viernes, 11 de agosto de 2017

En sintonía con el Espíritu Santo

orar con el corazon abierto
ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

En el comienzo de toda oración invoco al Espíritu. «¡Ven Espíritu Santo para que pueda abrir mi corazón a Dios y ser sensible a su mensaje!». Es el Espíritu Santo el que te invita a rezar, quien te enseña los caminos de la oración, el que te sugiere las palabras que surgen de tus propios labios y de tu corazón para dirigirse a Dios. Es el Espíritu Santo el que te acompaña en la plegaria, rezando contigo y tu con Él. De hecho lo hacía siempre con el mismo Cristo. «En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido» (Lc 21:10). O como dice san Pablo en la Carta a los efesios: «Elevad constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu».
El Espíritu Santo ampara tu oración. El Espíritu Santo acompasa las notas de tu sintonía de oración. El Espíritu Santo aviva tu corazón. Sin la fuerza del Espíritu Santo, sin su gracia santificante, sin su estela de sabiduría, la oración se queda en medias palabras. La oración tiene fuerza, viveza, alegría, esperanza cuando brota directamente del Espíritu, dador de vida. Ya lo dice tan bellamente san Juan en el epílogo del Apocalipsis: «El Espíritu y la Esposa dicen: «¡Ven!», y el que escucha debe decir: «¡Ven!» Que venga el que tiene sed, y el que quiera, que beba gratuitamente del agua de la vida».
Encomendarse al Espíritu Santo, el Espíritu de Amor, es una recomendación del apóstol san Pablo que recuerda que el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos orar como es debido; pero el Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables.
¡Ven Espíritu Santo, llena mi corazón con el fuego de tu amor y abre mi corazón al susurro de Dios!


¡Espíritu Santo, Dios de infinita caridad, dame tu Santo Amor! ¡Espíritu Santo de piedad y dulce caridad lléname de tu sabiduría, de tu fuerza y entendimiento! ¡Espíritu Santo, fuente de luz, mándame tu Luz desde el cielo, ilumina mis actos y palabras, purifica mi alma y mi cuerpo y dame tu paz! ¡Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, perdona mis continuas infidelidades hacia la Santísima Trinidad! ¡Espíritu Santo, te adoro con toda humildad, te alabo con toda alegría y te bendigo con toda sencillez; en Ti busco amparo, protección y defensa para salir siempre victorioso de todas mis aflicciones! ¡Espíritu Santo, Dios eterno, cuya gloria colma cielos y tierra, iluminame, guíame, fortaléceme, consuélame y lléname de paz! ¡Espíritu Santo, ven y sana mi pobre corazón repleto de heridas, ayúdame a sobrellevar las adversidades de la vida y que tu misericordia sea mi seguridad y mi protección! ¡Espíritu Santo, Consuelo del alma, que tus santas inspiraciones me llenen para que vea claro, hazme fuerte para salir de cualquier situación, guíame y dirige mis pasos para que no cometa errores, y así, si es tu Santa Voluntad, concédeme el alivio y el consuelo en mis graves angustias, ayúdame en este favor en particular porque mis fragilidad no me permite avanzar por mi mismo! ¡Espíritu Santo, desde lo más profundo de mi ser y de mi corazón creo, espero y confío en Ti, sé que me acompañas cuando estoy débil, y estás a mi lado dándome impulso para seguir, sé que me guías por las mejores sendas, me iluminas y me inspiras con tus dones, sé que me otorgas tu Santo Amor para que no sufra y confío y espero que así seguirá siendo siempre!


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