ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios
11 FEBRERO, 2017 / RMMC
Segundo sábado de febrero con María en nuestro corazón. En este día más unido a la Virgen pues celebramos la festividad de Nuestra Señora de Lourdes. Para los que tenemos en la familia a un familiar enfermo es un día especial porque la Virgen es la Madre de los débiles de cuerpo y de alma.
Cuando uno viaja a Lourdes entra en una gran galería donde los más frágiles y débiles representantes de la condición humana, con su discapacidad aflorando a los ojos del mundo, quedan al descubierto para ser acogidos por las manos misericordiosas del Padre a la luz de la bondad y gracia de Nuestra Señora. Es un entorno de paz interior ajeno a la mirada despreciativa del mundo. En Lourdes uno aprende a contemplar la enfermedad con ojos de misericordia, a desprenderse del yo para entregar la vida, a ver en la fragilidad y debilidad de los enfermos la mirada del Dios del amor.
Lourdes es la escuela del amor al débil. Pero no siempre se puede ir de peregrinación a este lugar santo. La peregrinación es un camino del alma. Por eso hoy este día me invita, en el entorno en el que me encuentre, a ser más consciente de mi ser cristiano que implica que mi corazón debe estar predispuesto para la obra de Dios, sirviendode manera desinteresada y por amor.
Hoy, he comenzado la oración con el canto del Magníficat porque no es la oración de los afortunados y de los que les sonríe la vida. Es la oración de los sufrientes, de los que dan gracias y alabanza a Dios por su obra redentora a pesar de los problemas que jalonan su vida. Es el canto de aquellos que expresan la fe de tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia depositan en Dios todos sus anhelos, ilusiones y esperanzas y tienen el compromiso personal firme, como hizo Nuestra Madre, de ponerse en manos de los más necesitados. El Magníficat es el canto de la caridad, de los que permanecen cerca de los sufrientes, de los que derraman lágrimas de dolor y conocen en su vida la angustia pero saben que Dios realizará en ellos el gran milagro del gozo, fruto maduro y santo del amor.
Dios, a través de María, obra grandes y prodigiosas maravillas en las personas humildes y sencillas. Cuando acepto el sufrimiento y lo ofrezco por amor, afronto el dolor desarmado por la fuerza de la fe y la esperanza en Cristo y hago florecer la cruz en el corazón. Esto es lo que quiero injertar de verdad en mi corazón.
¡Señor, tu eres médico de cuerpo y de almas; tu recorrías los polvorientos caminos de Palestina sanando a los enfermos que se dirigían a Ti, los llenabas de ternura, amor y misericordia; te pido te apiades de todos los enfermos, les des paz en el corazón para sobrellevar la enfermedad y los cures de sus aflicciones! ¡A Ti, María, Madre de Dios y Madre nuestra, te pido derrames el tesoro de tu misericordia sobre cada uno de los enfermos de nuestra familia y amigos y viertas tu mirada de bendiciones sobre los que sufren! ¡Sostén también, María, a todos los que cuidan de los enfermos para que sean capaces de dar amor y servir con alegría cristiana, concédeles la fortaleza para consolar y acompañar al que sufre, que cada uno de ellos sea consciente de la gran misión que tienen entre sus manos para ser instrumentos misericordiosos en el servicio diario y que su corazón esté siempre abierto a la entrega y a la compasión! ¡Virgen María, tu eres la consoladora de los afligidos, ruega por nosotros! ¡Tu que eres salud de los enfermos, ruega por nosotros! ¡Fija también tu mirada, Señora, sobre mis miserias espirituales y haz que sea tan sencillo como Bernadita, que sea capaz de acogerte como lo hizo ella, de asumir en su vida las enseñanzas de las bienaventuranzas, ser capaz de cantar contigo humildemente el Magníficat, ser igual de servidor que ella, tener la predisposición para una auténtica conversión del corazón y valor para la penitencia! ¡Ayúdame siempre, María, a rezar con el corazón abierto por todos las personas que me rodean!
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