viernes, 29 de noviembre de 2019

La caridad fraterna; signo del reino de los dos corazones



LA CARIDAD FRATERNA: SIGNO DEL REINO DE LOS DOS CORAZONES

Madre Adela Galindo, SCTJM

Fundadora
© Solo para uso privado


EL REINO DE LOS DOS CORAZONES ES EL REINO DEL AMOR

• Revelar el amor de los Dos Corazones, es amar hasta el extremo. Nuestra misión es amar con sus Corazones.

Debemos dejar que el corazón sea traspasado por su Caridad divina, arrancando nuestros egoísmos y dándonos un corazón que ama hasta el extremo.

• Dios es amor... quien ama a Dios, participa de su amor y lo da, edificando así el amor en los demás.

• es el reino que construye una civilización de amor.

• esta civilización se construye con el ejercicio verdadero y constante del amor y la caridad fraterna.

• conocerán que son mis discípulos cuando vean como se aman.

• el amor es la razón de nuestra creación, de nuestra vida y es la plenitud de nuestra vida en Dios.

• Al final seremos juzgados por el amor.

La caridad no es solamente la mas excelsa de las virtudes cristianas y la que orienta todas las demás a su fin sobrenatural, sino que ella sola, en su triple dimensión- Dios, el prójimo y uno mismo- resume y compendia toda la ley y los profetas. (Mt 22, 35-40)

El amor a Dios es la primera y mas excelente forma de la caridad sobrenatural, hasta el punto de que valora y condiciona a los otros dos aspectos del amor caritativo, y solo vinculados a Él, adquieren su mayor fuerza y su razón, le da valor en orden a la vida eterna. Amor sin relación al Amor a Dios, es un amor natural de sí mismo, no sobrenatural. En esta reflexión estudiaremos la caridad al prójimo, base de toda relación de comunidad o de familia espiritual.

TRIPLE FUNDAMENTO DE LA CARIDAD FRATERNA
LA CARIDAD FRATERNA SE APOYA Y DESCANSA EN UN TRIPLE FUNDAMENTO:


Su naturaleza es Dios: Dios es amor. La caridad ama a Dios con todo el corazón, alma, ser... y a todas las demás cosas en Dios, por Dios y para Dios.

• cualquier amor que no tenga por fundamento y motivo la bondad de Dios deja de ser caridad, para convertirse en un amor puramente natural. Un amor natural en cual uno busca compañía, con quien hablar y afectividad.

POR EL BAUTISMO SOMOS MIEMBROS DE UN SOLO CUERPO:

• todos los bautizados estamos íntimamente unidos entre si y con nuestra divina Cabeza, que es Cristo. (1 Cor. 12, 12-28)

• todos formamos con Cristo un solo cuerpo. Y así como en el cuerpo u organismo humano hay una perfecta solidaridad entre sus miembros, de modo que, cuando uno solo de ellos sufre o goza, repercute a todos los demás, así los miembros del Cuerpo místico de Cristo debemos sentirnos íntimamente solidarios unos con otros, como San Pablo (2 Cor 11,29) (1 Cor 9: 19-22).
AMAR A DIOS Y AL HERMANO, MANDAMIENTO NUEVO:

La caridad es universal. Esta caridad universal, debe hacerse todo para todos debe ser señal de nuestra condición de discípulos de Cristo. No es filantropía natural o simple beneficencia.
• no se debe amar al prójimo únicamente por solidaridad humana, ni solo por sus cualidades humanas, ni con miras exclusivas a su bien terreno. El amor debe abarcar a la persona completa, con sus elementos naturales y sobrenaturales. Hay que amar su humanidad pero sobretodo amarle por ser hijos de Dios, herederos del cielo. Preferir en ellos la vida divina a todo lo demás y trabajar ardientemente para proveérsela, aunque para esto tengamos que sacrificarnos.

• El amor al prójimo es la segunda parte del gran mandamiento: “amar a Dios y al prójimo”. Por ello, el apóstol San Juan nos dice en la 1 carta 4, 20-21: que quien dice que ama a Dios pero aborrece al hermano, es un mentiroso.

