martes, 29 de agosto de 2017

Vocación y vida contemplativa (II)

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Santa Indiferencia
[…]Este anhelo o añoranza produce una sorpendente lejanía y distancia respecto de las preocupaciones  y de los valores por los que la mayoría de la gente se afana. Es un ansia de Dios que hace que uno se sienta extraño a los hombres, como expresaba gráficamente Moisés en el desierto:
“Soy peregrino en tierra extrana” (Ex. 2, 22).
No se trata de un distanciamiento deliberado y egoista del mundo y del prójimo, sino la consecuencia natural de la irrupción de Dios en nuestra vida, que hace que todo lo que no es Él quede relativizado. Es una gracia por la que Dios nos impulsa con fuerza a la entrega de amor al prójimo, pero sin ninguna necesidad egocéntrica de compensación. Esto se experimenta como una gozosa libertad frente a todo lo humano, aunque, a la vez, se vive con el paradójico dolor que supone la permanente tensión creada por la necesidad de entregarse a los demás y la constatación de que ni esa entrega ni nada, fuera de Dios, podrá llenar el alma…
Le llamaremos Santa Indiferencia. (continuará)

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