domingo, 2 de septiembre de 2018

Sobre la vida activa y la vida contemplativa.

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El hombre, cuerpo y alma,  está llamado a seguir un doble camino el de la acción y el de la contemplación.
El camino activo comprende: el ayuno, abstinencia, las vigilias, las genuflexiones la oración: “es estrecha la puerta y angosto la vida que conduce a la vida y son pocos los que la encuentran” (Mateo 7: 14).
La a vida contemplativa consiste en la elevación del espíritu hacia Dios, la atención interior, la oración pura y, a través de estos ejercicios, la contemplación de las cosas espirituales.
El que aspira a la vida contemplativa ha de comenzar por la vida activa… pues es imposible llegar a la vida contemplativa sin pasar por la activa.
La vida activa sirve para purificarnos de nuestras pasiones pecaminosas… ya que solo los que han sido purificados se pueden poner en el camino de la contemplación… San Gregorio el teólogo dice: “la contemplación solo está exenta de peligro para los perfectamente experimentados”.

Es necesario entrar en la vida contemplativa con temor y respeto, con un corazón humilde y contrito, después de haber consultado largamente las Escrituras y, con preferencia, bajo la dirección de un anciano experimentado, y no con temeridad y con una voluntad propia caprichosa.
Si has abandonado la voluntad propia en una cosa pero la has guardado en otra, eso quiere decir que también has guardado allí donde creías haberla abandonado.
Es necesario no abandonar la vida activa incluso después de haber pasado a través de ella a la contemplativa ya que es una aportación para la vida contemplativa y la  ayuda en su elevación.
Irina Gorainhoff.  San Serafín de Sarov. Instrucciones espirituales. Publicaciones de la Abadía de Montserrat 1987. Pag. 181-182

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