¡Jesús, Te amo! Ven, Divina Voluntad, en esta Comunión mía contigo; ven, porque quiero darte no solamente a mi alma, sino a todas las almas que no te reciben, en reparación de nuestros pecados y para gloria del Padre.
Acción de gracias con Jesús después de la Comunión
Aquí estás, oh Jesús, en mí: dáme tu beso y extiende tus divinos brazos para estrecharme a Tí; y ya que Tú has hallado todo en mí, díme que me amas. Que mi amor, oh Jesús, y el tuyo formen olas continuas que Te conforten, y Tú corona siempre mi alma con nuevo amor. Oh Jesús mío, tu Voluntad es mía, y yo, para poder corresponder a todo lo que has hecho por mí, sobre todo que te has dignado descender a mi corazón, te digo muchas gracias en tu Voluntad, para sí poder llenar toda la inmensidad del Cielo y de la tierra con mi “gracias, oh Jesús”. Esta palabra, “gracias”, será continuas cadenas que formarán entre Tú y yo la unión de nuestros corazones, de nuestros afectos. Oh Jesús mío, también en tu Querer te digo: “Te adoro”, para poner entorno a Tí el Cielo y la tierra, a todos en acto de adoración.
Y ahora, oh Jesús, haz que corriendo tu Vida del todo en la mia, Tú puedas hallar en mí todas las complacencias y los contentos que tu Amor pide… Has venido, oh Jesús, a mí y no te irás más, te daré vida en mi mente, en mi mirada, en mi palabra, en todo mi ser; yo seré la vestidura que Te cubrirá. En este día, Jesús, haremos todo juntos y para bien de todos nos difundiremos, ocupandonos de formar continuas cadenas de amor en torno a los corazones, para que todos te amen y nadie más te ofenda. Sea éste, oh Jesús, nuestro pacto, trabajar en torno a los corazones, para que todos se salven. En tu Querer, Jesús, nada se escapa, y yo, habiendote recibido en tu misma Voluntad, estaré en guardia, para que ningún alma se Te escape.
Acción de gracias después de la Comunión
– Jesús, te doy tu Amor, para confortarte en tus amarguras.
– Te doy tu Corazón, para confortarte por nuestras frialdades, incorrespondencias, ingratitudes y poco amor de tus criaturas.
– Te doy tus armonías, para consolar tus oídos de los gritos ensordecedores de las blasfemias.
– Te doy tu belleza, para consolarte de las fealdades de nuestras almas cuando nos enfangamos en la culpa.
– Te doy tu pureza, para consolarte de las faltas de recta intención y del fango y podredumbre que ves en tantas almas.
– Te doy tu inmensidad, para consolarte de las voluntarias estrecheces en que se meten las almas.
– Te doy tu ardor, para quemar todos los pecados y todos los corazones, para que todos te amen y ninguno vuelva a ofenderte.
– Te doy todo lo que eres Tú, para darte satisfacción infinita, amor eterno, inmenso e infinito.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario