martes, 29 de agosto de 2017

Vocación y vida contemplativa (I).

Todas/os aquellos quienes experimentan con fuerza el llamamiento a la vida interior necesitan hacer un discernimiento sobre el sentido de dicho llamamiento, para ver si se trata de la gracia-vocación que abre paso a la vida contemplativa en el mundo o monasterio. 
Especialmente a aquellas personas que reconocen en su interior una fuerte inclinación a la oración y a una especial entrega de amor a Dios y, sin embargo, no se reconocen claramente llamados a una vocación monástica; aunque también puede resultar de utilidad a aquellos que se reconocen llamados a dar a su fe la máxima profundidad para que su vida cristiana resulte lo más plena y auténtica posible, aunque no experimenten una gracia especialmente sensible que les atraiga a la vida interior.
Comenzaremos analizando los elementos fundamentales que identifican la llamada de Dios a la vida contemplativa (secular) con el fin de aportar datos objetivos que sirvan para conocerla mejor y realizar un adecuado discernimiento de dicha vocación.
En primer lugar está el “Anhelo y búsqueda de Dios”.
El que ha sido llamado por Dios a la vida contemplativa experimenta un incurable anhelo de Dios que le hace sentir una insatisfacción general ante todo lo que no sea Dios; viviendo apasionadamente lo que expresaba san Agustín: «Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti». Se trata de la consecuencia natural de aquello que nos dice el Señor: «No sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo» (Jn 15,19). Esto, que es común a todo cristiano, se hace dramático en el contemplativo.
Este anhelo es como una polarización permanente e invencible hacia Dios; que puede vivirse tanto de forma «positiva», como experiencia de un fuerte deseo de Dios; o de forma «negativa», como sentimiento doloroso de su AUSENCIA, que genera un gran deseo y mueve con fuerza a buscarlo…y no justamente es ir o confundir que detrás de los “muros del monasterio ” se saciara nuestra sed. 
Hermana/os según se avanza en la vida interior, este anhelo permanece y va creciendo, aunque se hace más sereno porque va perdiendo la inquietud inicial por encontrar el sentido que tienen las nuevas y desconcertantes gracias recibidas.
En este punto hay que dejar sentado que para que permanezca y crezca este deseo interior que pone en marcha la vocación contemplativa es necesario ir respondiendo a la llamada de Dios; de lo contrario el alma puede llegar a un estado de insensibilización que le impida ser consciente de dicha llamada.
(¡“Señor Jesús concédeme la gracia de ser consciente de que tu me llamas a Tu CONOCIMIENTO profundo y regálame la gracia de responder”!).

Hno. Víctor, Comunidad Contemplativa en etapa fundacional

No hay comentarios. :

Publicar un comentario