Quiero acercarme a ti, Jesús mio, de rodillas, para besar tu cuerpo ensangrentado. Déjame besar tus pies primero, llorando en su llagas mis pecados; un beso de dolor, arrepentido, porque fui yo quien te hizo sufrir tanto.
Permíteme después que me levante, para besar las llagas de tus manos; es un beso de amistad y de cariño. Bien quisiera quitarte yo esos clavos, curarte con mi aceite, con mi vino, y poner esos clavos en mis manos.
Y ahora, Señor, besaré la llaga de tu corazón transververado: es el beso de la esposa enamorada, que quiere permanecer siempre a tu lado, y quiere aun estar dentro de ti y poner su mismo lecho en tu costado.
Quiero acercarme a ti, Jesús mio, de rodillas, para besar tu cuerpo ensangrentado. Déjame besar tus pies primero, llorando en su llagas mis pecados; un beso de dolor, arrepentido, porque fui yo quien te hizo sufrir tanto.
Permíteme después que me levante, para besar las llagas de tus manos; es un beso de amistad y de cariño. Bien quisiera quitarte yo esos clavos, curarte con mi aceite, con mi vino, y poner esos clavos en mis manos.
Y ahora, Señor, besaré la llaga de tu corazón transververado: es el beso de la esposa enamorada, que quiere permanecer siempre a tu lado, y quiere aun estar dentro de ti y poner su mismo lecho en tu costado.
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