martes, 24 de enero de 2017

Cristianos auténticos

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

23 ENERO, 2017 / RMMC
Un buen amigo me envío hace unos días un video sobre la tolerancia (pincha aquí) que me ha dejado impactado. Una joven creyente (y valiente) afirma abiertamente ante otros estudiantes que cree en Dios. Y, desde ese momento, es infamemente atacada, humillada y ultrajada en su dignidad. Pero no recula, su fe está por encima del descrédito personal.
Los cristianos que afirmamos públicamente nuestra fe, incluso en países de tradición cristiana, resultamos incómodos para muchos: para los que dirigen grandes empresas, para los grupos de opinión, para la prensa, para los que están al frente de organizaciones políticas y ante cualquier grupo humano que no respete la libertad.

Un cristiano auténtico es ante todo tolerante porque cree en el amor de Dios, razón fundamental de su vida. Y ese encuentro con el Amor que ofrece una orientación nueva y otorga un nuevo horizonte a su existencia le une íntimamente con Cristo y a través de Cristo con el prójimo. Por eso en un mundo en que el nombre de Dios es vejado y relacionado con la venganza y el odio el cristiano auténtico lleva en su rostro el amor de Dios que quiere comunicar al cercano.
Un cristiano es alguien incómodo porque defiende siempre la verdad. Un cristiano auténtico no tiene miedo de defender la injusticia desde la tolerancia. No permanece en silencio ante la miseria humana y moral de la mayoría.
Un cristiano auténtico defiende hasta el extremo la verdad porque se esfuerza cada día, con sus imperfecciones y sus defectos, por vivir en ella. Porque, a pesar de sus dificultades y sus miserias, alaba al Dios de la vida y reza por la realidad del mundo en el que vive.
Un cristiano auténtico se muestra incómodo en una sociedad hedonista y materialista porque rechaza con vehemencia la pasividad, porque trata transformar el mundo desde la tolerancia y desde la óptica del Evangelio, porque lucha para que aquellos que viven en el yugo de la desesperanza, de las adicciones, de la intolerancia, del fracaso, de la falta de generosidad, de la intransigencia…se levanten y busquen su liberación por medio de la única verdad que es Cristo.
Un cristiano auténtico no se resigna ante lo que muchos en este mundo tratan de hacernos creer que es lo natural. Porque antepone la sabiduría de Dios a la razón del hombre.
Un cristiano auténtico se abandona siempre en las manos del Padre y no permanece con la boca cerrada cuando la ciencia y la tecnificación de este mundo pretenden hacernos creer que la prosperidad sólo está garantizada desde la realidad humana.
Un cristiano auténtico tiene una fe confiada en que todo lo que sucede va a ser mejor porque está bendecido por las manos de su Creador, que es Dios Todopoderoso.
Un cristiano auténtico no impone su fe ni sus ideas sino que, desde la tolerancia, la comparte con amor convencido de los beneficios que ha recibido de Dios y anhela en lo más profundo de su corazón participar de esta alegría con los demás porque es consciente, por experiencia propia, que el hombre no necesita de condiciones especiales de virtud sino creer en la Verdad que es Jesucristo, el Hijo de Dios. Un cristiano auténtico tiene la responsabilidad de compartir su manera de vivir desde el testimonio veraz, la tolerancia y  la autenticidad.
Un cristiano auténtico es aquel que no se considera mejor que los demás sino que, reconociéndose pecador, trata cada día de ser mejor. Y, aunque muchos no lo consideren digno de tal condición, viéndole actuar, sentir, hablar y comportarse nadie puede negar que es alguien diferente porque es fiel a sus principios y coherente con sus palabras.
Un cristiano auténtico es aquel que, permitiendo que Cristo entre en su vida, hace la vida más bella porque gracias a la amistad con Él experimenta la belleza de las cosas y la libertad del corazón. Y no hay nada más hermoso que comunicar a los otros, pese a la incomprensión que genera, una amistad tan sublime y natural a la vez.
Un cristiano auténtico testimonia lo que implica seguir a Cristo hoy; es cambiar el interior, es no encerrarse en si mismo, es buscar la santidad desde la sencillez de la vida; es poner la verdad y el amor por encima del éxito, del poseer, de la utilidad y de la ganancia. Es tener muy claro que verdad y amor no son valores abstractos sino principios que están al servicio del hombre. Y lo predica desde la tolerancia.
Un cristiano auténtico… Podría hacer una lista interminable. Pero ser cristiano auténtico tiene un precio muy alto. Vivir en cristiano no es fácil. Ni gratuito. Tiene sus consecuencias. Cristo nunca dijo que la salvación del hombre iba a ser sencilla: «Quien no renuncia a todo no puede ser mi discípulo».
La pregunta es franca y directa: ¿Soy un cristiano auténtico? Y si no lo soy, ¿qué me falta para conseguirlo?

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¡Señor, que no me avergüence nunca de ser tu discípulo! ¡Quiere serte fiel siempre, Señor, y someterme a la grandeza de tu señorío, aceptar siempre tu voluntad y que gobiernes siempre mi vida renunciando a las veleidades del mundo! ¡Señor, tu me pides ser santo y me pides fidelidad en medio del mundo! ¡Que Tu Palabra me ilumine siempre, Señor, para conocer tu Voluntad y someterme a ella, para conocer Tus mandatos y proclamarlos sin miedo, para estrechar mi relación contigo y amar y servir a los demás como hizo tu Hijo Jesucristo! ¡Ayúdame, Señor, a que se me reconozca siempre por mis buenos frutos! ¡Pero hoy especialmente, Padre de bondad, que escudriñas los corazones de los hombres y eres el único poderoso y misericordioso, pongo ante ti a los enemigos de los cristianos para que los rescates del poder de la oscuridad y la sinrazón, para que sanes de su corazón las cosas malas, les liberes del odio y del rencor y los llenes de tu paz! ¡Te pido, Dios de bondad, que les hagas conocer las riquezas de seguir a Tu Hijo Jesucristo, para que conozcan todos los tesoros de sabiduría que Tú atesoras, para que muera en ellos todo lo terrenal y abandonen todas maldad, pasión, ingratitud, insultos, ofensas y persecución, para que se conviertan en Hijos tuyos revestidos de compasión, humildad, amor, mansedumbre y paciencia! ¡Hazles, Señor, a través de la fuerza de Tu Espíritu, llegar a conocer y poseer el amor que sientes por ellos y que la paz de Cristo llegue a su corazón y les dirija siempre! ¡Ilumina, Señor, su ceguera, corrige sus errores y vivifica sus almas! ¡A mí, Espíritu Santo, ayúdame a amar a mis enemigos, a bendecir a los que nos maldicen, a hacer siempre el bien a los que nos aborrecen, a orar por los que ultrajan a Dios y a los cristianos, a perdonar a los que nos persiguen!

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