domingo, 29 de abril de 2018

Llamados a la intimidad




Santo Evangelio según San Juan 14, 21-26. Lunes V de Pascua.


Por: H. Rogelio Suárez, L.C. | Fuente: missionkits.org 


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!

Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Jesús, te pido que aumentes en mi corazón el deseo de amarte cada día más. Que todo lo que haga sea siempre para mayor gloria tuya.

Evangelio del día (para orientar tu meditación)



Del santo Evangelio según san Juan 14, 21-26


En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y los cumple, ése me ama. Al que me ama a mí, lo amará mi Padre, yo también lo amaré y me manifestaré a él".

Entonces le dijo Judas (no el Iscariote): "Señor, ¿por qué razón a nosotros sí te nos vas a manifestar y al mundo no?". Le respondió Jesús: "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió.

Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho".

Palabra del Señor.


Medita lo que Dios te dice en el Evangelio

La identidad de todo cristiano, es el amor. En esta Pascua, Cristo nos invita a la intimidad con Él. Quiere que nuestro amor por Él sea cada vez más íntimo, que no sea un simple asistir a misa los domingos y ya. Lo que Cristo quiere es que nuestro corazón aumente de amor hacia Él. En esta intimidad, Cristo se nos quiere dar y quiere que nos demos a Él, que tengamos un amor verdadero.

Estamos llamados a la intimidad con Dios, y nos podemos preguntar en primer lugar, ¿por qué estamos llamados a la intimidad? Sencillamente porque todos estamos llamados a amar y ser amados. Todos tenemos en nuestros corazones el deseo de poder amar sin límites y, a la vez, ser amados. Este deseo sólo se sacia por completo, en Dios. Es Él el amor verdadero que se entrega por completo a nosotros, incluso dando su vida, sólo por amor.

Nuestra segunda pregunta sería, ¿cómo se llega a la verdadera intimidad? Buscando amar, antes que ser amado. Esto se llama amor desinteresado, es decir, aquél que sólo busca amar sin esperar nada a cambio. Amar a Cristo cada día es negarme a mí mismo y cumplir en todo momento su voluntad. En el amor, el que ama muere por el amado. No le importa lo que le pueda pasar, sólo con el simple hecho de amar. Que cada día, en nuestro corazón, esté presente este deseo de poder amar a Dios sobre todas las cosas, incluso sobre mí mismo.

Por último, nuestra pregunta sería, ¿para qué quiere Dios esta intimidad con nosotros? Porque quiere manifestarse en nuestras vidas, "me manifestaré a él". Él quiere revelarnos los deseos de su corazón, quiere que experimentemos su gran amor por nosotros. Lo que Dios quiere es darse completamente a nosotros, y ya lo ha hecho muriendo por nosotros en la cruz. Él se ha dado a nosotros en la cruz, sólo por amor, y éste es el amor más grande.

Que en esta Pascua podamos cada día entrar en esa intimidad a la que estamos llamados. Quien a Dios se da por completo, amándolo, Él vendrá a habitar en su corazón. Abramos las puertas de nuestros corazones y dejemos que Dios haga de nosotros lo que Él más quiera.

Dios se manifiesta en vuestra soledad personal, así como en la solidaridad que os une a los miembros de la comunidad. Estáis solos y separados del mundo para adentraros en el sendero de la intimidad divina; al mismo tiempo, estáis llamados a dar a conocer y compartir esta experiencia espiritual con otros hermanos y hermanas en un equilibrio constante entre la contemplación personal, la unión con la liturgia de la Iglesia y el recibimiento de los que buscan momentos de silencio para ser introducidos en la experiencia de vivir con Dios.
(Homilía de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2017).

Diálogo con Cristo

Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.

Propósito

Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.

Haré una visita a Cristo Eucaristía pidiéndole la gracia de amarlo cada vez más con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas.

Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

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