Conocerán la verdad y la verdad los hará libres
Miércoles 10 de abril
¡Paz y Bien!
Evangelio
Juan 8, 31-42
En aquel tiempo, Jesús dijo a los que habían creído en él: "Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres". Ellos replicaron: "Somos hijos de Abraham y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: ‘Serán libres’?"
Jesús les contestó: "Yo les aseguro que todo el que peca es un esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre; el hijo sí se queda para siempre. Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres. Ya sé que son hijos de Abraham; sin embargo, tratan de matarme, porque no aceptan mis palabras. Yo hablo de lo que he visto en casa de mi Padre: ustedes hacen lo que han oído en casa de su padre".
Ellos le respondieron: "Nuestro padre es Abraham". Jesús les dijo: "Si fueran hijos de Abraham, harían las obras de Abraham. Pero tratan de matarme a mí, porque les he dicho la verdad que oí de Dios. Eso no lo hizo Abraham. Ustedes hacen las obras de su padre". Le respondieron: "Nosotros no somos hijos de prostitución. No tenemos más padre que a Dios".
Jesús les dijo entonces: "Si Dios fuera su Padre me amarían a mí, porque yo salí de Dios y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino enviado por él".
Palabra del Señor.
Reflexión
Estamos por terminar nuestra Cuaresma y la palabra de Jesús resuena con fuerza en nuestro corazón: "Yo los he venido a liberar para que no sean más esclavos del pecado".
Y es que la obra de nuestra liberación es una obra de Dios, no es algo que nosotros podamos hacer por nuestras propias fuerzas. Piensa, ¿cuántas veces te has hecho el propósito de salir de una debilidad o de un pecado en el cual frecuentemente te ves envuelto? Te darás cuenta que por más esfuerzos humanos que has hecho, el pecado o la debilidad permanecen. Es solamente cuando le dejamos campo abierto a Dios para que obre en nuestra vida cuando seremos verdaderamente liberados. Conozco mucha gente que vivía atada a algún vicio o a alguna pasión que la llevaba frecuentemente al pecado y que no se han visto liberados hasta que no se han rendido al poder liberador de Dios; sólo cuando han dicho como Pedro que se hundía en el agua: "¡Sálvame Señor, no puedo más!"
Nuestras prácticas cuaresmales lo único que hacen es abrir el camino para que Dios nos salve. Es necesario reconocer nuestra incapacidad de vencer el pecado y gritarle con todas nuestras fuerzas: ¡Señor libérame, no quiero ser más esclavo! Esto te comprometerá a ser ahora siervo del Evangelio, pero te dará la felicidad de la libertad. ¿Qué esperas?
No hay comentarios. :
Publicar un comentario