"Humildad y entrega".
Hijitos: ¡Si conocierais este Don de Dios!, En verdad os digo, tendríais ya la gracia en vuestros corazones, pero vuestra soberbia os lo impide. Sed humildes, este debe ser siempre vuestro deseo. No debéis pensar en que sois gran cosa, siempre pensad que sois miseria y así llegaréis a encontraros consigo mismos, con sinceridad y os daréis cuenta qué poco valéis sin Mí. Recordad que vuestro corazón ya unido al Mío es como tendrá mérito. Ved vuestros pecados.
Aun muchos no pueden tener esta unión porque no dejan lo que los ata, lo que los esclaviza. Cuántos me siguen, mas cuando llega el dolor, el sacrificio, dan media vuelta y se alejan y no piensan que es necesario amar más la cruz, abandonarse, estar dispuestos a la entrega total. ¡Ay Hijos Míos, es tan fácil conocer Mi Don, alabando siempre y bendiciendo en cada momento a Mi Padre, que os llama con amorosos regalos! ¿Acaso pensáis que todo mal no os será remediado?
Queréis que el que está junto os entienda, recordad que Yo vine a traer contradicción, porque no todos tienen la luz que se os ha dado; pedidla vosotros, ya os lo dije, todo aquello que sea para vuestra salvación se os concederá, pero os hace falta más confianza, más abandono. Fijaos en Mi Madre que siempre confió, ella aceptaba, fuera lo que fuera, la voluntad del Padre; ella estaba llena de alegría al dar su vida por la salvación de sus hermanos e Hijos; se entregó a pedazos con los hechos, con todo aquello que sea entrega.
Las horas de oración que ofrezcáis por vuestros hermanos, máxime si lo hacéis en las horas de descanso, vuestras penas y dolores, vuestras alegrías y sacrificios, así podréis dar y ofrecer vuestra vida ¡Cuánta necesidad hay de vuestra entrega! Os digo el cómo hacerlo, diario, momento a momento, hora a hora; que todo sea grande tesoro y así vuestra vida sea holocausto para salvación. ¿Veis qué fácil es la entrega y conocer el “Don de Dios?” ¿Por qué os complicáis la vida? ¿Por qué os angustiáis y vivís en odios y rencores? Lo que más os he pedido: “amaos los unos a los otros” y que nunca os fijéis en vuestros hermanos, en sus defectos, porque podéis caer en error vosotros mismos. Sed sencillos, sed humildes y que esa vanidad y perjuicios vanos los dejéis ya, que debéis amaros como hermanos, que vuestros corazones sean como los de los niños: puros, sin dobleces, ni odios, ni rencores. Así es el Mío ¿No queréis ser como lo es: humilde, sencillo, manso?
Yo los bendigo y os doy Mi Corazón. Llenaos de él, que es miel y que endulza y que es fuego y que sólo por él llegaréis a amaros como Yo os amo.
1º de abril de 1978, 10:00 a.m.
Sagrado Corazón de Jesús.
Siervos del Divino Amor
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