sábado, 8 de junio de 2019

El Espíritu que le reporta al corazón todas las palabras de Jesús

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Templo de San Francisco - Celaya, Gto.


¡Buenos días, gente buena!
Fr. Arturo Ríos Lara, ofm.
Pentecostés C
Evangelio:
Juan 14,15-16.23-26
En aquel tiempo dijo Jesús a los suyos: Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: 
Jesús le respondió: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él. 
El que no me ama no es fiel a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. 
Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho. 
Palabra del Señor

El Espíritu que le reporta al corazón todas las palabras de Jesús
El Espíritu Santo que el Padre enviará les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho. El Espíritu, el misterioso corazón del mundo, el viento sobre el abismo de los orígenes, el fuego de la zarza, el amor de todo amor, aliento santo del Padre y del Hijo, el Espíritu que es Señor y da la vida, como proclamamos en el Credo, es enviado para cumplir dos grandes obras: enseñarnos todo y hacernos recordar todo lo que dijo Jesús.


Todavía tengo muchas cosas que decirles, dice Jesús a los suyos. Y sin embargo se va, dejando la tarea inconclusa. Pienso en la humildad de Jesús, que no tiene la pretensión de haberlo enseñado todo, de tener la última palabra, pero abre, ante los discípulos y ante nosotros, espacios de búsqueda y de descubrimiento, con un acto de total confianza en los hombres y mujeres que hasta ahora no han entendido mucho, pero que están dispuestos a caminar, bajo el soplo del Espíritu que traza la ruta y empuja las velas.

Estas palabras de Jesús me regalan aún la alegría profética y vivificante de pertenecer a una Iglesia que es un sistema abierto y no un sistema bloqueado o cerrado, donde ya todo está definido y establecido. El Espíritu ama enseñar, acompañar más allá, hacia paisajes inexplorados, a descubrir vértices de pensamiento y conocimiento nuevos. Viento que sopla hacia adelante.

Segunda obra del Espíritu: les recordará lo que yo les he dicho. Pero no como un simple acto de memoria, mental, una ayuda para no olvidar, sino más bien como un verdadero “re-cordar”, o sea, reportar al corazón, reponer en el corazón, el lugar donde se decide y se escoge, donde se ama y se disfruta. Recordar quiere decir tener de nuevo encendidos los gestos y palabras de Jesús, de cuando pasaba y sanaba la vida, de cuando decía palabras a las que no se les veía el fondo.

Porque el Espíritu sopla ahora; sopla en las vidas, en las expectativas, en los dolores, y en la belleza de las personas. Este Espíritu llega a todos. No invade solo a los profetas de algún tiempo, o a las jerarquías de la Iglesia, o a los grandes teólogos. Nos convoca a todos, buscadores de tesoros, buscadoras de perlas finas, que nos sentimos asidos al corazón de Cristo y no terminamos de seguirle las huellas; cada cristiano tiene todo el Espíritu, tiene tanto Espíritu Santo como sus pastores.

Cada uno tiene todo el Espíritu que necesita para colaborar en una tercera obra fundamental para entender y ser Pentecostés: encarnar ahora el Verbo, hacer de cada uno la entraña, la casa, la tienda, una madre de Verbo de Dios. En aquel tiempo, el Espíritu descendió sobre María de Nazaret, en este tiempo desciende en mi y en ti, para que encarnemos el Evangelio, para que le demos pasión y espesor, eso e importancia; lo hacemos presente y vivo en estos caminos, en estas plazas, guardamos un pequeño pedazo de Dios en nosotros y no lo dejamos ir de nuestro espacio.
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!


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