sábado, 6 de octubre de 2018

«¡Contigo!»

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Pocas palabras como el pronombre personal «Contigo» tienen una fuerza tan extraordinaria. Cuando pronuncias el «Contigo» en realidad estás diciendo «Confío en ti», «Creo en ti», «tienes todas mi confianza». Es un derroche de fe y de esperanza en el otro. Cualquier gran proyecto, cualquier cambio significativo en la vida, cualquier empresa gigante que deba ser emprendida tiene que comenzar con esta palabra cargada de confianza.
«Contigo» es una palabra firme, amorosa, sencilla, entregada, cierta, llena de familiaridad y franqueza. Es una palabra que, en si misma, es un mundo cargado de convencimiento en el otro.
Y cada día podemos pronunciar el «Contigo». «Contigo» para unirse al otro, para acercarse a él. «Contigo» para vivir entregado al servicio. «Contigo» para unirse más a Dios, el primero de todos que al despertar el día y caer la noche susurra su más amoroso «Contigo». El «Contigo» de Dios es un «Confío en ti», «Creo en ti», «tienes todas mi confianza» a sabiendas de que uno cae en la misma piedra, en los mismos pecados, que es de barro con limitaciones, miserias y pequeñeces. Pero el «Contigo» de Dios es para hacer el camino juntos, acompañando en las alegrías y en las incertidumbres, en el amor y en la soledad, en las caídas y en el levantarse, en la misericordia y en el perdón. Cada «Contigo» de Dios es un canto nuevo a la esperanza porque el «Contigo» divino lo cubre todo de alegría, fe y esperanza.

A lo largo de la jornada, con el corazón abierto, uno puede pronunciar en infinidad de ocasiones, humilde y sinceramente, la palabra «Contigo». Es decirle al otro, como te amo, creo en ti; como creo en ti, espero en ti; como espero en ti, me entrego a ti; como me entrego a ti, quiero caminar contigo. ¿No era acaso así el «Contigo» de Cristo?

¡Señor, haz que mi mirada hacia el prójimo sea para verte a ti! ¡Ayúdame a ver al que tengo cerca como tu hijo amado, como tu propio rostro! ¡Que no me deje llevar por las apariencias, ni por sus circunstancias personales, ni por su estatus social, ni por lo que dicen de él! ¡Que me vida sea un ir al encuentro del otro! ¡Concédeme la gracia de comprender sus necesidades y entregarme a él con ternura, con compasión y con amor! ¡Concédeme la gracia de atender sus suplicas, a escucharle como tu le escucharías! ¡Ayúdame a comprender sus necesidades! ¡Ayúdame a acercarme del que estoy más separado, especialmente de los más cercanos! ¡Concédeme la gracia de servirlo siempre como tu me sirves a mi, con tu cercanía y tu ternura! ¡Concédeme la gracia de amar a las personas que tengo cerca con amor eterno, con generosidad, con entrega, con paciencia, con alegría! ¡Que mi vida hacia el otro sea una vida «Contigo»! ¡Concédeme la gracia de abrir cada día mi corazón para que mis «Contigo» sean ir también «Contigo»!

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