By Juan Revilla on 9 abril, 2018
El momento inolvidable que supera lo humano. Jn 20, 19-20.
Nuestra santa eucaristía nos reúne como hermanos que se alegran por el momento extraordinario del encuentro que Jesús tiene con cada uno. Un encuentro que nos hace profundizar nuestra fe. La alegría de la resurrección del Señor Jesús nos tiene que llenar de una esperanza única que nos conduce a esperar el cumplimiento de la palabra santa y por ello cada familia tiene la oportunidad de dar un giro de 180 grados para ir a Jesús que hoy nos muestra sus llagas para creer en que está vivo. Para el comentario de este momento lo citamos el texto completo y posteriormente se hará el comentario más conveniente:
Jn 20, 19 Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos.
Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: –La paz esté con ustedes.
Jn 20:20 Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
Llegó Jesús, se colocó en medio y les dice: –La paz esté con ustedes.
Jn 20:20 Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor.
Queremos mostrar tres momentos que detallan parte de la concepción de la fe y que gradualmente nos reflejan a nosotros mismos en diversas etapas, pero Jesús busca madurez que vayamos adquiriendo.
1.-Miedo a sufrir del mismo modo.
San Juan detalla que estaban los discípulos reunidos, quizá sea normal por la hermandad que fincaron y entrelazaron, sin embargo muestra una particularidad: el primero de la semana, estaban los discípulos con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos.
Aunque los evangelistas no buscan enfatizar la forma sangrienta como muere su maestro, es lógico, que ellos no quieren pasar por ese cáliz. Agudizando el análisis de la reacción que tuvieron los discípulos, fríamente podríamos decir que no tenían confianza en Jesús, que no habían creído sinceramente, pero veamos así: (1) el miedo es un elemento que amenaza la integridad de una persona y como reacción natural del cuerpo, mente, es la auto-conservación, protegerse de lo que le amenaza, ahí podemos entender porque hay muchos santos, porque dieron su vida por Jesús, aun en contra de su auto-conservación, de sus intereses, de sus familias; más estos santos tuvieron algo que sustituyó ese miedo y es: creer lo que Jesús promete, lo que les ha ofrecido.
(2) Conocer a Jesús le da confianza, seguridad, le hace sentir la amistad de Dios, le hace cercano el cielo, las promesas de vida eterna resurgen alcanzables y experimentan a Jesús día a día en todo lo que hacen y ven. Es aceptable que los once tenían miedo, la denuncia de sus personas, la búsqueda para acabar con ellos y muchas veces la escena fresca de la crucifixión de Jesús, les hizo cerrar y sellar casi las puertas, ¿o usted hubiera salido y proseguir el mensaje de Jesús?, ¿diría que era seguidor de Jesús?, el evangelista cita lo que vio: “miedo” y el miedo hace hacer cosas que muchas veces son incomprensibles y a la vez entendibles.
2.- Jesús en medio de ellos.
Un momento impactante fue seguramente el que de repente, Jesús apareciera en medio de ellos, en su razonamiento la pregunta sería: ¿cómo lo hizo?, están cerradas las puertas, un ¿fantasma?, es un simple cuarto que no permite el escondite de alguien sin que no sea visto, pero es más fuerte shock: Después de decir esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron al ver al Señor. Tal fue el momento que Jesús tuvo que hacerles ver que era el, ahí estaban las huellas de su pasión y muerte y la evidencia de que era él. Fue todo un indescriptible momento que al final, la alegría fue la que reinó, tantas especulaciones, avisos de las mujeres, la posibilidad de resurrección, conjeturas, etc., aquí no hay duda se podría afirmar como San Juan exclama: “es el Señor”.
Este momento quedará grabado en los corazones de estos discípulos, hace superar la debilidad humana para llevarla a lo excelso, como una fotografía recordarán su presencia como verdad eterna: ¡resucito!
3.- La paz este con ustedes.
Hoy también la Iglesia celebra el día de la misericordia y Jesús extendió a sus discípulos su misericordia, estableció inmediatamente la aceptación de sus personas sin reproche, incluimos el inicio del versículo 21: Jesús repitió: –La paz esté con ustedes. No es solamente estar tranquilos o en un estado de calma, la paz que Dios da es: armonía, gracia, amistad, confianza, lealtad, es decir, muchos beneficios espirituales y materiales se entremezclan. Jesús no reclama, no hace evidente su miedo, entiende al género humano en ellos, quiere que en su corazón y mente, se disipen esos nubarrones y quiere ir más allá. En sus llagas está la evidencia de su misericordia.
Alguna vez se ha preguntado: ¿por qué se siente tan bien después de confesarse?, ¿el remordimiento, aplacar su conciencia, o restauración de la gracia?; Jesús nuevamente como maestro práctico la misericordia con ellos; los odios, rencores, resentimientos, malos deseos, envidias, son elementos que generan una aversión al prójimo, cuando estos se hayan presentes, generan grandes estragos en la vida de los seres humanos. Jesús rompe con este yugo y libera de vergüenzas, de culpabilidades, de penas. Jesús hace ver que lo que predicó lo lleva a la práctica y eso es el amor.
Conclusiones.
Son dos versículos sustanciosos, estos nos manejan 3 temas actuales: miedo, paz y misericordia. Jesús nos invita a los cristianos a profundizarlos, entenderlos y a ponerlos en práctica. Hoy nos puntualiza que el mejor bien es la misericordia y en ella se basa la credibilidad, en la misericordia radica el principio del amor, que aun con errores, equivocaciones, pecados, faltas y debilidades humanas brilla con luz porque emana de la luz.
El miedo de una conversión es superado por el bien de la amistad con Dios y la misericordia para aquellos que se les dificulta la aceptación de los demás, se puede superar con la práctica de la misericordia.
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