando muera, no se llevará nada,

su fasto no bajará con él.

 

Aunque en vida se felicitaba:

«Ponderan lo bien que lo pasas»,

irá a reunirse con sus antepasados,

que no verán nunca la luz.

 

El hombre rico e inconsciente

es como un animal que perece.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. «Atesorad tesoros en el cielo», dice el Señor.

 

Ant 3. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

Cántico: HIMNO A DIOS CREADOR Ap 4, 11; 5, 9-10. 12

 

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,

el honor y el poder,

porque tú has creado el universo;

porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

 

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,

porque fuiste degollado

y por tu sangre compraste para Dios

hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;

y has hecho de ellos para nuestro Dios

un reino de sacerdotes

y reinan sobre la tierra.

 

Digno es el Cordero degollado

de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,

la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

 

LECTURA BREVE   St 2, 14. 17. 18b

 

Hermanos, ¿qué provecho saca uno con decir: «Yo tengo fe», si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo la fe? La fe, si no va acompañada de las obras, está muerta en su soledad. Pruébame tu fe sin obras que yo por mis obras te probaré mi fe.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

 

V. Sáname, porque he pecado contra ti.

R. Señor, ten misericordia.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Yo dije: «Señor, ten misericordia.»

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Todos vosotros sois hermanos; no déis entre vosotros a nadie el título de padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos; ni os proclaméis maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Todos vosotros sois hermanos; no déis entre vosotros a nadie el título de padre, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos; ni os proclaméis maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.

 

PRECES

 

Oremos a Jesús, el Señor, que levantado en la cruz atrae a todos hacia él, y digámosle:

 

Atrae, Señor, a todos hacia ti.

 

Señor, que la luz con que resplandece el misterio de la cruz atraiga a todos los hombres,

para que te reconozcan como camino, verdad y vida.

 

Da tu agua viva a todos los sedientos de verdad,

para que su sed quede eternamente saciada.

 

Ilumina a los científicos y a los artistas,

para que el progreso sea también camino de salvación.

 

Mueve los corazones de los que se apartaron de ti a causa del pecado o del escándalo,

para que se conviertan a ti y permanezcan en tu amor.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Admite en tu reino a todos los difuntos,

para que se alegren eternamente con la Virgen María y con todos los santos.

 

Que el Espíritu que habita en nosotros y nos une en su amor nos ayude a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, vela con amor constante sobre tu Iglesia, edificada en la debilidad humana, y, pues sin ti la naturaleza mortal sucumbe, que tu Protección la preserve siempre del mal y la encamine por las sendas de la salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: TÚ, A QUIEN HE BUSCADO, SEÑOR

 

Tú, a quien he buscado, Señor,

en este día,

a quien he escuchado,

dame el reposo de esta noche.

 

Tú, a quien he cantado, Señor,

en este día,

a quien he orado,

dame el reposo de esta noche.

 

Tú, a quien yo he negado, Señor,

en este día,

a quien he amado,

dame el reposo de esta noche. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

Salmo 142, 1-11 - LAMENTACIÓN Y SÚPLICA ANTE LA ANGUSTIA

 

Señor, escucha mi oración;

tú que eres fiel, atiende a mi súplica;

tú que eres justo, escúchame.

No llames a juicio a tu siervo,

pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti.

 

El enemigo me persigue a muerte,

empuja mi vida al sepulcro,

me confina a las tinieblas

como a los muertos ya olvidados.

mi aliento desfallece,

mi corazón dentro de mí está yerto.

 

Recuerdo los tiempos antiguos,

medito todas tus acciones,

considero las obras de tus manos

y extiendo mis brazos hacia ti:

tengo sed de ti como tierra reseca.

 

Escúchame en seguida, Señor,

que me falta el aliento.

No me escondas tu rostro,

igual que a los que bajan a la fosa.

 

En la mañana hazme escuchar tu gracia,

ya que confío en ti;

indícame el camino que he de seguir,

pues levanto mi alma a ti.

 

Líbrame del enemigo, Señor,

que me refugio en ti.

Enséñame a cumplir tu voluntad,

ya que tú eres mi Dios.

Tu espíritu, que es bueno,

me guíe por tierra llana.

 

Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;

por tu clemencia, sácame de la angustia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. No me escondas tu rostro, ya que confío en ti.

 

LECTURA BREVE   1Pe 5, 8-9

 

Sed sobrios, estad despiertos: vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar; resistidle, firmes en la fe.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Ilumina, Señor, nuestra noche y concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo, el clarear del nuevo día. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.

 

Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.





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