jueves, 29 de marzo de 2018

El preocupante olvido de los buenos modales



Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
El Confidencial Digital 

SERVICIO CATOLICO


Las personas mayores de hoy suelen sentirse extrañas en un mundo que ya no es el suyo. La forma de vida en la actual sociedad de cambios acelerados, les suele dejar “en fuera de juego”. Por ejemplo, si escriben una de las extensas y cálidas cartas de siempre a un nieto, pueden recibir la respuesta con un lacónico whatsapp que les deja perplejos.

Hay otro cambio social que deja a los mayores aún más desubicados. Me refiero a la actual pérdida generalizada de los buenos modales, por considerarlos simples convencionalismos que cambian en cada época.

Es verdad que la noción de buenos modales ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero eso no significa que se haya perdido  lo esencial o que se pueda modificar de forma caprichosa. Todos hemos comentado alguna vez “¡qué niño más educado!” refiriéndonos a lo mismo: a unos modales que expresan una calidad personal ligada a valores interiorizados.

Conviene precisar que eso de “vivir a mi manera” (como el título y la tesis de la célebre canción de Frank Sinatra), no es correcto si se entiende como hacer lo que a cada uno le apetece en cada momento. Sí es admisible, en cambio, vivir con estilo personal las normas sociales comúnmente admitidas,


Entre los modales básicos cabe destacar los cinco siguientes:

-Pedir siempre las cosas por favor y dar las gracias por un servicio recibido;

-disculparnos si, involuntariamente, causamos algún tipo de perjuicio;

-saludar cuando lleguemos a un lugar;

-ceder el asiento a personas mayores o mujeres embarazadas;

-hablar correctamente evitando usar un tono de voz muy alto y  palabras malsonantes.


¿Cómo se siente una persona mayor que está acostumbrada a intercambiar cada día un saludo afectuoso con sus vecinos, a que los jóvenes le traten de usted (sin tuteo), a que respeten el turno en las colas, etc., cuando todo eso desaparece? Me imagino que se siente desconcertada y dolida.

Otra causa de la pérdida actual de buenos modales  o buenas maneras es que han dejado de verse como un objetivo educativo.

Las normas que deben seguir las personas para convivir en sociedad siempre han existido y se han valorado, como lo prueban muchas declaraciones de personajes eminentes de la historia. Por ejemplo, “El estilo es el hombre mismo” (George Louis Leclerc); “La brevedad es la hermana del talento”· (Anton Chejov)

Algunos padres de hoy están polarizados en que sus hijos aprendan  idiomas e informática,  con descuido de casi todo lo demás. Olvidan que el buen profesional  necesita  competencia técnica y humana, y que esta última se basa en la interiorización  de valores.

Las buenas maneras expresan comportamientos relacionados con diferentes virtudes humanas. Estas virtudes se ejercitan  cada vez que enseñamos a los hijos a sentarse correctamente, sin tumbarse desparramados en el sofá; a mirar a quien les habla y no al móvil; a escuchar sin interrumpir; a  hablar correctamente, sin groserías; a comer utilizando los cubiertos apropiados (y nunca con los dedos).

La familia es el ámbito donde más y mejor se aprenden las buenas maneras. Si las inculcamos a los hijos desde las primeras edades adquirirán actitudes positivas para vivir en sociedad y serán más adelante adultos respetuosos, comprensivos, tolerantes, etc.

No conviene limitarse a corregir malos modales; deben reconocerse también los buenos y felicitar a los hijos por ese comportamiento. Además, es fundamental el buen ejemplo de los padres en esos mismos modales que se pretende impulsar.

Una buena motivación para hacerlo es la que  propuso Marco Tulio Cicerón: “Nada resulta más atractivo en un hombre que su cortesía, su paciencia y su tolerancia”.

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