4 DE JULIO DE 2019
ANTHONY LILLES
Nota del editor: Hoy, 4 de julio, se conmemora la observación del Día de la Independencia en los Estados Unidos, una celebración de la libertad. A menudo se nos recuerda que esta gran libertad terrenal nuestra no fue gratuita, sino que se compró con la sangre de nuestros compatriotas. Así también se nos da la libertad de amar. Así también fue comprada esta libertad con la sangre de alguien. Agradecemos al Dr. Anthony Lilles por este recordatorio, ya que nos separamos hoy para agradecer a Dios por la auténtica libertad de todo tipo.
El viaje fuera de uno mismo y hacia Dios es largo y arduo. Este camino atraviesa un abismo sin fondo, y seguimos sin darnos cuenta de la fatalidad que amenaza debajo de nosotros.
El progreso se mide solo por una mayor libertad para amar, porque solo en el amor se despliega la verdad de nuestras vidas. El Único Dios no es indiferente a nuestra situación, pero no nos obligará a seguir nuestro camino. Sin embargo, su amor olvidado hace mucho tiempo es el océano en el que navegamos. Entonces Él nos atrae sutilmente con el propio dinamismo del Amor hasta que creemos y decidimos establecer nuestro rumbo con Su voz.
El Señor está motivado solo por Su deseo de que no perezcamos, sino que lleguemos a conocerlo de la manera más profunda y personal. En este excelente conocimiento, la eterna Amistad ofrece la sorprendente promesa de la verdadera amistad. Ante esta oferta tierna y sincera, descubrimos nuestra pobreza: esa profunda hostilidad oscura hacia Dios y las cosas de Dios. Este abismo de muerte nos atrae y amenaza con encarcelarnos hasta que nada bueno, noble o verdadero de nuestras vidas esté vivo. Estar atrapado en nuestro propio ego, esto es estar ya muerto.
Sólo la libertad de amar más allá de nosotros mismos nos permite vivir. Aquí, ante el misterio de la muerte donde nuestros vacíos e insuficiencias se hacen sentir, también descubrimos la gracia.
Pedimos ayuda porque este don ha evocado nuestra oración: el don de la nueva vida que ganó la pasión y muerte de Cristo. Es la gracia la que nos permite luchar contra nuestra hostilidad hacia Dios. Por pura gracia, encontramos ese pasaje abrupto que sale de la prisión de nuestro propio ego y en esos mares abiertos, en los que solo se encuentra la libertad de amar.
Si pensamos que estamos haciendo todo el trabajo debido a la determinación y la perseverancia que exige la libertad de amar, estamos equivocados. Todas las pruebas, dificultades, sacrificios y renuncias que el amor requiere son solo una respuesta frágil a un amor más grande que ya nos ha prodigado. El Padre nos atrae cuidadosamente por su Palabra y el don del Espíritu Santo en este misterio oculto. Si somos tímidos y no confiamos en la inmensidad de su amor, el Espíritu Santo engendra una nueva confianza y la Palabra no solo revela por qué debemos confiar en el Padre sino que nos comunica su propia confianza en nosotros, la confianza de un hijo de Dios.
Entonces, la Trinidad es paciente y gentil, y realiza el trabajo más delicado incluso en nuestra inconstancia y tibieza. Evitamos, demoramos, postergamos. Él espera, corre, abraza. Con una expectativa anhelante, Él ordena eventos, incluso haciendo uso de catástrofes, de modo que, aunque no lo sepamos, nos encontraremos repentinamente implicados en Su amor. Tales son las corrientes profundas de la Santísima Trinidad.
Nos embarcamos en un mar pacífico y creemos que hemos encontrado la paz hasta que inesperadas oleadas poderosas nos hundan en profundidades que no sabíamos que existían, abismos más profundos que la muerte. Nunca hubiéramos deseado ir a lugares tan difíciles, y sin embargo, nuestra fe nos ayuda a darnos cuenta de que de alguna manera esta angustia presente es buena, aunque esa bondad parece estar oculta a la vista. Sin embargo, creemos, porque en estas profundidades se encuentran las alturas del amor de Dios, su longitud y amplitud, dimensiones cruciformes demasiado grandes para que este frágil mundo las sostenga.
Y solo aquí estamos, por fin, descansados en esa paz para la cual fuimos hechos.
Qué paradoja . La Trinidad quita cierta paz que pensamos que manteníamos segura para dar otra paz más maravillosa. Él mismo nos mantiene a salvo en esta quietud tranquila con una seguridad más segura que la muerte misma. Porque en estas misteriosas corrientes de la Santísima Trinidad, la libertad del amor vive plenamente.
Esta publicación apareció originalmente en Beginningtopray.blogspot.com como "Mysterious Currents of the Trinity".Beginningtopray . blogspot . com como "Misteriosas Corrientes de la Trinidad".
Imagen destacada cortesía de Unsplash.
Foto del barco utilizado con permiso de Pixabay.
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