• El beato Columba Marmion nos dice:

• quien se entrega a Cristo y ama a su hermano, hace grandes progresos en la vida espiritual.
• quien se entrega a la oración, actividades religiosas, pero cierra su corazón a algún hermano, se puede estar seguro que hay parte de ilusión en su vida de oración. Ya que la oración no tiene otra finalidad que someter el alma a la plena voluntad de Dios, pero cerrándose a algún prójimo, el alma se cierra a Cristo, al deseo mas grande de Cristo: “que todos sean uno” Juan 17,22-33). La verdadera santidad resplandece en la caridad.

• La menor frialdad, reserva, palabra, juicio contra el hermano voluntario, constituirá un obstáculo, de diferente grado, a nuestra unión con Cristo. Por eso nos dijo que antes de ir al altar a presentar nuestra ofrenda, y nos acordamos que hay alguien que tiene algo con nosotros, hay que reconciliarse. (Mt 5: 23-24) Al comulgar recibimos el Cuerpo físico de Cristo y su Cuerpo Místico.

• San Pablo, el que tanto nos habló de ser un solo cuerpo, sufría grandemente ante las divisiones, discordias, envidias, habladurías, que habían entre los cristianos. “Un mismo sentir”.

• esta unidad fruto del bautismo, tiene una expresión mayor cuando el Espíritu Santo nos lleva a entrar en comunión con hermanos en una comunidad o en una familia espiritual, asociación etc.

CARACTERÍSTICAS DE LA CARIDAD FRATERNA

Cuando el Espíritu Santo nos vincula en una familia espiritual, hay una serie de caracteres que deben revestir la caridad fraterna.

1. SENTIR INTERIORMENTE UNA GRAN ESTIMA HACIA TODOS LOS HERMANOS.
La caridad es hermana de la humildad, jamás se hincha, no subsiste con el orgullo, que es la hinchazón de un alma llena de si misma; es atenta a las cualidades ajenas y a los defectos propios, y da señales claras, en las ocasiones apropiadas de esa clara preferencia.

• tendencia: cerrar los ojos a la cualidades de los demás, ver sus defectos, y no ver los nuestros.
• la caridad impide que denigremos la imagen de otro ante mis propios ojos y ante los demás.
• no permitirse nada contrario al amor, ni permitirlo a los demás (cf. Rom. 12).

2. TRATAR AL PRÓJIMO CON RESPETO Y CORDIALIDAD.

• la caridad honra a aquellos a quien se estima: hace que se tome en cuenta sus realidades, condiciones diversas, educación, heridas, etc.

• la caridad no es simplemente tener reglas de urbanidad, sino que verdaderamente llevando a la abnegación y al sincero afecto, pone gracia en el rostro, benignidad en los labios, afabilidad en la mirada, dulzura en las palabras, honra, delicadeza, tacto, cordialidad.

• esa urbanidad fruto de la abnegación y de la humildad, y sobretodo de la caridad es el arte de saber vencerse a si mismo y pensar en el otro.

3. SER DE IGUAL SENTIR QUE SUS HERMANOS

• no estar tan apegados a nuestra manera de ver y obrar. Sino seguir la forma de vida y de actuar que ha inspirado el Espíritu Santo y es el carisma de la familia espiritual a la que pertenecemos.

• no ser de espíritu susceptible que se ofende por nada o por cualquier cosa, incapaces de disimular o suportar cualquier falta.

• ni de espíritu quisquilloso que goza contradiciendo, imponiendo su idea
,
• ni de espíritu independiente, que se erigen como arbitro supremos del talento y de la virtud

• ni de espíritu suspicaces que rumian en su corazón y que consideran que cada palabra es dirigida intencionalmente a ellos.

• ni descontentos que hayan molesto toda indicación que se les de.

• imperiosos, que imponen sus opiniones y rehúsan adherirse a la de los demás, por justas que sean, solo por que no las han concebido ellos o no las han emitido primero.

• ni burlones, que siempre quieren hacer relucir en broma el defecto del otro

• ni grandes habladores, que monopolizan la conversación, sin dejar libertad a otro de expresarse y mostrar sus conocimientos.

