sábado, 30 de junio de 2018

EL REZO DEL ÁNGELUS





EL REZO DEL ÁNGELUS

El Ángelus, devoción de origen franciscano, que para el Diccionario de la Real Academia Española es «Oración en honor del misterio de la Encarnación», hace una síntesis admirable del misterio, de las personas que intervienen en tan gran acontecimiento y de la misión o actitud de cada una de ellas, con palabras tomadas del mismo Evangelio. En su extremada brevedad, ofrece materia sólida a la vez que asequible para la meditación cotidiana del creyente.

San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, a una virgen llamada María. El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Luego añadió: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús». Y le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra». María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre». A modo de conclusión, san Juan añade en el prólogo de su Evangelio: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros».


Al parecer hay que atribuir al Pobrecillo de Asís el mérito de haber introducido la llamada diaria a la oración en nuestros países. En 1220, Francisco regresó de Oriente Próximo, donde se había encontrado con el Islam. En particular, durante el asedio de Damieta en el otoño de 1219, tuvo la serena audacia de cruzar las líneas enemigas, las de los Sarracenos, para encontrarse con el Sultán de Egipto, Al-Malik. ¿Quedó impresionado por la llamada a la oración de los almuecines, que desde lo alto de los minaretes invitaban a los fieles de Alá a volverse hacia Dios varias veces al día? ¿Soñó con introducir esta costumbre en el Occidente cristiano? De hecho, apenas regresó a Italia, tuvo la profética ocurrencia de escribir una carta a todas las autoridades de los pueblos, de los ediles municipales a los reyes, diciéndoles entre otras cosas:

«Tributad al Señor tanto honor en medio del pueblo que os ha sido encomendado, que cada tarde se anuncie por medio de pregonero o por medio de otra señal, que se rindan alabanzas y gracias por el pueblo entero al Señor Dios omnipotente».

¿Recogieron sus hermanos la sugerencia? Lo cierto es que el Ángelus nació el año 1250 en un convento franciscano de Arezzo, Italia. Según documentos históricos precisos, un tal fray Benito hacía cantar o recitar allí, cada atardecer, al toque de las campanas, una antífona que empezaba por las palabras: «El ángel del Señor anunció a María...». Desde entonces se instauró en los conventos la costumbre de acompañar el bello saludo mariano vespertino con el repique de campanas.

La iniciativa de fray Benito se difundió ampliamente por todos los conventos franciscanos. Así, en 1269, el Capítulo general de Asís, presidido por san Buenaventura, decidió «que, en honor de la gloriosa Virgen, todos los hermanos enseñarán al pueblo a saludar varias veces a la bienaventurada Virgen cuando suene la campana de completas». En 1305, el Capítulo provincial de Padua decretó para la Provincia de Venecia: «Que al atardecer, en todos los conventos se toque tres veces la campana, lentamente, en honor de la gloriosa Virgen y que entonces todos los hermanos se arrodillen y digan tres veces: "Dios te salve, María, llena eres de gracia..."». Por el mismo tiempo, Bonvicino de Ripa, de la Orden de los Humillados, introdujo el toque vespertino de campanas en Milán y alrededores. El papa Juan XXII lo introdujo en Roma el 7 de mayo de 1327.

Al Ángelus de la tarde se añadió pronto el de la mañana. Practicado en Pavía desde 1330, su uso se había generalizado en toda la cristiandad a finales del siglo XIV. El toque del mediodía es más tardío y tuvo motivaciones diversas: honrar la Pasión de Cristo el viernes, implorar la paz, pedir la victoria sobre los turcos... Pero a finales del siglo XV desaparecieron esos usos diversos, y se consumó la unificación del Ángelus. Los tres toques de campanas que acompañan la recitación del Avemaría tienen la finalidad de honrar a María en el misterio de la Anunciación y Encarnación.

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