martes, 22 de agosto de 2017

Mié 23 Ago Evangelio del día Vigésima semana del Tiempo Ordinario - Año Impar

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“ ¿Vas a envidiarme porque soy bueno? ”
Primera lectura
Lectura del libro de los Jueces 9,6-15
En aquellos días, los de Siquén y todos los de El Terraplén se reunieron para proclamar rey a Abimelec, junto a la encina de Siquén.
En cuanto se enteró Yotán, fue y, en pie sobre la cumbre del monte Garizín, les gritó a voz en cuello: «¡Oídrne, vecinos de Siquén, así Dios os escuche! Una vez fueron los árboles a elegirse rey, y dijeron al olivo: "Sé nuestro rey." Pero dijo el olivo: "¿Y voy a dejar mi aceite, con el que engordan dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?" Entonces dijeron a la higuera: "Ven a ser nuestro rey." Pero dijo la higuera: ¿Y voy a dejar mi dulce fruto sabroso, para ir a mecerme sobre los árboles? " Entonces dijeron a la vid: "Ven a ser nuestro rey." Pero dijo la vid: "¿Y voy a dejar mi mosto, que alegra a dioses y hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?" Entonces dijeron a la zarza: "Ven a ser nuestro rey." Y les dijo la zarza: "Si de veras queréis ungirme rey vuestro, venid a cobijaros bajo mí sombra; y si no, salga fuego de la zarza y devore a los cedros del Líbano."»

Salmo
Sal 20,2-3.4-5.6-7 R/. Señor, el rey se alegra por tu fuerza
Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios. R/.

Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término. R/.

Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia. R/.


Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Mateo 20,1-16
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?" Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Alegato antimonárquico
De forma resumida, la fábula de Yotán en la que los tres árboles o arbustos más comunes en Palestina son requeridos sucesivamente para ser rey, se cumple la pauta no escrita según la cual el que vale no quiere y el que quiere no vale. Abimelec se encargará de demostrar con creces esta valoración y de dar la razón a aquellos que tenían no pocas resistencias a la monarquía. Porque Yahvé es el verdadero rey de Israel, pero el pueblo está a otra cosa y no pierde ocasión para solicitar tener rey como el resto de las naciones de su entorno. El olivo, la higuera y la vid, al parecer se refieren a Gedeón que rechazó el título de rey que le ofrecieron; Abimelec, por su parte, parece estar reflejado en la inútil y amenazante zarza: el fuego de la zarza es capaz de quemar los árboles y arbustos aludidos. Abimelec, el incapaz, logra ser proclamado rey en Siquén. Una vez más, Israel vive la tensión de ser de Yahvé o de apartarse de él para ser como todos los pueblos que le rodean. Un rey inepto demostró que puede causar la ruina de una nación, como es patente en la historia de Abimelec.

¿Vas a envidiarme porque soy bueno?
El peso de nuestras valoraciones sobre la equidad no nos facilita ni la comprensión ni la acogida de esta parábola del Maestro. La intención de la misma no es otra que justificar su opción a favor de aquellos que no contaban nada en el plano religioso y social: los pecadores y los pobres. Es, además, una fuerte denuncia contra los que se escandalizan porque el amor cristiano sea gratuito, como el del Dios Padre, y que la salvación se ofrezca a los alejados, a los de la última hora. La hermosa libertad con la que actúa Jesús nos habla del amor y libertad con la que Dios actúa con nosotros que tiene capacidad de trastocar el orden que establecemos sin excepción; por eso, el amor y la libertad que nos trasmite el evangelio posibilita que los últimos sean los primeros y los primeros los últimos. Es el misterio del Reino de Dios que, una vez más, sorprende por sí mismo y, por supuesto, con esta parábola. El comportamiento de Jesús que abre el corazón y los brazos a pecadores y descartados manifiesta que la gracia y la vida que Dios Padre nos ofrece a través de Jesús de Nazaret y su palabra es puro regalo. Quizá la parábola responda a una experiencia de la comunidad de Mateo que, ante la entrada de paganos en la Iglesia, algunos cristianos no entendían que tuvieran el mismo rango que ellos. En cualquier caso, es un texto que nos provoca a revisar nuestras proyecciones sobre la bondad y gracia de Dios, que, por fortuna, desborda incluso lo mejor que podamos pensar. Nos queda aún mucho para ahondar en la normal bondad de Dios. 

La que tuvo el honor de ser la primera en ser reconocida como santa de toda América, Santa Rosa de Lima, elaboró a lo largo de su vida una mística biografía con mucha sencillez, oración y solidaria ascesis, en la que destaca el amor a Cristo Jesús, y así lo predicaba y vivía en su corazón.

¿Revisamos en la comunidad los estereotipos, e incluso prejuicios, que pudiéramos tener con los no creyentes y alejados?


Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)
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