lunes, 8 de mayo de 2017

Lun 8 May Evangelio del día Cuarta Semana de Pascua - Año Par

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“ Yo soy la puerta de las ovejas ”
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 11,1-18
En aquellos días, los apóstoles y los hermanos de Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Cuando Pedro subió a Jerusalén, los partidarios de la circuncisión le reprocharon: «Has entrado en casa de incircuncisos y has comido con ellos.»
Pedro entonces se puso a exponerles los hechos por su orden: «Estaba yo orando en la ciudad de Jafa, cuando tuve en éxtasis una visión: Algo que bajaba, una especie de toldo grande, cogido de los cuatro picos, que se descolgaba del cielo hasta donde yo estaba. Miré dentro y vi cuadrúpedos, fieras, reptiles y pájaros. Luego oí una voz que me decía: "Anda, Pedro, mata y come." Yo respondí: "Ni pensarlo, Señor; jamás ha entrado en mi boca nada profano o impuro." La voz del cielo habló de nuevo: "Lo que Dios ha declarado puro, no lo llames tú profano." Esto se repitió tres veces, y de un tirón lo subieron todo al cielo. En aquel preciso momento se presentaron, en la casa donde estábamos, tres hombres que venían de Cesarea con un recado para mí. El Espíritu me dijo que me fuera con ellos sin más. Me acompañaron estos seis hermanos, y entramos en casa de aquel hombre. Él nos contó que había visto en su casa al ángel que, en pie, le decía: "Manda recado a Jafa e invita a Simón Pedro a que venga; lo que te diga te traerá la salvación a ti y a tu familia." En cuanto empecé a hablar, bajó sobre ellos el Espíritu Santo, igual que había bajado sobre nosotros al principio; me acordé de lo que había dicho el Señor: "Juan bautizó con agua, Pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo." Pues, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para oponerme a Dios?»
Con esto se calmaron y alabaron a Dios diciendo: «También a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.»


Salmo
Sal 41,2-3;42,3.4 R/. Mi alma tiene sed de ti, Dios vivo
Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío;
tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.

Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.

Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 10,1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por su nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.»
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos: pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí, se salvará, y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago: yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

Reflexión del Evangelio de hoy
Los Dominicos y María
Todas las Órdenes y Congregaciones religiosas tienen a María por especial protectora; los Dominicos, también. Y todas se sienten orgullosas del papel que María representa en su vida y misión; los Dominicos, también. Quiero indicar sólo que no somos los únicos, quizá ni los mejores, pero que nos sentimos también nosotros llevados de la mano de María a título personal, con nombre y apellidos, y como religiosas y religiosos, junto con los laicos dominicos, como personas que quisiéramos vivir una vida similar a la suya, con parecida fidelidad. ¿Y eficacia? La deseamos y pedimos, nada más. Lo nuestro, como lo de María, es sembrar, regar, cuidar el terreno que cultivamos con delicadeza y ternura, como ella. Ya vendrán la lluvia y el sol a hacer el resto. Y, sobre todo, ya se encargará Jesús, una vez preparado el terreno, de hacer brotar lo que sólo puede entregar él. Para esto y por esto seguimos celebrando a María en su Patrocinio.

Jesús, pastor y puerta de las ovejas
La primera representación que se conserva entre los cristianos de Jesús, no es la cruz, sino la figura del “Buen Pastor”, la de quien al encontrarse con una “oveja” perniquebrada, enferma o extenuada, la carga sobre sus hombros y, contento, la atiende, la cura y la conduce al redil. Hoy el Evangelio, en esta misma línea, presenta a Jesús no sólo como pastor sino como la puerta del aprisco. Ambas ideas son, por una parte sumamente consoladoras; y, por otra, profundamente interpelantes. San Agustín señala, atinadamente, que la misión de pastorear de Jesús la realiza personalmente y por medio de sus discípulos y apóstoles; pero, el ser puerta no es algo que se pueda delegar. Nadie puede constituirse en puerta o portero del acceso al Reino, a la Iglesia, más que Cristo.

Pero esto no sólo no nos exime de andar, y no de cualquier forma, entre las ovejas, y de cuidar y mantener expedita la puerta para facilitarle al Señor su labor. Al Santo Padre Francisco le gusta pedir a los seguidores de Jesús que huelan a oveja, que se mezclen con ellas, que las atiendan como Jesús, y que, si se tercia, las carguen sobre sus hombros aunque no puedan, luego, oler precisamente a perfume. ¡Cómo saben las “ovejas” distinguir la cercanía y ternura de los pastores, de la frialdad, envuelta en rectitud, legalidad e integridad! Nunca nos arrepentiremos de “oler a oveja”, nos dice continuamente Francisco. Seamos muy sinceros y coherentes con la misión del pastoreo para comprender las situaciones no siempre cómodas de las ovejas y tratarlas con cercanía, ternura y con el bálsamo de la misericordia. Como Jesús; como Francisco.

¿Después de estar con los hermanos, dirán de mí que huelo “a oveja”?
Al margen de buenos deseos, ¿qué papel otorgo y concedo a María en mi vida?


Fray Hermelindo Fernández Rodríguez
La Virgen del Camino
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