29 enero 2019
El prelado tuvo una tertulia con universitarios y jóvenes profesionales en el Centro Universitario Miravalles. Mons. Ocáriz sugirió a los presentes que dieran “gracias a Dios por la formación cristiana que recibís, sabiendo que la formación no termina nunca. El fin de esa formación es identificarnos con Jesucristo y esa formación debemos recibirla con una actitud activa, para que lleguemos a tener los mismos sentimientos de Cristo”.
Y, cuando no vivimos según Cristo, “siempre podemos acudir a la confesión, que nos puede levantar. La fuerza viene de la Sangre de Cristo, y por eso vale la pena desear ser almas de Eucaristía”.
El prelado les recordó que continuaran rezando por el Papa Francisco, y “por todo el mundo, pues hay sitios donde lo están pasando verdaderamente mal. En lo concreto, que esto os mueva a tratar mejor a los demás y a cuidar la fraternidad, en casa y con los amigos”.
Isaac hizo la primera pregunta. Está estudiando Veterinaria y ya colabora en una finca, con vacas y cerdos. ¿Cómo descubrir lo hermoso de la virtud de la pureza? “El sexo no es algo oscuro –respondió el prelado-. Pero por ser una realidad tan buena, tan grande y tan noble, su corrupción es fatal. En cambio, si luchamos por vivir ordenadamente esa realidad, nos llenamos de alegría, de capacidad de pensar en los demás. Todos tenemos que luchar, sin desanimarnos. Así será hasta el final de nuestros días”.
José Luis contó que es de Venezuela, aunque está estudiando en Costa Rica. “Pero deseo con todas mis fuerzas volver a mi país para ayudar a mi gente”. El prelado le dijo que reza mucho por Venezuela para que no haya más penuria, ni violencia.
Nacho preguntó sobre cómo proteger y empoderar más a la mujer en una sociedad donde no se le respeta suficientemente y hay muchas faltas a su dignidad. Por su parte, Tomas y Mariano regalaron a monseñor Ocáriz una camiseta de la selección de Costa Rica -“la sele”- con motivo del aniversario de su elección y nombramiento como prelado del Opus Dei. La parte de atrás de la “roja” decía “El Padre”.
Juan Félix contó que él es “Juan Félix 3”, y que tanto su abuelo como su papá y él se llaman igual y los tres son supernumerarios del Opus Dei. Comentó que recientemente había pedido la admisión y preguntó cómo mantener viva la ilusión de su vocación y no perder el entusiasmo. “Todos tenemos vocación. Ninguna persona es indiferente al Señor. Dios para todos tienen un plan. No depende del entusiasmo; no hay que confundir la seguridad de la vocación con el entusiasmo. Es la respuesta a una llamada de Dios”.
Fernando Quesada, de 21 años, estudiante de Ingeniería Industrial preguntó sobre cómo incluir el respeto a la creación en nuestro camino a la santidad. “La santidad está en todo porque podemos encontrar a Dios en cualquier cosa y actividad. El respeto y cuidado por la creación está tanto en no talar un bosque cuando no debe hacerse, como en talarlo cuando debe hacerse, si eso supone un bien del ser humano. Todo depende del orden con el que se hacen las cosas”.
Previamente, monseñor Fernando Ocáriz había mantenido otra catequesis con mujeres que frecuentan los medios de formación que ofrece el Opus Dei. El prelado les habló sobre la importancia de “afrontar todas las situaciones de nuestra vida, alegrías y tristezas, del mismo modo en que lo haría Jesús”.
Maripaz Villalobos, estudiante de educación preescolar, preguntó cómo navegar en las redes sociales. “Puedes estar presente –fue la respuesta- y hacerlo de manera muy positiva. Al mismo tiempo, te exigirá mucho dominio de ti misma, para no dedicarle más tiempo del necesario”.
Rosa, de Guatemala, se interrogó sobre cómo confiar en la voluntad de Dios, cuando no es fácil de aceptar. “Efectivamente –dijo el prelado- Dios tiene un propósito para cada uno que muchas veces nos es difícil de comprender, porque el Señor permite contrariedades y fracasos. San Josemaría, que tuvo mucho que sufrir, nos enseñó que podemos llorar o no entender muchas cosas, pero que no debemos admitir la tristeza. Si tenemos fe, creemos en el gran amor de Dios por nosotros. Dios nos quiere santos, que no significa ser perfectos; Él nos quiere con nuestros defectos, pero siempre luchando”.
Paula, estudiante universitaria, contó que ha participado en la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, y cuánto le había impactado la cantidad de jóvenes de diferentes latitudes que conforman la Iglesia. “Eso nos debe ayudar –dijo Mons. Ocáriz- a ver en los demás el amor que Dios tiene por cada uno. Procuremos verlos con sus ojos. A veces puede resultar un poco complicado, pero se logra pidiéndole a Dios esa caridad para tratar a cada persona”
Además, el prelado recordó que para tratar a la gente que no comparte la misma fe, primero hay que quererla y pensar que Dios se quiere dirigir a ellos a través de nosotros, “no porque seamos mejores, sino porque hemos recibido más de Dios. Debemos rezar por las personas alejadas de Él”.
28 de enero de 2019
Mons. Ocáriz inició subrayando la importancia de la alegría: “El deseo de Dios es que estemos contentos, que nuestra alegría sea completa; esto se logra con su gracia y ayuda. Para ser felices hay que tener un corazón enamorado de Dios y Él nos dará la fuerza para querer a todos: familia, amigos y compañeros”.
La primera pregunta fue de Marjorie, quien cumplirá pronto 55 años de casada; le planteó cómo comprender y darnos cuenta de que tenemos mucho que aportar a nuestras familias. “Tú misma te has dado cuenta de que lo más grande que podemos hacer es dar a conocer a Cristo, tratarlo y llevarlo a todas partes en respuesta a todo lo que Él nos ha dado; principalmente en la propia familia”.
Luego, el prelado respondió a Jéssica, quien es de Perú y llegó a Costa Rica por motivos laborales. Preguntó cómo llevar la luz de la fe a mucha gente: “Aprovecha las situaciones de la jornada para conocer más gente, pide luces al Espíritu Santo”.
El prelado resaltó el valor de la fraternidad en las familias, entre amigos y con los colegas. Gabriela, madre de siete hijos, quiso saber cómo vivir la caridad con los seres queridos que difieren de las propias ideas: “Ser amigo, marido o madre requiere un esfuerzo espiritual. Para entender a quienes están a nuestro alrededor, primero debemos ver en ellos lo bueno, lo positivo, lo mejor de cada uno. Todos valemos muchísimo y ante esa realidad no caben distinciones: las diferencias deben llevarnos a querernos y valorarnos más”.
"LO MÁS GRANDE QUE PODEMOS HACER ES DAR A CONOCER A CRISTO, TRATARLO Y LLEVARLO A TODAS PARTES"
Claudia quiso saber cómo no desanimarse al tratar de acercar a Dios a los demás, cuando la gente piensa en que no tiene tiempo para el Señor.“No te desanimes. Piensa cuánto costó a san Josemaría comenzar la Obra. Al mismo tiempo, ten conciencia de que nuestro trabajo nunca es en vano. Cuando uno hace las cosas por Dios, todo es para su Gloria”.
El prelado resaltó el papel de las cooperadoras y los cooperadores, quienes apoyan la labor de la Obra para que salga adelante en sus diferentes iniciativas.
La última en preguntar fue Laura, casada, quien a pesar del poco tiempo que quedaba aprovechó para hacer dos preguntas al Padre: la primera sobre cómo contribuir a favor de la cultura de la vida, y la segunda cómo hablar a los jóvenes recién casados para que perseveren en su matrimonio.
“El aborto es un asesinato a un inocente –dijo el prelado respondiendo a la primera cuestión-; es una persona distinta. No nos dejemos llevar por la corriente, por desgracia, dominante”. Respecto a la segunda pregunta respondió, “cuando un matrimonio se rompe muy rápido es porque falta amor. El amor no es la ilusión inicial, que pasa; el amor es desear el bien de la persona. Debemos enseñar qué es el amor a los más jóvenes”.
27 de enero de 2019
El Padre llegó a San José (Costa Rica) a las 16:15 h. proveniente de Panamá. Al llegar al Centro Universitario Miravalles, residencia de la Obra donde se alojará durante sus días en San José, le esperaban varias familias para darle la bienvenida.
Una de las familias vive en Ciudad Neilly, cerca de la frontera con Panamá; otra en San Luis de Santo Domingo de Heredia y otra en Curridabat, suburbio de la ciudad capital. Pudieron conversar varios minutos y al final el prelado les impartió su bendición.
Posteriormente saludaron a monseñor Ocáriz varios universitarios y un grupo de fieles de la Obra que le esperaban en Guaitil, Academia de Alta Cocina, contigua a Miravalles.
En uno de esos encuentros, José Daniel comentó al prelado que su novia y varios de sus amigos habían leído con él “Camino” y cómo les había ayudado. El prelado habló sobre la necesidad de no tener miedo a Dios y de hablarle como a un amigo. “La Sagrada Escritura da numerosas veces el consejo de no temer a Dios, y de sabernos siempre acompañados por Él. San Josemaría decía que quien tiene miedo no sabe querer. No temamos si Él nos pide más de lo que queremos dar”.