4. ACOMODARSE A LOS DIFERENTES TEMPERAMENTOS

• el que está animado por la caridad, pacientemente y en silencio, con sentimientos de gran humildad y de mansedumbre, sabe sobrellevar a todos los temperamentos hasta los mas difíciles, aunque a veces experimente dificultad en su corazón ante ellos.

• comprende que para que unos le sufran a uno; uno debe saber sufrir a los demás. Para que lo amen debe amar, para que lo ayuden debe ayudar, para que le causen agrado debe primero causarlo.

• Para poder tener paz en medio de tantos diferentes caracteres, intereses diferentes, solo se puede lograr si se sabe condescender, no imponer mi persona y mis formas, ceder, abrazar privaciones, renunciar a mis ideas y planes aunque me parezcan perfectos, y quitar la vista de muchos males y defectos que no tiene la misión ni el poder de evitar.

• la caridad verdadera no busca excepciones ni privilegios, los desea para todos no para si misma. No está en competencia con los demás, no envidia los dones que otro posee o se le concede. Combate las antipatías y las aversiones naturales, esforzándose por no dejarlas aparecer, y hasta busca la compañía de los que son objeto de ellas.

• la caridad sabe guardar silencio, saber cuando hablar. Sabe reconocer con honestidad su error ante el otro.

• Trabaja ardientemente por corregir sus defectos: si no puedo cambiar rápidamente las cosas en mi, porque las quiero cambiar así de rápido en los demás? Queremos mucho que los demás sean perfectos, y no nos cuidamos de nosotros ser primero perfectos. Queremos que se corrija severamente a los demás, y nosotros nos molestamos si somos corregidos. Nos desagrada si hay condescendencia con los demás, pero esperamos que se sea con nosotros. Queremos que los demás sigan con perfección las

reglas, pero nosotros nos revelamos si nos refrenan en algo. Amamos, entonces, al prójimo como a uno mismo? Esto hermanos, es el primer escalón, por que hay que llegar a amarlo mas que a uno mismo (Jesús, María Santísima, los santos) (Imitación de Cristo de Kempis)

5. NO NEGAR NINGÚN SERVICIO RAZONABLE Y HACER EL SERVICIO, O DISCULPARSE POR NO PODER HACERLO CON AMABILIDAD.

• La caridad hace todo lo que puede y cuando hace poco, desea hacer mucho. No pierde ocasión de consolar, de dar, de sacrificarse, de tomar para sí lo mas difícil, a ejemplo de Jesús que vino a servir y no a ser servido.

• la caridad perfecta hace los mayores sacrificios en las cosas cotidianas, escondidas, en las que nadie verá.

• la caridad sabe dar, como sabe negar. Pero al negar, debe ser por el bien del alma, por no ceder a caprichos de la carne, no fomentar el egoísmo. Pero aun allí, debe saber negar, sin hacerlo hiriendo, ni humillando.

6. GOZARSE CON LOS QUE GOZAN, LLORAR CON LOS QUE LLORAN

• en nosotros mismos el alma, experimenta momentos de alegría y dolor, es parte de la vida humana. También se experimenta en el cuerpo o familia espiritual. Esta experiencia es fruto de la caridad, por que nos hace de un mismo corazón. Pasamos de la frialdad de lo mío o lo tuyo, a ardiente de lo nuestro.

• se entristece ante las pruebas a que están sometidos. Ante sus pesares, sus tribulaciones, sus necesidades, y sabe hacerse presente para consolar y hacer con él, lo que en circunstancias iguales, desearía que hicieran con él.

• se regocija ante la estimación y la confianza con que los demás son honrados; sin compararse si ellos lo son. Se alegran de los éxitos de sus apostolados, trabajo, etc. ante los dones de la naturaleza y de la gracia con que son adornados; les felicita por ellos y da gracias a Dios.

• si la compasión sabe acompañar y suavizar las penas de los demás, haciéndolas propias, de otra parte hace las alegrías de otros propias y así las multiplica.

• no envidiar los privilegios de otros, o aprovecharse para pedir privilegios para si.

EL PECADO MAS BAJO CONTRA LA CARIDAD ES LA ENVIDIA:

• todo se lo dan a mi hermano y no me lo dan a mi. Indagación, curiosidad, medir y calcular.

