viernes, 7 de diciembre de 2018

PRIMER DÍA DE LA NOVENA A LA VIRGEN DE GUADALUPE


Hoy comienza la Novena a la Virgen de Guadalupe.
La imagen de la Virgen de Guadalupe “impresa” en el ayate, no es una imagen más de la Virgen, para un correcto acercamiento que nos lleve a una buena interpretación es necesario tomar en cuenta la mentalidad indígena de la época, la forma en que ellos se transmitían el saber utilizando los “códices” y combinarlos con la teología y el Magisterio de la Iglesia.


La imagen transmite a la perfección todo el Evangelio, a lo largo de la novena, iré tratando de ver cada parte de este código y como tanto aquellos habitantes del México antiguo, como nosotros en esta época vamos a encontrar lo mismo al detenernos a observar: los ojos, el rostro, los rayos de sol, la boca, las manos, la flor en el centro de su vestido, la cinta en la cintura, su manto y túnica, las nubes y el ángel a sus pies con la luna negra, sus zapatos, el cabello y el prendedor.

Consideremos que si le preguntamos a un químico qué tiempo de vida puede tener una prenda de ayate, nos dirá que aproximadamente 50 años. ¡De ninguna manera 460 años! Eso solamente ya nos muestra que se trata de un mensaje que no parte de un ser humano y solo puede venir de Dios. Y ese mensaje comienza diciendo-nos: ¿Por que te inquietas? ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?

PRIMER DÍA de la Novena

¡Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.


Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a Ti por mil títulos; pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por elección de mi voluntad.
Ved que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de Ti y quiero que los designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos.

Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta. Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén.

Completamos la oración con un Ave María y un Gloria

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