25 de enero de 2019
El prelado acudió al Centro Universitario Entremares, centro del Opus Dei muy cercano al Campo Santa María La Antigua, epicentro de algunas de las principales reuniones de la Jornada Mundial de la Juventud.
En Entremares celebró la Santa Misa. En la breve homilía hizo alusión a la festividad de la Conversión de san Pablo. Animó a los presentes a pedir al apóstol de las gentes por la conversión de cada uno de los asistentes a los actos con el Santo Padre: “No solo por conversiones de gente que no tiene la fe sino también para que cada uno de nosotros dé pasos adelante hacia el Señor”.
Tenemos que desear “la conversión permanente”, señaló. “Como san Pablo, nos encontramos continuamente con el Señor, que nos dice: ‘¿A qué esperas? ¿Por qué te retrasas? ’ Pidamos al Señor que nos haga reaccionar”. Solicitó también oraciones por los cristianos perseguidos o que encuentran especiales dificultades.
‘¿A QUÉ ESPERAS? ¿POR QUÉ TE RETRASAS? ’
Mons. Ocáriz se trasladó luego al Centro de Convenciones Vasco Núñez de Balboa, donde tuvo su primera tertulia de catequesis en el marco de la JMJ. Al comienzo, se entretuvo unos minutos con un grupo de jóvenes que habían acudido desde Venezuela. A la primera catequesis asistieron más de 1.500 chicas procedentes de diversos países: desde Panamá hasta Filipinas. Las jóvenes le recibieron haciendo una “ola especial”, en alusión a los dos mares (Atlántico y Pacífico) en los que se encuentra Panamá.
Nada más comenzar, el prelado pidió oraciones por el Papa Francisco. También habló sobre la alegría, diciendo que “nuestra finalidad es querer cada día más al Señor” y que estando cada una en su sitio es donde le espera la felicidad. Zugeilys, de Panamá, hizo la primera pregunta. Después continuaron María José (Colombia), Natalia (Brasil), Guadalupe (Uruguay), Sofía (El Salvador), Karin (Chile), Regina (México), Tita (Guatemala) y María Gabriela (Brasil).
“Es posible sufrir, es posible llorar, pero ¿estar tristes?, no", dijo el prelado. También habló sobre la vocación que Dios tiene para cada una y cada uno. “Hay que tener valentía para querer, no solo para ver. Cuando decimos sí al Señor, es por una gracia interior. No hay que temer porque la vocación, cualquier vocación, es un don que Él nos hace”.
Por eso, “hemos de poner de nuestra parte ese ‘sí quiero’. Luego, hay que dejarse aconsejar, hacer oración y acudir con toda la frecuencia que se pueda a la Eucaristía”. También habló ampliamente de la libertad: “Porque para comprometerse hay que hacerlo libremente. El compromiso es un modo de ejercer la libertad”, recordó.
Finalmente, mencionó la importancia de la amistad. “Cuando hay verdadera amistad, hay interés por la otra persona. Si es verdaderamente amiga –dijo a una de las participantes-, ella se interesará por tus cosas y tú por las suyas. Ése es un punto de partida y, poco a poco, la amistad se convierte en apostolado; y juntas os acercaréis al Señor”.
Tras recibir a algunas familias, el prelado celebró por la tarde otro encuentro de catequesis con universitarios. Unos 900 jóvenes, la mayoría de Centroamérica, llenaban la sala. Al entrar, se detuvo a saludar a Gerardo, un muchacho en silla de ruedas que recibe formación cristiana en un centro del Opus Dei. Gerardo le regaló al prelado una estampa de san Óscar Romero.
En esa catequesis, Mons. Ocáriz señaló que “san Josemaría nos ha recordado que podemos encontrar al Señor en los momentos de la vida ordinaria. La santidad está al alcance de todos: en el trabajo, en el deporte, en la familia… en todo”. Y añadió: “A veces no entendemos eventos que nos ocurren o que ocurren en el mundo. Para eso, ayuda tener fe”.
Clemente, de Chile, tiene 22 años de edad y pidió al prelado una reflexión para los jóvenes que están considerando la vocación al celibato apostólico. . “Si una persona ve que es el camino que Dios le señala –por las circunstancias, por los signos y por los consejos de quienes les conocen-, que se lance a ello", le respondió. "No hace un favor a Dios con el celibato apostólico. Es Él quien nos está haciendo un don. Recuerda lo que Jesús dijo a la Samaritana: ‘Si conociérais el don de Dios, y quién es el que te lo da...’”.