• la envidia se convierte en resentimiento, y se bloquea al amor.

• la envidia hace daño con comentarios, chismes, recriminaciones, insinuaciones. Quien envidia quiere vengarse haciendo amargo cada momento de la persona que envidia. Lanza dardos de maledicencia, de la calumnia a veces; la envida compara, juzga, obsesiona, llega incluso a exagerar o inventar.

• por envidia o celos, se califica a la persona, hay palabras secas, se está observando lo que el otro hace o no hace, hay repulsas amargas y palabras burlonas o sarcásticas.

7. NO IRRITARSE POR LAS INJUSTICIAS RECIBIDAS

• es necesario perdonar y volver el bien por mal, como nos perdona el Señor, nos hizo siempre bien por mal.

• Una imagen muy sencilla de la caridad ante la injusticia: “cuando se pisa una violeta, esta flor no levanta altiva su cabeza, solo por la suavidad de su perfume conoce su existencia el que la pisa”.

• cuando recibe una ofensa o injusticia, excusa, lo advierte como equivocación, y a lo máximo como una ligerísima malicia. Generalmente se acusa de haber sido causante del incidente. Jamás guarda en su corazón un sentimiento negativo contra su hermano, y trata en lo mas posible, de que su hermano no guarde algo contra él.

“Todo lo excusa y todo lo soporta” (1 Cor 13), en todo momento y situación.

8. PEDIR PERDÓN Y CONFESAR HUMILDEMENTE NUESTRA FALTA O ERROR.

• En una situación difícil se debe siempre pedir perdón. Eso hace que la tempestad se calme.

San Juan Crisóstomo: “Ante quien os ofenda, cerrad la boca; que si la abrís no haréis mas que aumentar la tempestad. Estáis en una habitación, entre dos puertas abiertas, y entra un viento huracanado; cerrad pronto una, y al instante cesará el ruido, perdiendo su impetuosidad. Esas dos ventanas son dos bocas que pueden hacerse tanto mal, si se cierra una, cesará la tempestad.”

• por la boca, se cometen graves pecados contra el amor. Santa Gertrudis nos dice que la lengua tiene el privilegio de ser el miembro del cuerpo que puede anunciar los misterios de amor de Jesús, pero que también si no se hace penitencia en ella, puede ser la que lanza las piedras contra el amor.

• siempre que se ha herido al amor, hay que reparar. Primera reparación: pedir perdón a quien se ofendió. Segunda: si ha sido con otros, ir a pedir perdón a los demás y humillarse confesando su falta.

Tercera: no hacerlo jamás sino mas bien al contrario.

9. RODEAR DE CUIDADOS A LOS MAS DÉBILES: ENFERMOS, VIUDAS, HUÉRFANOS, HUÉSPEDES, RECIÉN LLEGADOS.

• A los enfermos: visitarles, ver sus necesidades físicas y espirituales. Procurarles el alivio
.
• a los ancianos: cuidándolos y haciéndoles ver su utilidad.

• a los huéspedes o nuevos, recién llegados: acoger, pasar tiempo con ellos, hacerlos sentir parte de la familia. No quedarme con mi grupito, sino acoger a todos, especialmente al último que llegó.

10. ORAR MUCHO POR TODOS

• tener presente que soy parte de una familia, integrada por muchos. Llevar en mis oraciones y sacrificios las intenciones de todos: aunque estén en otro país.

• por los difuntos, los enfermos, las intenciones especiales, etc.

11. INTERESARSE DE CORAZÓN POR TODO LO QUE ATAÑE A LA FAMILIA ESPIRITUAL A LA QUE PERTENEZCO

• interesarse no por curiosidad o para ver que beneficio me trae. Interesarse para servir y trabajar.

• no puede concentrarse solo en lo que el hace, sino en lo que hace todo el cuerpo.

• estar atento a las necesidades de los otros para sus misiones

12. APRENDE DE LAS VIRTUDES DE LOS DEMÁS

• se reconoce necesitado de virtud y por ello, desea aprender de la virtud del otro. Quiere alcanzar virtud para ser semejante a Cristo y a la Virgen, y para enriquecer al cuerpo.
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