jueves, 13 de julio de 2017

Dios nunca se esconde

orar con el corazon abierto
ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

Hablaba ayer con un amigo de Madrid. Está pasando por grandes dificultades económicas. Le llamé porque podía ofrecerle una solución a un problema  que le acucia y que le supone un sinvivir. Me dice: «Ayer por la noche, tumbado en la cama, fija mi mirada en el crucifijo, con los brazos abiertos en Cruz le decía al Señor: compadécete de mi que mi situación es insostenible». Mi llamada fue, entonces, fruto de la Providencia, escucha clamorosa del Padre que está en el Cielo. El mismo día varias personas que piden oración de intercesión en esta página, escriben para dar la buena nueva de su situación, solventada por la gracia misericordiosa del Padre que escucha atento siempre las oraciones de sus hijos que piden con fe.



Dios nunca se esconde. No cambia su amor ni lo disminuye. Tiene sus tiempos. ¡Qué hermosa y bella es la vida de fe de aquel que tiene confianza!
Nos cansamos inútilmente a consecuencia de nuestras muchas tribulaciones y preocupaciones, de esos problemas que parecen no tener resolución cortoplacista, de esas situaciones que no sabemos o no podemos resolver.
La solución está en lo alto y en lo profundo. En las alturas de Dios y en el corazón de cada uno. En el caso inmenso de estas situaciones perturbadoras, hay que volver siempre el corazón a Dios; salirse de uno mismo en un acto de profundo y auténtico abandono, de fe auténtica, dejando de lado cálculos y razonamientos tan humanos como estériles. Hay que aprender a arrojarse en los brazos misericordiosos del Padre. Tenemos una muleta que también nos sostiene. Es firme, sólida e inquebrantable. Sin fe no hay esperanza, sin esperanza no se puede llegar a Dios porque la fe es esa increíble perfección de las almas que elevan su vuelo para vivir su esperanza en el que todo lo ha creado y da sentido a nuestro existir.

orar con el corazon abierto


¡Señor, te doy gracias por mi fe, pequeña pero confiada, que no mueve montañas porque no es del todo firme e inquebrantable pero se sustenta en la esperanza y en la confianza en Ti! ¡Te doy gracias, Señor, por esa semilla de Verdad que el Espíritu Santo esparce en mi corazón para hacer crecer mi fe! ¡Gracias, Señor, porque a Tu lado nada temo! ¡Te suplico, Señor, te hagas presente en tantos hombres y mujeres que tienen una fe tibia y débil para que puedan llegar a la verdad! ¡Es un don que Tu regalas, Señor; haz que por medio de tu Santo Espíritu llegue a todos! ¡Ayúdame, Señor, a recordar que tus gracias son fruto de tu bondad, amor y misericordia y que sin Ti nada puedo! ¡Espíritu Santo, no permitas que mi fe la viva desde la razón sino desde el corazón! ¡Que recuerde, Señor, siempre tus palabras de que eres la luz y la salvación, y que en Ti es posible refugiarse siempre! ¡Te doy, gracias, porque mi fe vence siempre los obstáculos que me reafirman en tu seguimiento! ¡Dame el valor de permanecer siempre a tu lado cuando lleguen los problemas y las dificultades! ¡Haz lo mismo con las personas a las que quiero y están cerca de mí! ¡Señor, soy feliz a tu lado; tengo una gran alegría interior; y eso es producto de abandonarme enteramente a Ti porque Tu eres la fuerza que me permite a tomar el camino de la vida!

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