Encontramos en el episodio de la adoración de los reyes siete actitudes que ellos realizaron en su encuentro con Jesús
"Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino". (Leer Mateo 2,1-12)
Encontramos en el episodio de la adoración de los reyes siete actitudes que ellos realizaron en su encuentro con Jesús.
1.- Guiados por la estrella, los reyes magos se pusieron en camino
Cristo ya ha venido al mundo, Dios ha hecho su parte, ahora es necesario que cada hombre se ponga en acción, que camine hacia la luz.
Dios siempre pone estrellas en nuestro camino, esas estrellas son signos que nos guían hacia Él.
A veces hemos sido guiados por la estrella de buenas personas que han sido o son fundamentales en nuestro camino, también las estrellas pueden ser experiencias especiales de gracia, algún libro o retiro que ha marcado nuestra vida.
También las estrellas pueden ser acontecimientos dolorosos o alegres que han marcado nuestra vida y nos han conducido a Dios.
2.- Se llenaron de inmensa alegría
El camino del Señor siempre es un camino alegre, un signo de que vamos por buen camino es la alegría, no existen santos tristes, ir detrás de Jesús es una fascinación, un encanto que estremece.
No importa si el camino es difícil cuando se conoce la meta maravillosa hacia donde uno se dirige.
3.- Entraron en la casa
No se puede tener una relación con Dios desde lejos, por fuera. La casa representa el lugar del encuentro. Dios ha puesto su morada entre nosotros y nosotros tenemos que ir hacia Él. Quien no busca a Dios en su "casa" no lo hallará.
Sabemos que Dios está en todas partes, pero existen lugares especiales de encuentro con Dios: La comunidad cristiana que es la Iglesia, la Sagrada Eucaristía, la Sagrada Escritura, la oración, etc. En estas casas podemos encontrar eficazmente al Señor.
4.- Vieron al niño y a su madre
Nadie puede vivir su fe solo de lo que los demás le han contado, es necesario entrar y ver, ver con ojos propios, confirmar lo que los demás nos han contado de Dios en carne propia.
Nadie conoce a Dios solo por el testimonio de los demás, como dice el salmo, solo el que hace la prueba sabe que bueno es el Señor.
Hay que ver con ojos propios, entrar en contacto con el misterio y ser testigos de Él hasta poder ser capaces de todo pues se le ha visto con ojos abiertos.
5.- Los reyes cayeron de rodillas
Postrarse o arrodillarse en un signo de humildad y reconocimiento. Los soberbios no pueden encontrarse con Dios. He visto a muchos que pudiendo no se arrodillan ni en el momento de la consagración.
Para ver a Dios hay que bajarse, humillarse ante el rey. Los reyes magos eran quizá más sabios y más ricos que cualquiera de nosotros y supieron bajarse ante el Rey de reyes.
6.- Los reyes magos adoraron al Niño
La adoración es el someter nuestras vidas a Dios, darle a él la autoridad. adorar no es orar diciendo palabras como ¡adorado seas Señor!
La adoración en una actitud permanente, saber que se está bajo la potestad de alguien superior y ese ser superior no es como dicen los masones "un gran arquitecto" sino que ese ser superior es Dios y se llama ¡JESÚS!
7.- Abriendo sus cofres
Nosotros somos un pueblo al que nos gusta pedir, casi siempre nuestras oraciones son para pedir, nuestra vida de oración se reduce a una letanía de peticiones y hasta quejas.
Los reyes por el contrario no llegaron a pedir nada, llegaron a ofrecer.
Es necesario que ante la presencia de Dios aprendamos a abrir nuestros cofres, a darle a Dios de lo que él mismo nos ha dado.
Ofrecerle a Dios en primero lugar nuestras vidas y todo lo que le sigue, virtudes, talentos, tiempo, amor, dedicación, sacrificio, etc. No solo vayamos con Dios para pedir, es necesario abrir el cofre de nuestro corazón y ofrecernos.
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