domingo, 6 de agosto de 2017

Cuando María me invita a la escucha

orar con el corazon abierto

ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Primer sábado de agosto con María, la Virgen de la escucha, en el corazón. Ella, que es la mujer oyente, me invita hoy a la escucha. María hizo suya la Palabra de Dios, profundizó en su interioridad a través de la oración, hizo propia la esencia de la Sagrada Escritura, acogió en su corazón el mensaje del ángel con el fíat más humilde y abrasador de la historia, conservó en su corazón el mensaje de Dios. Toda esta escucha la hizo María desde la fe, desde el acogimiento, desde la aceptación de la voluntad divina. Toda la escucha de María se resume en una frase hermosa y llena de serenidad: «¡Hágase en mi, según tu Palabra».
En la escucha María creyó siempre. En la escucha María se sometió por completo a la voluntad de Dios. En la escucha vivió María absorta en la Palabra de Dios. Desde la escucha María creyó en el misterio. En la escucha María vio cumplidas las promesas del Señor. Desde la escucha María se convirtió en Bienaventurada. Desde la escucha María se llenó de gracia.

En esta actitud de humilde escucha, María marca el camino del cristiano. Marca la senda de la Iglesia. María propone una escucha firme en la fe y esperanzada en la palabra divina. Y desde la escucha conservaba y meditaba en su corazón todo lo que había visto y oído.
Solo desde la escucha fue posible la Encarnación. La visita a su prima santa Isabel. El nacimiento en Belén. La huida a Egipto. El silencio de los años de vida oculta en Nazaret. Las palabras de Simeón anunciando que una espada traspasaría su corazón. El episodio de la perdida del Niño Jesús en Jerusalén. Las bodas de Caná. Los años de predicación de Jesús. Y, fiel a la Palabra, tuvo la entereza de formar parte del vía crucis y la muerte en Cruz de Jesús.
«Haced lo que Él os diga», señaló María en Caná. Es desde la escucha donde debo permanecer atento a la palabra, al mensaje de Jesús, a los acontecimientos de mi historia. Dios habla siempre como hizo con María. Pero hay que estar atento al susurro del Espíritu como María. Y puede hacerlo por la palabra de una familiar o de un amigo, por un acontecimiento inesperado, por una homilía de un sacerdote o de un testimonio de un laico, por una contrariedad, por una enfermedad, por un suceso gozoso… Se trata de, como María, estar atentos a la voz que viene de lo alto y saber conservarlo en el corazón.

orar con el corazon abierto

¡Santa María, Madre de Dios, Señora da la Escucha, de la Palabra y de la Oración, ruega por nosotros y por el mundo entero! ¡María, Señora de la Escucha, enséñame a guardar en el corazón todo lo que viene de Dios! ¡Enséñame, María, a proclamar al Dios vivo y a dar testimonio de Jesús! ¡Hazme, María, como lo fuiste tu humilde y servicial con el prójimo, solícito y entregado, constructor de un mundo más justo, artífice de justicia, acogedor de los que lo necesitan, abierto a la Palabra! ¡Quiero mirarte en Ti, María, que eres en si misma un canto de alabanza! ¡Quiero agradecerle a Dios las grandes cosas que ha hecho en Ti que te nos ha dado como modelo y como Madre; que aprenda de Ti tu capacidad de escuchar, acoger, amar y entregarse! ¡Quiero aprender de Ti, María, a decir que «Sí» con amor a los planes que Dios tiene pensados para mi vida! ¡Bendita eres María, Madre de la Escucha, porque me enseñas a recibir con gozo los mensajes de Dios y me muestras que debo entregarme decidido a su plan salvador! ¡Bendita eres, María, elegida de Dios, Señora de la Escucha, que agradaste a Dios por ser humilde y estar siempre dispuesta al servicio; que seas el espejo donde mirarme 



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