El comienzo o Introducción de la oración al santísimo
La introducción es llamada “Adoración” y consiste en una pequeña plegaria que se hace con el objeto de rendir tributo a Jesús, se toma como referencia el rostro de Cristo y se realizan alabanzas y bendiciones, en esta parte no se realiza ningún de petición personal, sino de tipo general veamos como dice este comienzo de la Oración al santísimo:
“Rostro de Nuestro Señor Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí.”
“La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria, estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.”
“Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, sus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.”
“Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado, ¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Amen”
La introducción se considera una entrega total a Jesús, siempre realizada con fe, este comienzo permite reafirmar el amor y la esperanza que todo católico debe tener en su corazón, considerar a Jesús como el camino a la vida eterna y la realización espiritual.
La introducción es llamada “Adoración” y consiste en una pequeña plegaria que se hace con el objeto de rendir tributo a Jesús, se toma como referencia el rostro de Cristo y se realizan alabanzas y bendiciones, en esta parte no se realiza ningún de petición personal, sino de tipo general veamos como dice este comienzo de la Oración al santísimo:
“Rostro de Nuestro Señor Eterno Padre, yo te agradezco porque Tu infinito Amor me ha salvado, aún contra mi propia voluntad. Gracias, Padre mío, por Tu inmensa paciencia que me ha esperado. Gracias, Dios mío, por Tu inconmensurable compasión que tuvo piedad de mí.”
“La única recompensa que puedo darte en retribución de todo lo que me has dado es mi debilidad, mi dolor y mi miseria, estoy delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y quiero permanecer en tu adorable presencia, quiero reparar mis culpas, renovarme en el fervor de mi consagración y entregarte mi homenaje de alabanza y adoración.”
“Jesús bendito, estoy frente a Ti y quiero arrancar a Tu Divino Corazón innumerables gracias para mí y para todas las almas, para la Santa Iglesia, sus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales me sea dado recibir todas las gracias que Tu Corazón divino me tiene reservadas.”
“Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, me uno a Ti y te suplico me hagas partícipe de los sentimientos de Tu Corazón Inmaculado, ¡Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Amen”
La introducción se considera una entrega total a Jesús, siempre realizada con fe, este comienzo permite reafirmar el amor y la esperanza que todo católico debe tener en su corazón, considerar a Jesús como el camino a la vida eterna y la realización espiritual.
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