El mundo entero espera la respuesta de María
SOLEMNIDAD DE LA ANUNCIACIÓN (TRANSFERIDO) DE
UNA HOMILÍA EN LA ALABANZA DE LA VIRGEN MADRE POR SAN BERNARDO, ABAD *
Has oído, oh Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo; Has oído que no será por el hombre, sino por el Espíritu Santo [cf. Lucas 1:31, 34-35]. El ángel espera una respuesta; es hora de que regrese a Dios que lo envió. Nosotros también estamos esperando, Oh Señora, por tu palabra de compasión; la sentencia de condena pesa sobre nosotros.
El precio de nuestra salvación se te ofrece. Seremos liberados de inmediato si usted acepta. En la eterna Palabra de Dios todos llegamos a ser, y he aquí, morimos. En su breve respuesta, debemos ser rehechos para que seamos llamados a la vida.
Lágrimas de Adán con su familia afligida te ruega esto de ti, oh amorosa Virgen, en su exilio del Paraíso. Abraham lo suplica, David lo suplica. Todos los otros patriarcas santos, tus antepasados, te lo piden, ya que habitan en la tierra de la sombra de la muerte. Esto es lo que toda la tierra espera, postrarse a tus pies. Es correcto hacerlo, porque en tu palabra depende el consuelo del miserable, el rescate del cautivo, la libertad del condenado, de hecho, la salvación para todos los hijos de Adán, para toda tu raza.
Responde rápidamente, oh Virgen. Responde con prisa al ángel, o más bien a través del ángel al Señor. Responde con una palabra, recibe la Palabra de Dios. Habla tu propia palabra, concibe la Palabra divina. Respire una palabra que pasa, abrace la Palabra eterna.
¿Por qué te demoras? ¿Por qué tienes miedo? Cree, alaba y recibe. Deja que la humildad sea audaz, deja que la modestia sea segura. Este no es el momento para que la simplicidad virginal olvide la prudencia. Solo en este asunto, oh prudente Virgen, no temas ser presuntuoso. Aunque el silencio modesto es agradable, el discurso obediente es ahora más necesario. Abre tu corazón a la fe, oh Virgen bendita, tus labios para alabar, tu matriz para el Creador. Mira, el deseado de todas las naciones [cf Aggeus (Haggai) 2: 8 Douay-Reims] está a tu puerta, golpeando para entrar. Si él pasara por tu retraso, con tristeza comenzarías a buscarlo de nuevo, Aquel a quien tu alma ama. Levántate, apresúrate, ábrete. Levántate en la fe, apresúrate en la devoción, abre en alabanza y acción de gracias. He aquí la sierva del Señor, dice ella,hágase en mí según tu palabra [Lucas 1:38]
* Hom.4, 8-9: Opera Omnia, Edit. Cisterc. 4 [1966], 53-54, tal como se encuentra en la Oficina de Lecturas de la Liturgia de las Horas.
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