martes, 3 de septiembre de 2019

Santo Evangelio del Día 3 de septiembre

SAN PÍO X,
Papa y Confesor

n. 2 de junio de 1835 en Riese (Treviso), Italia;
† 20 de agosto de 1914

Doble
(ornamentos blancos)


"Sufro por Jesucristo hasta estar en cadenas como un criminal,
pero la palabra de Dios no está encadenada."
(2 Timoteo 2, 9)




Lección
Hermanos:  Como sabéis, confiados en nuestro Dios, tuvimos la valentía de predicaros el Evangelio de Dios entre frequentes luchas. Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño, sino que así como hemos sido juzgados aptos por Dios para confiarnos el Evangelio, así lo predicamos, no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones. Nunca nos presentamos, bien lo sabéis, con palabras aduladoras, ni con pretextos de codicia, Dios es testigo, ni buscando gloria humana, ni de vosotros ni de nadie. Aunque pudimos imponer nuestra autoridad por ser apóstoles de Cristo, nos mostramos amables con vosotros, como una madre cuida con cariño de sus hijos. De esta manera, amándoos a vosotros, queríamos daros no sólo el Evangelio de Dios, sino incluso nuestro propio ser, porque habíais llegado a sernos muy queridos.
I Tesalonicenses II, 2-8


Evangelio
En aquél tiempo: Dijo Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.» Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas.» Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?» Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». 

Juan XXI, 15-17


Catena Aurea


San Agustín. In serm. Pass. 149



En la muerte del Señor temió y negó, pero resucitando el Señor, le quita el miedo y le infunde el amor. Porque cuando negó, temió morir, mas resucitando el Señor, ¿qué había de temer, si veía en El muerta la muerte? Y sigue: "Le dijo: Tú, sabes, Señor, que te amo". Entonces confía sus ovejas al que confiesa su amor. Por eso sigue: "Dice a Pedro: Apacienta mis corderos". Como si no pudiera Pedro manifestar su amor a Cristo de otro modo, que siendo pastor fiel sometido al príncipe de todos los pastores.



Crisóstomo, in Ioannem, hom. 87



El principal bien que nos resulta de este amor, es el de procurar la salvación del prójimo. Prescindiendo, pues, el Señor de los demás Apóstoles, dirige a Pedro estas promesas, porque Pedro era el primero de los Apóstoles, y la voz de los discípulos y la cabeza del colegio. Por esto, después que fue borrada su negación, le invistió como prelado de sus hermanos. No le echa en cara su negación, sino que le dice: Si me amas, preside a tus hermanos, y da testimonio ahora del amor que por todas partes demostraste, sacrificando por mis ovejas esa vida que dijiste que darías por mí.

Sigue: "Vuelve a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?", etc.


San Agustín, ut supra

Con razón pregunta a Pedro: "¿Me amas?" y responde: "Te amo" y le dice: "Apacienta mis corderos". Con esto se demuestra que la dilección y el amor son un mismo sentimiento, pues el Señor no le pregunta en la última vez: ¿Me estimas?, sino "¿Me amas?" Sigue pues: "Dícele por tercera vez: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" Esta es la tercera vez que el Señor pregunta a Pedro si le ama, haciéndole confesar tres veces lo que negó tres veces, a fin de que la lengua no sirva menos al amor que lo que sirvió al temor, y que habló, más por conjurar la muerte que le amargaba, que por despreciar la vida presente.




Sea todo a la mayor gloria de Dios.

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