Milagros Eucarísticos.
A lo largo de los siglos, Jesús ha manifestado su presencia eucarística con muchos prodigios. Uno de ellos fue el ocurrido en Bolsena (Italia) el año 1263. Un sacerdote celebraba la misa, dudando de la presencia real de Jesús, cuando al partir la hostia, brotó súbitamente tal cantidad de sangre que cayó sobre el cáliz, empapó el corporal y los manteles y algunas gotas cayeron al piso. Sto. Tomás de Aquino y el Papa Urbano IV pudieron certificar la veracidad de este prodigio. Este mismo Papa instituyó la fiesta del Corpus Christi.
Otro prodigio importante ocurrió en Siena (Italia) en 1730. Unos ladrones robaron 223 hostias consagradas de la basílica de S. Francisco el 14 de Agosto y, desde entonces hasta ahora, se conservan milagrosamente. Las hostias están tan frescas e intactas como el primer día, sin presentar ningún signo de descomposición. Esto, según los científicos que han hecho análisis de laboratorio, va en contra de toda ley física, química y biológica. El mismo Papa Juan Pablo II el 14-09-80 en Siena dijo: “Aquí está la presencia real de Jesús”. Su conservación milagrosa es una señal para nuestro tiempo.
Pero el mayor de todos los prodigios ocurrió en Lanciano (Italia) en el siglo VIII.Durante la celebración de la misa, la hostia se transformó en un pedazo de carne y el vino consagrado en sangre, coagulándose después en cinco piedrecitas diferentes, cada una de las cuales pesaba exactamente igual que varias de ellas o que todas juntas.
En el correr de los siglos, se han realizado muchas investigaciones serias sobre esta carne y sangre milagrosas, que todavía se conservan en un relicario. En 1971 un grupo de expertos, entre ellos el profesor Odoardo Linoli, catedrático de anatomía, histología, patología y microscopía clínica, y el profesor Ruggero Bertelli, ambos de la universidad de Siena, efectuaron análisis en el laboratorio y llegaron a resultados sorprendentes. Después de 12 siglos, la carne es verdaderamente carne y la sangre es verdaderamente sangre de un ser humano vivo y tienen el mismo grupo sanguíneo “AB”. El diagrama de esta sangre corresponde al de una sangre humana que ha sido extraída del cuerpo vivo ese mismo día. La carne pertenece al corazón.
¿No nos está diciendo claramente el Señor, a través de este milagro, que El está siempre vivo entre nosotros en este sacramento? Acerquémonos a El con reverencia y
recogimiento. No lo dejemos solo, hagámosle compañía, adorémosle, porque El es
nuestro Dios.
Padre Ángel Peña Benito. O.A.R.
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