domingo, 2 de septiembre de 2018

Con María, custodia viva de Cristo

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO

Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Primer sábado de septiembre con María, Custodia viva de Cristo, en el corazón. Estoy convencido de que en los últimos días de la Pasión de Cristo, la Virgen estuvo presente en todos los acontecimientos del Señor, incluida la Última Cena. Profundo debió llegarle al corazón, Ella que todo lo atesoraba en su interior, escuchar a Jesús dirigirse a sus apóstoles y exclamar: «Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros» y «Ésta es mi sangre que será derramada por vosotros».

Ese cuerpo que iba a ser entregado para la redención del género humano y que tan presente estará a lo largo de los siglos en el sacramento de la Eucaristía era el mismo cuerpo que Ella había concebido por obra y gracia del Espíritu Santo en su propio seno virginal.
En aquella noche santa la sensación de María debió llenarle de congoja. Ella era consciente del sacrificio que iba a realizar su hijo y debió suponer de nuevo acoger en su interior aquel corazón que durante nueve meses habían latido humana y espiritualmente unidos para prepararse a lo que acontecería horas después a los pies del madero santo, cuando Cristo fue crucificado en la cruz.
Me emociona pensar que María está cada día presente a los pies del altar durante la Eucaristía. Allí, la Virgen se sumerge en el misterio santo de la consagración. Mientras uno come el cuerpo y bebe la sangre de Cristo el sabor y el aroma de ese Cristo sacrificado es el de Su Madre santa.
Hoy, cuando el sacerdote pronuncie el mandato de Cristo en la Santa Cena del «¡Haced esto en conmemoración mía!» pondré todo mi corazón, toda mi alma y todo mi ser junto a los de María para intentar transparentar en mi vida los gestos que hicieron de la Virgen la elegida de Dios: la humildad, la generosidad, la entrega, el servicio, la caridad, la contemplación, la oración, el perdón, la donación de si, el amor, la misericordia, la adoración a Cristo, la mansedumbre… Y, entonces, estaré atento a las palabras de María que después del«¡Haced esto en conmemoración mía!» susurrará como en las bodas de Caná: «Haz lo que Él te diga». Cumpliendo su consejo será más fácil hacer lo que Jesús desea «¡…en conmemoración mía!».


¡Virgen María, que tan estrechamente unida estás a la Eucaristía, ayúdame a amar cada día más a tu Hijo! ¡Concédeme la gracia de vivir cada Misa desde lo profundo de la fe consciente de que es el memorial del sacrificio de Jesús en el que Tu tan presente estás! ¡Quiero ofrecer mi vida junto a la tuya a los pies del altar! ¡Qué gozo, María, sentir que cuando comulgo no solo recibo a Jesús, tu Hijo, sino que el perfume de tu presencia está presente en esta Hostia consagrada porque Cristo ha nacido de tu cuerpo santo! ¡Ayúdame a amar la Eucaristía, ayúdame a darla a conocer a todos los que me rodean para que nadie pueda dudar nunca que Cristo está ahí en la apariencia real y substancial de la apariencia del pan y del vino! ¡Concédeme la gracia, María, de que mi vida se convierta en una acción de gracias permanente como fue tu vida! ¡Ayúdame a comprender que Cristo nos ha regalado el don de la Eucaristía para que mi vida sea como la tuya, un canto alegre, fiel, confiado, obediente y humilde de tu Magnificat! ¡Concédeme la gracia, Madre, de prepararme cada día para subir al Calvario y postrarme con amor a los pies de la Cruz y aceptar la voluntad del Padre! ¡Que mi vida, María, al igual que la tuya, sea un permanente amar el misterio eucaristíco, una vida espiritual entregada a Cristo, un vivir auténticamente en cristiano, un confrontar mi vida con la Palabra de tu Hijo, vivir contemplativamente en acción y orar siempre para mi conversión personal y para el encuentro amoroso y servicial con mis hermanos! ¡Todo tuyo, María! ¡Totus tuus, María!

En este primer día de septiembre nos unimos a la intención de oración del Santo Padre para que los jóvenes del continente africano tengan acceso a la educación y al trabajo en sus propios países.


Benedicta es, caelorum regina (Bendita es, Reina del Cielo) le cantamos hoy a la Virgen en este primer sábado de mes:


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