martes, 18 de agosto de 2020

Reflexión 231: Atar las manos del castigo


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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina


Reflexión 231: Atar las manos del castigo


Si fuera un delincuente, encarcelado por algún delito, lo más probable es que vea la vida desde una perspectiva muy diferente a la de los demás. Todos los días anhelaría que le quitaran el castigo y que se restaurara su estado de libertad. Sin embargo, la sociedad secular rara vez ofrece un acto de misericordia de este tipo. En cambio, la dureza y el juicio son la norma. Pero Dios es muy diferente. Dios está perfectamente consciente de todo lo que has hecho en violación de Su ley. Ve hasta el más mínimo pecado. Y al final, Él administrará Su estricta justicia sobre todos aquellos que no han sido bañados en la justicia de Su Misericordia. Así que báñese en Misericordia ahora y ayude a otros a hacer lo mismo. Dios ofrece esta Misericordia de diversas formas. Una forma específica en la que Dios ofrece la Misericordia que apacigua Su juicio es a través de su corazón. Al ofrecer diariamente su corazón a nuestro Señor y al ofrecerlo diariamente por los demás, el juicio de Dios se transforma. Él ve tu santo corazón, entra en él y luego te permite ofrecerlo para la santificación de otros. De esta manera puedes ganar muchas almas para Dios a causa de Su perfecta justicia de Misericordia (VerDiario # 1193).

Cuando miras a los demás, ¿qué ves? ¿Ves a un pecador que merece el castigo por sus pecados? Si es así, tenga cuidado porque así es como Dios a su vez lo verá. Esfuércese por ver los pecados de los demás como oportunidades para orar por ellos y como oportunidades para convertirse en un instrumento de la Misericordia de Dios. Dios te invita a participar en este acto de expiación y no te niega nada cuando te comprometes con este acto de amor.

Señor, transforma la forma en que veo a los demás, especialmente al pecador. Ayúdame a retener mi propio juicio y, a su vez, a ofrecer mi corazón lleno de amor como un acto de Tu Divina Misericordia. Limpia cada alma, querido Señor, y perdona cada pecado por mi amor por Ti. Jesús, en Ti confío.

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