martes, 9 de octubre de 2018

Eucaristía de lo cotidiano

Rara vez notamos cómo cada día es un lugar santo donde sucede la Eucaristía de lo ordinario, transformando nuestros fragmentos rotos en una eterna continuidad que nos protege.
En algún lugar de nosotros preside una dignidad más agraciada que la debilidad, que nos alimenta con miedo y fuerza, una dignidad que confía en la forma que el día toma.
Así que al final de este día damos gracias por estar comprometido con el misterio y por el trabajo secreto a través del cual la mente del día y la sabiduría del alma se convierte en una.
John O’Donohue
Extracto de: ‘La historia interior de un día’

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