sábado, 30 de noviembre de 2019

Santo Evangelio del Día 30 de noviembre

SAN ANDRÉS
Apóstol

n. en Betsaida; † crucificado en Grecia

Doble de segunda clase
(ornamentos encarnados)

Abstinencia

SAN ANDRÉS, Apóstol

Líbreme Dios de gloriarme,
sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo.
(Gálatas 6, 14)




Lección
Hermanos: Con el corazón se cree para conseguir la justicia, y con la boca se confiesa para conseguir la salvación. Porque dice la Escritura: Todo el que crea en él no será confundido. Que no hay distinción entre judío y griego, pues uno mismo es el Señor de todos, rico para todos los que le invocan. Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien! Pero no todos obedecieron a la Buena Nueva. Porque Isaías dice: ¡Señor!, ¿quién ha creído a nuestra predicación? Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo. Y pregunto yo: ¿Es que no han oído? ¡Cierto que sí! Por toda la tierra se ha difundido su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras.
Romanos X, 10-18


Evangelio
En aquel tiempo: Caminaba Jesús por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón el llamado Pedro y Andrés su hermano, que echaban la red en el mar, pues eran pescadores, y díjoles: "Venid en pos de Mí y os haré pescadores de hombres". Al instante, dejando las redes, le siguieron.  Pasando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago hijo de Zebedeo y Juan su hermano, en su barca con Zebedeo su padre, que estaban arreglando sus redes, y los llamó. Ellos al punto, abandonando la barca y a su padre, le siguieron.
Mateo IV, 18-22



Catena Aurea

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 14,2

Los llamó cuando estaban en sus ocupaciones, manifestando que conviene anteponer la obligación de seguir a Jesucristo a todas las ocupaciones. De donde prosigue: arrojando las redes al mar, lo que incumbía al oficio de aquéllos, por lo que sigue: "eran pescadores".


San Agustín, sermones, 197,2

No eligió reyes, o senadores, o filósofos, u oradores, sino que eligió hombres que eran sencillos, pobres e ignorantes pescadores.


San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 5,1

Pedro y Andrés no habían visto que Jesucristo hubiese hecho algún milagro. Nada habían oído del premio eterno y, sin embargo al oír la voz del Salvador se olvidaron de todo lo que creían poseer. De donde se sigue: Pero ellos en seguida, dejando las redes le siguieron. En ello debemos ver más bien el afecto de los bienes, pues mucho dejó quien nada conservó para sí; mucho ha abandonado quien renunció con las cosas que poseían sus concupiscencias. Los que le seguían dejaron tanto como podían apetecer los que no le seguían. Nuestros actos exteriores, por pequeños que sean, agradan a Dios. Y no consideremos cuánto sea el sacrificio que cuestan sino cómo los manifestamos. El reino de Dios no tiene precio: vale tanto cuanto tienes.


San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,17

Puede llamar la atención el por qué San Juan dice que San Andrés siguió al Señor, no en Galilea sino junto al Jordán, con otro cuyo nombre se calla y que, después, San Pedro recibió el nombre del Señor. Los otros tres evangelistas dicen que fueron llamados de la pesca y en ello están conformes principalmente San Mateo y San Marcos, porque San Lucas no nombra a San Andrés, el cual (según se sabe), estaba en la misma barca. Esto también está poco conforme con lo que dijo el Señor a San Pedro, como recuerda San Lucas: "Desde ahora serás pescador de hombres". Lo que San Mateo y San Lucas cuentan que dijo a los dos. Pero pudo primero decírselo a San Pedro, según San Lucas, y después decírselo a los dos, según los demás. Con todo lo que ya hemos dicho de San Juan, debe entenderse con toda exactitud, puesto que hay diferencia de lugares, de tiempo y de vocación. Pero debe entenderse también que San Pedro y San Andrés no vieron al Señor junto al Jordán y se le unieron ya para siempre, sino que sólo conocieron quién era y admirados de El volvieron a sus casas. Recopila casualmente lo que había pasado en silencio, porque habla sin ninguna diferencia de tiempo consiguiente: "Andando, pues, junto al mar". Debe averiguarse también cómo los llamó separadamente de dos en dos, según cuentan San Mateo y San Marcos. San Lucas dice que Santiago y San Juan fueron llamados como compañeros de San Pedro para ayudarlo y que todos juntos, habiendo sacado sus barcas a la tierra, siguieron a Jesucristo. Aquí debe entenderse que en este primer llamado sucedió lo que dice San Lucas y que ellos volvieron otra vez a tomar peces según su costumbre. No se le había dicho a San Pedro que ya nunca pescaría, puesto que siguió ejerciendo este oficio después de la resurrección del Señor, sino que habría de pescar hombres. Y después sucedió lo que dicen San Mateo y San Marcos. No lo siguieron después de sacar sus barcas a la tierra, prescindiendo del cuidado de volver, sino que lo siguieron entonces, porque así se les mandaba.




Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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