ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios Hace unos días un amigo polaco de Poznan ha bautizado a su tercer hijo. Me ha enviado un correo electrónico participándome este hermoso evento. Como nombre han elegido Estinaslao y me argumenta los motivos. Todos, en el día de nuestro bautismo recibimos un nombre y los padres los eligen por motivos diversos, pero cada nombre está relacionado con el santo que lo llevó antes que nosotros. Todos tuvieron vidas diferentes como lo fueron también sus obras. Lo que les une es Cristo que está en la fuente de sus palabras y, a veces, de sus escritos, pero de manera particular de su vida. Entre los argumentos de este buen amigo: «Deseo que Estanislao camine siempre tras el gran santo de nuestro país».
Recuerdo hace unos años visitando el Museo San Marco de Florencia me impresionó especialmente la pintura en tempera sobre tabla de El Juicio Final, de Fra Angelico. En esta obra el pintor renacentista presenta a los bienaventurados caminando hacia el Cristo que, en el cielo, espera su llegada. El «deseo que Estanislao camine siempre tras el gran santo de nuestro país» es, en palabras de un padre, imaginar que en un futuro su hijo ocupe un lugar en ese espacio junto a los hermanos y hermanas mayores en la fe que nos han precedido, que nos esperan en la eternidad y nos muestran el camino. Estos santos te invitan a vivir de las Bienaventuranzas del Evangelio para avanzar, para convertirte, para adaptarte a lo que Cristo quiere para tu vida: humildad, ser sencillo de corazón, misericordioso, generoso, servicial, pacificador.
Uno se plantea que los santos patrones experimentaron esta diversidad mayúscula de las Bienaventuranzas y lo hicieron de manera diferente, pero todos los recibieron como un regalo de Dios. Existen también muchos caminos que conducen hacia la santidad y las bienaventuranzas son las que nos ayudan a descubrir en lo que tenemos que convertirnos, en el mundo en que vivimos y en el corazón de Dios.
La frase de este padre escribiendo «deseo que Estanislao camine siempre tras el gran santo de nuestro país» te permite desear para ti mismo y los que amas que podamos también caminar cerca de ellos y escuchar, tal vez, a Cristo susurrar en nuestro corazón: «¡Bendito seas!»
¡Señor, te doy gracias porque me siento un afortunado, un bienaventurado pudiendo levantar cada día dándote gracias y bendiciéndote, esperanzado de seguir caminando hacia la tierra prometida! ¡Te doy gracias, Padre, porque me siento bienaventurado por sentir tus bendiciones cotidianas, por poder alabarte por todas y cada una de las maravillas de la creación! ¡Te doy gracias, Padre, por sentirme un bienaventurado por sentir el amor y el cariño de tantos, por reconocer tu amor por mi! ¡Te doy gracias, Padre, y me siento bendecido porque siento lo sagrado de la vida y porque tu te haces presente constantemente en mi caminar! ¡Te doy gracias, Padre, porque me perdonas y me enseñas a perdonar, por que tu divino perdón es gracia para mi! ¡Dame, Padre, un corazón abierto que esté abierto siempre a las necesidades de los que tengo cerca, ternura para acoger sus necesidades, respeto para corregir sus errores, humildad para aceptar las críticas y capacidad de reconciliación cuando me aleje de los que amo! ¡Señor, abrume siempre los ojos a aquello que no soy capaz de ver! ¡Ayúdame a buscar siempre la verdad, llenar mi corazón de gratitud, ser paciente conmigo mismo y con los demás!
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