Hace algunos días, en medio de las celebraciones y la alegría de la Pascua, nos enteramos de la noticia del fallecimiento del hermano Anthony Freeman, religioso perteneciente a la congregación los Legionarios de Cristo. Muchos recordarán a Anthony por su intensa actividad en redes sociales.
Su página oficial de Facebook, Catholic Life Coach, nos da una idea del ardor y el ingenio apostólico de este joven millenial que había elegido seguir los pasos de Cristo en esta vida sirviéndolo como su sacerdote. Mientras el momento de la ordenación llegara (iba a ser ordenado diácono este próximo 7 de Julio), el hermano Anthony se dedicó a inspirar a muchos con su propia vida para seguir a Cristo. Consciente de nuestros tiempos y sus dificultades, este joven apóstol se las ingenió para publicar “One Step Closer” una especie de “manual motivacional de santidad para millenials”.
Con tantos planes en mente y un vida sacerdotal fructífera por delante, el Señor decidió llevárselo a la gloria el domingo de Pascua, luego de haber pasado una intensa semana de ejercicios espirituales y haber servido en la misa pascual junto al Papa. ¿Por qué llevarse a un joven con tanto por entregar? No es la misma pregunta que nos hacemos cuando muere un niño, una madre joven, un adolescente. ¡Tanto por hacer y su vida quedó truncada!
El dolor de la promesa de una vida plena que no se lleva a cabo, nos deja desconsolados. Una vez más nos asemejamos a aquellos discípulos de Emaús que retornaban tristes, sin comprender la grandeza de lo ocurrido. La muerte de una vida joven con tanto por delante nos recuerda que:
1. La muerte no tiene victoria
El no entender que Cristo ha resucitado y que la vida plena no es de este mundo, nos deja sin sentido cuando una vida se apaga. La muerte es difícil de entender, más aún, cuando toma por sorpresa la vida de alguien que recién empezaba. Estos golpes tan terribles, tan incomprensibles, encierran un misterio de amor y de esperanza que el tiempo mismo nos va revelando. Dios no es un castigador, es un Padre amado que nos llama una y otra vez, y otra vez más, hasta que definitivamente estemos a su lado.
2. La promesa de la vida eterna es real y pronta
La vida eterna no es algo por lo cual esperaremos eternamente. ¡No! Es algo real y tangible. La vida eterna la empezamos a vivir desde aquí, es por eso que no podemos poner el cielo en espera, así como algunas veces dejamos planes o proyectos “on hold” para poderlos terminar luego. Necesitamos vivir preparados, no con la angustia de que moriremos, sino con la alegría de estar haciendo las cosas para las que fuimos pensados. Esa es la clave de la felicidad. Si quieres profundizar en este tema sería bonito que escuches esta conferencia.
3. Los tiempos de Dios no son los nuestros
4. Dios no debería ser nuestra última opción
5. Amigos hasta el cielo
«La alegría y la tristeza y la esperanza en la vida a veces están condensadas en pequeños momentos. ¡Esto fue eso para mí espiritualmente esta vivencia de la Pasión y la Resurrección de nuestro Señor! ¡Esto es lo que le da a estos momentos su pleno significado y expresión! (Anthony Freeman, LC).
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