Posted: 02 May 2019 08:00 AM PDT
"Mi Alma está triste hasta el punto de morir;
quedaos aquí y velad conmigo"
Evangelio de San Mateo, cap. 26, vers. 38
La devoción de la HORA SANTA tuvo su origen en la oración que Jesús hizo en el Huerto de Getsemaní, la víspera de Su muerte en la noche del Jueves al Viernes Santo.
Su institución se debe a Nuestro Señor mismo, que la pidió a Su fiel Santa Margarita María de Alacoque, religiosa de la Orden de la Visitación, en estos términos:
“Todas las noches del Jueves al Viernes, te haré participante de aquella mortal tristeza que quise sentir en el Huerto de Getsemaní… Y para acompañarme en la humilde oración que presenté entonces a Mi Padre, te levantarás entre once y doce de la noche; y prosternada, pegando el rostro con la tierra, procurarás no sólo aplacar la Ira Divina pidiendo gracia para los pecadores, sino también endulzar de alguna manera, la amargura que sentí por el abandono de Mis Apóstoles, a quienes reprendí por no haber podido velar una hora conmigo”.
El compromiso formal es de una hora de Adoración Nocturna al mes; pero muy numerosos son los que la hacen dos veces y aun cada semana. Esto por la santificación del Hogar y la conversión de pecadores.
La idea dominante que inspira todo el hermoso ejercicio de la Hora Santa y de la Adoración Nocturna es éste: Jesús Agonizante en Getsemaní está triste hasta la muerte y pide a los tres Apóstoles preferidos que velen con Él una hora, que le consuelen. Y como los apóstoles soñolientos, así a Margarita María, Jesús le dice en tono de súplica: ¡levántate, ven y consuélame!.
Consolar al Corazón dolorido de Jesús, poner en la Llaga de su Costado, bálsamo de
amor y ternura, y esto con mortificación, con generosidad en el sacrificio, ¡tal es el sublime ideal de nuestra vela nocturna!
La Hora Santa es, pues, una hora de deliciosa intimidad entre el Adorable Agonizante de Getsemaní y nosotros, sus confidentes y amigos.
MEDITACIONES del Padre Mateo Crawley
para LA HORA SANTA
(Busquemos la intimidad con Jesús en Getsemaní; apaguemos la televisión,
el teléfono móvil...alejemos de nuestra mente preocupaciones mundanas
Adorámoste, Jesús Sacramentado, y bendecímoste, que por la gracia de Tu Corazón Divino estás redimiendo el mundo... Sálvanos en Él, como lo prometiste a tu sierva Margarita María... sálvanos, te lo rogamos, por el amor de Tu Madre Inmaculada...
(De rodillas, y con gran recogimiento interior, pedidle luz para conocer su Divino Corazón y gracia para amarle y darle gloria)
Confidencia de Jesús. No me habéis elegido vosotros a Mí... Yo os he predestinado a vosotros y os he seleccionado entre millares para que participéis aquí, en Hora Santa y sublime de intimidad conmigo, de las confidencias, de las ternuras y de las gracias que os tengo reservadas en Mi lastimado Corazón...
Acercaos, tendedme los brazos, arrancadme las espinas, brindadme consuelo..., pues desfallezco de amor y de amargura..., acercaos. ¡Oh he amado tanto..., tanto!...
Si os encontráis aquí en la cena deliciosa de Mi Caridad, vecinos al Señor de los Ángeles, sintiendo los ardores de Mi Corazón... es porque os preferí gratuitamente. Vosotros sí que sois los Míos..., habéis sido los siervos y sois, ahora, los hijos...
Venid, pues, y comed conmigo, a la sombra de Getsemaní, el pan de mMs dolores... Necesito desahogar Mi Alma con vosotros, pues en Ella hay tristezas que los Ángeles no conocen, y lágrimas que no corren en el Cielo... Siento ansias de hablaros en confidencia dolorosa, la más íntima... Que si no podéis penetrar todo el abismo de Mis congojas, no importa; lleváis, como Yo, una fibra que solloza, y que, herida por la tempestad, gime con angustia...
Los Espíritus Angélicos vienen a sostenerme en este Huerto de la Agonía...; pero vosotros estáis mucho más cerca que ellos del mar de Mis quebrantos...; vosotros podéis beber Mis lágrimas..., podéis endulzarlas, sufriendo Mi Pasión y Mis dolores...
Desentendeos, pues, del mundo, dejad su mentira y el recuerdo de sus devaneos, y aquí, a Mis plantas, condoleos con el Dios encarcelado, que quiere participaros Amor doliente, Amor crucificado..., aquel Amor que, entre estremecimientos de agonía, dio la paz y dio la vida al mundo.
(Para leer el texto completo sólo tiene que tocar AQUÍ)
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