La Iglesia recuerda hoy en la liturgia a Santa Marta, aunque el martirologio extiende la conmemoración también a sus dos hermanos.Marta y María, las amigas de Jesús, son un canto a la amistad. Marta y María se han convertido en figuras de cualquier ser humano que sufre el dolor de la enfermedad y la muerte. Son modelo de esperanza a pesar del dolor
La Iglesia recuerda hoy en la liturgia a Santa Marta, aunque el martirologio extiende la conmemoración también a sus dos hermanos. Su nombre procede del arameo y significa dama, señora. Marta aparece en dos Evangelios. Juan y Lucas hablan de ella y la presentan siempre junto a sus hermanos María y Lázaro, que fue resucitado por Jesús. Los tres viven en Betania, aldea cercana a Jerusalén, por la que el Señor solía pasar con frecuencia para descansar en casa de sus amigos.
Del Evangelio de Lucas se deduce que Marta era la mayor de los tres hermanos porque recibió a Jesús «en su casa» y porque se afanaba por los quehaceres del hogar (cf. Lc 10, 38-41). De todos modos, sea cual fuere el orden, la relación de los tres hermanos con Jesús es muy particular y no parece que uno sea más que otro. A los tres los quiere el Maestro y a los tres busca en los momentos en que necesita un descanso sereno y pacificador.
Marta y María reciben a Jesús en su casa (Jn 10, 38-41) y juegan un papel muy importante en la resurrección de su hermano. María unge los pies a Jesús en Betania, seis días antes de la Pascua, mientras que Marta sirve la cena a los comensales.
La casa de los amigos
Vernos a Marta y a María en el Evangelio de Lucas. Jesús entró en una aldea y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa» (Lc 10, 38). Seguramente que la visita no fue improvisada. Marta sabía que el Maestro se hospedaría en su casa y „andaba inquieta y nerviosa». Seguramente lo había preparado todo para recibir a Jesús y se afanaba en tenerlo todo a punto para su esperado huésped.
María, su hermana, se había desentendido de las faenas de la casa y estaba dedicada exclusivamente al Maestro. Muchas veces se nos ha presentado a Marta en oposición a María. Una elige la acción y otra la contemplación. Dos estilos de vida que se comparan para elegir uno como más perfecto que el otro.
Pero no debió de ser así. Una mezcla de sentimientos se apoderaría del corazón de Marta. Ella también querría estar sentada a los pies de Jesús, escuchándole y haciéndole preguntas. Sin embargo. había que preparar la comida y el alojamiento. De una manera indirecta, estaba dedicada totalmente a Jesús. Por él y para él trajinaba. Pero nadie se daba cuenta. Ese «andaba inquieta y nerviosa», que nos dice Lucas. podría tener múltiples causas: el afán por ofrecerle a Jesús lo mejor, el no entender por qué su hermana no la ayudaba, el querer terminar pronto lo que estaba haciendo para estar con su huésped... Todo, menos preferir las tareas de la casa a estar con Jesús.
La vida frente a la muerte
Juan dedica el capítulo 11 y parte del 12 a hablar de los amigos de ,Jesús: Lázaro, Marta y María, que vivían en Betania. Jesús era muy amigo de Marta, de su hermana y de Lázaro» Un 11, 5). No sabemos cuál de los tres fue el primero en conocer a Jesús. Pero sí queda claro que se relacionan y se ayudan.
El capítulo 11 nos cuenta la resurrección de Lázaro. Juan sitúa este milagro en Betania, la aldea donde vivían los amigos. Entre la fiesta de la Dedicación, que se celebraba en invierno (10, 22) y la fiesta de la Pascua, propia de la primavera (11, 55). Según este evangelista parece que la furia de los judios que buscan matar a Jesús está provocada por este hecho milagroso: Lázaro, que estaba muerto, ha vuelto a la vida. […]
La enfermedad del amigo servirá para honrar al Hijo de Dios. El sueño-muerte del amigo pondrá de manifiesto el poder de la vida y la resurrección. La muerte y resurrección de Lázaro serán causa de la muerte y glorificación de Jesús.
[…] Leyendo detenidamente el capítulo 11 de San Juan, advertirnos que en el fondo del relato, Marta, María y Jesús hablan de muerte y vida, de tinieblas y de luz. Jesús lleva la vida y la resurrección. Él es la luz de este mundo, Marta y María están envueltas en el dolor y la oscuridad, Hablando con Jesús vislumbran algo de su resplandor y creen que es posible la vida, aun estando muertos. Pero se empeñan en llevarle a la oscuridad del sepulcro. Es la mezcla de la fe y la impotencia ante la pérdida de un ser querido. Creemos que resucitará, pero lo cierto es que sólo tenemos su cuerpo enterrado en una tumba.
Jesús, Marta, María y los judíos que estaban con ellas fueron al sepulcro. Y ocurrió el «signo»» de la vida. Ninguna de las hermanas había pedido a Jesús que resucitara a su hermano. No se atrevieron a tanto. Sin embargo, era necesario aquello para que muchos creyeran y para que se manifestara el poder de Dios.
Muchos judíos que presenciaron lo que había hecho jesús, creyeron en él» (11, 45). Otros fueron a contárselo a los fariseos. He aquí el signo de contradicción: Ven la gloria de Dios y se preguntan ¿qué hacemos?» (11, 47-48). Y desde aquel día estuvieron decididos a matarlo» (11, 53-54).
El evangelista no nos cuenta cuál fue la reacción de las hermanas de Lázaro, pero sabemos que volvieron a encontrarse otra vez los cuatro en Betania.
Marta y María, las amigas de Jesús, son un canto a la amistad. Marta y María se han convertido en figuras de cualquier ser humano que sufre el dolor de la enfermedad y la muerte. Son el símbolo de la impotencia a pesar de la fe. Son modelo de esperanza a pesar del dolor.
Marta y María han metido a Jesús en su casa y le han hecho partícipe de sus vidas. Cuentan con él. Acuden a él. Le acogen en todo momento. […]
Julia Villa García
Texto tomado de: Martínez Puche, José A. (director),
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