La Ascensión de Jesús
¡Buenos días, gente buena!
Ascensión del Señor
Evangelio
San Marcos 16, 15-20:
Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán.»
Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
Palabra del Señor.
La Ascensión de Jesús en lo profundo de mi existencia
Con la Ascensión, Jesús no se fue más allá o a lo alto, se fue adelante y sube su presencia al cruce de todos los caminos. Subió el Señor, pero no a la entraña del cielo, sino a lo profundo de mi existencia, “más íntimo en mí y de mí mismo” (S. Agustín): “actuaba junto con ellos y confirmaba la Palabra con las señales que les acompañaban”. “La Ascensión no es un recorrido cósmico sino la navegación del corazón que te lleva del encierro en ti al amor que abraza el universo” (Benedicto XVI).
A este navegar del corazón Jesús llama a un pequeño grupo de hombres temerosos y confundidos, un grupo de mujeres valientes y fieles, y les confía el mundo: Y partieron y predicaron en todas partes...
Los empuja a pensar en grande y a mirar lejos: el mundo es suyo. Y lo hace porque cree en ellos, a pesar de que han entendido poco, a pesar de que han traicionado y renegado, y todavía muchos duden.
Y cuanta alegría me da escuchar que confía en mí, en estas mis manos, en este mi corazón, más de lo que confío yo mismo; sabe que hasta yo puedo contagiar de cielo y de la novedad que me ha confiado. ¿Será posible? Lo es, creyendo el último versículo: y ellos partieron y predicaron por todas partes, mientras el Señor actuaba con ellos.
Palabra extraordinaria que me alcanza también, aquí y ahora: “El Señor actuaba junto con ellos”, inseparables su energía y la del Señor, una sola fuerza, una misma savia, una misma vida. Nunca solos. Última definición de Jesús según el Evangelio de Marcos: Jesús es energía que actúa contigo para la vida.
Jesús nunca se cansa de dar vida a toda creatura, en cada rincón de la tierra, no te abandona: está contigo en cada gesto que tienes de bondad, cuando ofreces una palabra fresca y viva, cuando construyes la plaza. Sus manos en tus manos; él, el Amor, en todo amor; tierra profunda de tus raíces, cielo de tu cielo.
Existir es coexistir, en sinergia con Cristo y para los demás. Impondrán las manos a los enfermos y estos sanarán: Imponer, poner tus manos sobre alguno, como una caricia, como un gesto de curación, con el arte de la proximidad. No se podría comenzar a hablar de moral, de ética, de evangelio, si no se experimenta un sentimiento de sanación para algo o para alguien.
El leproso de Asís comienza a sanar cuando Francisco lo abraza; regresa a su humanidad cuando es aceptado así como es, todavía enfermo; se hace plenamente hombre cuando Francisco le impone no solo las manos, sino el abrazo, cuerpo a cuerpo. Si te acercas a quien sufre y lo tocas, con manos y ojos que acarician, esa carne en la que quema el dolor, podrás sentir una sinergia divina, podrás sentir que Dios salva, y lo hace a través de las personas.
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!
Fr. Arturo Ríos Lara, ofm.
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