Francisco, de México, contó que hace dos años estaba muy alejado de Dios y que hoy vive en un Centro de la Obra. “¿Cómo hacer para no abandonar la oración diaria?”, preguntó. El prelado confirmó que ser fieles a un rato de conversación diaria con Dios cuesta. “El catecismo habla de ‘combate’ al hablar de la oración. Requiere esfuerzo. Pero siempre, aunque haya salido mal, ha valido la pena hacerla. Hay muchos métodos para hacer oración. Uno es leer el Evangelio, meterse en las escenas, tratar en ellas al Señor”.
Un joven nicaragüense mencionó las dificultades que atraviesa su país. “No hay que perder la esperanza –respondió el prelado-. Rezad, porque rezando ya hacemos mucho. La Cruz es un misterio, no la entendemos. Es cuestión de fe”.
Otro le preguntó sobre qué hacer cuando se toma una decisión equivocada: “Nadie escoge el mal por el mal. Algo bueno vemos en el mal para escogerlo”. Lo importante es “ser muy sinceros con nosotros mismos para saber que lo que nos hace felices es el bien, el amor, el Amor más grande que es Dios”.
El prelado concluyó con una llamada al optimismo: “No hemos de desanimarnos; san Josemaría nos enseñó a comenzar y recomenzar. Recomenzar siempre acudiendo en primer lugar a donde está la fuerza: en la confesión y en la Eucaristía; en las buenas amistades; en el consejo…”.
Al concluir, los participantes le regalaron un sombrero típico de Guatemala, bandas de mano de la JMJ y una imagen de la Virgen.
24 de enero de 2019
Mons. Fernando Ocáriz aterrizó el jueves a las 6.45 de la tarde en el aeropuerto de Tocumen (Panamá). Algunos fieles del Opus Dei y voluntarios de la JMJ le acompañaron a la capilla, donde pocos días antes se había inaugurado una placa que recuerda el paso por aquel lugar de diversos santos, entre los cuales está san Josemaría. El prelado rezó ante una imagen de la patrona de Panamá, santa María la Antigua.
A continuación, fue al centro de convivencias Cerro Azul, situado en unas montañas cercanas a Tocumen.
Al llegar, saludó a las fieles de la Obra que le esperaban en el Centro de Capacitación Tagua, un centro que promueve proyectos educativos en beneficio de la mujer panameña.
En Cerro Azul, quienes le acompañaban le contaron anécdotas de la JMJ, del Papa, y le transmitieron el ambiente que había entre las personas jóvenes que se han dado cita en Panamá.
21 de enero de 2019
El arzobispo metropolitano de Panamá, José Domingo Ulloa, inauguró el pasado 21 de enero en el Aeropuerto Internacional de Tocumen (Panamá) una placa que recuerda los santos y beatos que llegaron al país a través de este aeropuerto.
Resumen del viaje pastoral que emprenderá el prelado tras la JMJ.
El texto dice: “En recuerdo del paso por este Aeropuerto Internacional de Tocumen - Panamá, de: San Juan Pablo II, Papa; San Óscar Arnulfo Romero, arzobispo; San Josemaría Escrivá de Balaguer, Fundador; Santa Madre Teresa de Calcuta, Fundadora; Beata María Romero Meneses, religiosa; Beato Álvaro del Portillo, obispo y de otras insignes personas que hicieron de su vida un servicio a la Humanidad”.
“Así queda para la historia que grandes personajes han pasado por este aeropuerto”, señaló el arzobispo.
La placa continúa: "Siendo Arzobispo de Panamá S.E.R. Monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, se devela esta placa en conmemoración de la visita de Su Santidad el Papa Francisco, del 23 al 27 de enero de 2019, y de la primera imagen peregrina de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud"
San Josemaría pasó por Panamá camino a Guatemala en 1975. Viajaba desde Venezuela en un viaje de Catequesis.
Monseñor Ulloa lee la placa.
La visita de san Josemaría
En febrero de 1975, a pocos meses de su marcha al cielo, san Josemaría se dirigía de Venezuela a Guatemala y el avión en el que volaba aterrizó en Panamá, en el Aeropuerto Internacional de Tocumen. La labor de la Obra en Panamá no había iniciado (lo hizo en 1996). Con san Josemaría viajaba también el beato Álvaro del Portillo.
Mons. Echevarría —siendo ya Prelado del Opus Dei— viajó a Panamá en el año 2000 y en una reunión con fieles de la Obra recordó aquella breve estancia en tierras canaleras: «Uno mi oración –dijo Mons. Echevarría- a la que hizo aquí, hace 25 años, san Josemaría. Era un sacerdote que el corazón no le cabía en el cuerpo. No pudimos estar más que una hora en el aeropuerto porque era un lugar de tránsito, pero os aseguro que su oración se concentraba sobre esta tierra estupenda, sobre los que estaban entonces, los que nos habían precedido y por los que vendrán».
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