PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Decía san Pablo a los Corintios: «Si hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, pero no tengo amor, no sería más que un metal que resuena o un címbalo que aturde. Si tuviera el don de profecía y conociera todos los secretos y todo el saber; y si tuviera fe como para mover montañas, pero no tengo amor, no sería nada. Y si repartiera todos mis bienes entre los necesitados; y si entregara mi cuerpo a las llamas, pero no tengo amor, de nada me serviría» (1 Cor 13,1-3).
Pensamiento franciscano:
Exhortación de san Francisco: «Bienaventurado el siervo que, cuando habla, no manifiesta todas sus cosas con miras a la recompensa, y no es ligero para hablar, sino que prevé sabiamente lo que debe decir y responder. ¡Ay de aquel religioso que no guarda en su corazón los bienes que el Señor le muestra, y no los muestra a los otros con obras, sino que ansía más bien mostrarlos con palabras, con miras a la recompensa! Él recibe con ello su recompensa, y los oyentes sacan poco fruto» (Adm 21).
Orar con la Iglesia:
Por Jesucristo hemos renacido del agua y del Espíritu Santo. Oremos, pues, como hijos, al Padre que nos ama y nos escucha.
-Por la Iglesia: para que se deje siempre guiar por la luz de Cristo y el impulso del Espíritu Santo.
-Por todos los bautizados: para que, iluminados y fortalecidos por el Espíritu Santo, seamos testigos de Jesucristo y de su Evangelio ante los hombres.
-Por las autoridades públicas: para que busquen el bien de todos y promuevan la justicia, la paz y la solidaridad.
-Por los que celebramos con gozo la Eucaristía: para que, con la ayuda del Espíritu, compartamos con los demás los bienes que en ella recibimos.
Oración: Escúchanos, Señor, y concédenos ser, en todo momento y lugar, vehículos de la salvación que nos mereció Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
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