martes, 6 de noviembre de 2018

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 7 DE NOVIEMBRE MIÉRCOLES XXXI DEL T. ORDINARIO

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Liturgia de las horas

7 DE NOVIEMBRE MIÉRCOLES XXXI DEL T. ORDINARIO

De la Feria. Salterio III

OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO

Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.


Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: CON ENTREGA, SEÑOR, A TI VENIMOS

Con entrega, Señor, a ti venimos,
escuchar tu palabra deseamos;
que el Espíritu ponga en nuestros labios
la alabanza al Padre de los cielos.

Se convierta en nosotros la palabra
en la luz que a los hombres ilumina,
en la fuente que salta hasta la vida,
en el pan que repara nuestras fuerzas;

en el himno de amor y de alabanza
que se canta en el cielo eternamente,
y en la carne de Cristo se hizo canto
de la tierra y del cielo juntamente.

Gloria a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo,
el Señor Jesucristo, nuestro hermano,
y al Espíritu Santo, que, en nosotros,
glorifica tu nombre por los siglos. Amén

SALMODIA

Ant 1. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Salmo 88, 2-38 I - HIMNO AL DIOS FIEL A LAS PROMESAS HECHAS A DAVID

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Pues dijiste: «Cimentado está por siempre mi amor,
asentada más que el cielo mi lealtad.»

Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.»

El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos?

Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean.

Tú domeñas la soberbia del mar
y amansas la hinchazón del oleaje;
tú traspasaste y destrozaste a Rahab,
tu brazo potente desbarató al enemigo.

Tuyo es el cielo, tuya es la tierra;
tú cimentaste el orbe y cuanto contiene;
tú has creado el norte y el sur,
el Tabor y el Hermón aclaman tu nombre.

Tienes un brazo poderoso:
fuerte es tu izquierda y alta tu derecha.
Justicia y derecho sostienen tu trono,
misericordia y fidelidad te preceden.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, ¡oh Señor!, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo.

Porque tú eres su honor y su fuerza,
y con tu favor realzas nuestro poder.
Porque el Señor es nuestro escudo,
y el Santo de Israel nuestro rey.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. La misericordia y la fidelidad te preceden, Señor.

Ant 2. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Salmo 88, 2-38 II

Un día hablaste en visión a tus amigos:
«He ceñido la corona a un héroe,
he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

Encontré a David, mi siervo,
y lo he ungido con óleo sagrado;
para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga valeroso;

no lo engañará el enemigo
ni los malvados lo humillarán;
ante él desharé a sus adversarios
y heriré a los que lo odian.

Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán,
por mi nombre crecerá su poder:
extenderé su izquierda hasta el mar,
y su derecha hasta el Gran Río.

Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora»;
y yo lo nombraré mi primogénito,
excelso entre los reyes de la tierra.

Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable;
le daré una posteridad perpetua
y un trono duradero como el cielo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Hijo de Dios nació según la carne de la estirpe de David.

Ant 3. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

Salmo 88, 2-38 III

Si sus hijos abandonan mi ley
y no siguen mis mandamientos,
si profanan mis preceptos
y no guardan mis mandatos,
castigaré con la vara sus pecados
y a latigazos sus culpas;

pero no les retiraré mi favor
ni desmentiré mi fidelidad,
no violaré mi alianza
ni cambiaré mis promesas.

Una vez juré por mi santidad
no faltar a mi palabra con David:
«Su linaje será perpetuo,
y su trono como el sol en mi presencia,
como la luna, que siempre permanece:
su solio será más firme que el cielo.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Juré una vez a David, mi siervo: «Tu linaje será perpetuo.»

V. La explicación de tus palabras ilumina.
R. Da inteligencia a los ignorantes.

PRIMERA LECTURA

Del libro de la Sabiduría 11, 20b--12, 2. 11b-19

MISERICORDIA DE DIOS CON LOS PECADORES

Señor, tú todo lo dispusiste con número, peso y medida, pues el actuar con inmenso poder siempre está en tu mano. ¿Quién podrá resistir la fuerza de tu brazo? Pues el mundo entero es ante ti como un granito de polvo que ni siquiera hace inclinarse la balanza, como la gota de rocío que a la mañana cae sobre la tierra.

Te compadeces de todos porque todo lo puedes y disimulas los pecados de los hombres para que se arrepientan. Amas a todos los seres y nada de lo que hiciste aborreces, pues si algo odiases, no lo hubieras creado. Y ¿cómo podría subsistir cosa alguna que no hubieses querido? ¿Cómo se conservaría si no la hubieses llamado? Mas tú todo lo perdonas porque todo es tuyo, Señor que amas la vida.

Tu espíritu imperecedero está en todas las cosas. Por eso mismo corriges poco a poco a los que caen; los amonestas despertando la conciencia de sus pecados, para que se aparten del mal y crean en ti, Señor; pero no dejas sin castigo, por respeto a nadie, sus pecados.

¿Quién podría decirte: «Qué has hecho»? ¿Quién se opondría a tu sentencia? ¿Quién te citaría a juicio por destruir naciones por ti creadas? ¿Quién se alzaría contra ti como vengador de hombres culpables? No, fuera de ti no hay un Dios que cuide de todas las cosas, a quien tengas que dar cuenta de la justicia de tus juicios; ni hay rey ni soberano que se te enfrente en favor de los que castigas. Sino que, como eres justo, con justicia todo lo gobiernas y miras como extraño a tu poder el condenar a quien no merece ser castigado. Tu fuerza es el principio de tu justicia y tu señorío sobre todos los seres te hace indulgente con todos ellos. Ostentas tu fuerza con los que no creen en tu soberano poder y confundes la audacia de los que lo conocen. Dueño de tu fuerza, juzgas con moderación y nos gobiernas con extremada indulgencia porque, con sólo quererlo, lo puedes todo.

Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.

RESPONSORIO    Cf. Sb 11, 24. 25. 27; Sir 36, 1

R. Señor, te compadeces de todos y nada de lo que hiciste aborreces; disimulas los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas; * porque tú eres, Señor, nuestro Dios.
V. Sálvanos, Dios del universo, míranos y muéstranos la luz de tu misericordia.
R. Porque tú eres, Señor, nuestro Dios.

SEGUNDA LECTURA

De las Catequesis de san Cirilo de Jerusalén, obispo
(Catequesis 5, Sobre la fe y el símbolo, 10-11: PG 33, 518-519)

LA FE REALIZA OBRAS QUE SUPERAN LAS FUERZAS HUMANAS

La fe, aunque por su nombre es una, tiene dos realidades distintas. Hay, en efecto, una fe por la que se cree en los dogmas y que exige que el espíritu atienda y la voluntad se adhiera a determinadas verdades; esta fe es útil al alma, como lo dice el mismo Señor: El que escucha mi palabra y cree en aquel que me ha enviado tiene vida eterna y no incurre en condenación; y añade: El que cree en el Hijo no está condenado, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

¡Oh gran bondad de Dios para con los hombres! Los antiguos justos, ciertamente, pudieron agradar a Dios empleando para este fin los largos años de su vida; mas lo que ellos consiguieron con su esforzado y generoso servicio de muchos años, eso mismo te concede a ti Jesús realizarlo en un solo momento. Si, en efecto, crees que Jesucristo es el Señor y que Dios lo resucitó de entre los muertos conseguirás la salvación y serás llevado al paraíso por aquel mismo que recibió en su reino al buen ladrón. No desconfíes ni dudes de si ello va a ser posible o no: el que salvó en el Gólgota al ladrón a causa de una sola hora de fe, él mismo te salvará también a ti si creyeres.

La otra clase de fe es aquella que Cristo concede a algunos como don gratuito. A unos es dado por el Espíritu el don de sabiduría; a otros el don de ciencia en conformidad con el mismo Espíritu; a unos la gracia de la fe en el mismo Espíritu; a otros la gracia de curaciones en el mismo y único Espíritu.

Esta gracia de fe que da el Espíritu no consiste solamente en una fe dogmática, sino también en aquella otra fe capaz de realizar obras que superan toda posibilidad humana; quien tiene esta fe puede decir a un monte: «Vete de aquí a otro sitio», y se irá. Cuando uno, guiado por esta fe, dice esto y cree sin dudar en su corazón que lo que dice se realizará, entonces este tal ha recibido el don de esta fe.

Es de esta fe de la que se afirma: Si tuvieseis fe, como un grano de mostaza. Porque así como el grano de mostaza, aunque pequeño en tamaño, está dotado de una fuerza parecida a la del fuego y, plantado aunque sea en un lugar exiguo, produce grandes ramas hasta tal punto que pueden cobijarse en él las aves del cielo, así también la fe, cuando arraiga en el alma, en pocos momentos realiza grandes maravillas. El alma, en efecto, iluminada por esta fe, alcanza a concebir en su mente una imagen de Dios, y llega incluso hasta contemplar al mismo Dios en la medida en que ello es posible; le es dado recorrer los límites del universo y ver, antes del fin del mundo, el juicio futuro y la realización de los bienes prometidos.

Procura, pues, llegar a aquella fe que de ti depende y que conduce al Señor a quien la posee, y así el Señor te dará también aquella otra que actúa por encima de las fuerzas humanas.

RESPONSORIO    Ga 2, 16; Rm 3, 25

R. Sabiendo que el hombre no se justifica por cumplir la ley, sino por creer en Cristo Jesús, * también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él.
V. Dios ha propuesto a Cristo como instrumento de propiciación, por su propia sangre y mediante la fe.
R. También nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en él.

ORACIÓN.

OREMOS,
Señor de poder y de misericordia, cuyo favor hace digno y agradable el servicio de tus fieles, concédenos caminar sin tropiezos hacia los bienes que nos prometes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

LAUDES
(Oración de la mañana)

INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Adoremos a Dios, porque él nos ha creado.

Himno: DETENTE, AURORA DE ESTE NUEVO DÍA.

¡Detente, aurora de este nuevo día,
refleja en mis pupilas tu paisaje!
Mensajera de amor, es tu equipaje
la hermosura hecha luz y profecía.

¡Detente, aurora, dulce epifanía,
rostro de Dios, qué bello es tu mensaje!
Queme tu amor mi amor que va de viaje
en lucha, y en trabajo y alegría.

Avanzamos, corremos fatigados,
mañana tras mañana enfebrecidos
por la carga de todos los pecados.

Arrópanos, Señor, con la esperanza;
endereza, Señor, los pies perdidos,
y recibe esta aurora de alabanza. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.

Inclina tu oído, Señor; escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.

En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.

Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»

Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
por tu grande piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti, Señor.

Ant 2. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.

Cántico: DIOS JUZGARÁ CON JUSTICIA Is 33, 13-16

Los lejanos, escuchad lo que he hecho;
los cercanos, reconoced mi fuerza.

Temen en Sión los pecadores,
y un temblor se apodera de los perversos:
«¿Quién de nosotros habitará un fuego devorador,
quién de nosotros habitará una hoguera perpetua?».

El que procede con justicia y habla con rectitud
y rehúsa el lucro de la opresión;
el que sacude la mano rechazando el soborno
y tapa su oído a propuestas sanguinarias,
el que cierra los ojos para no ver la maldad:
ése habitará en lo alto,
tendrá su alcázar en un picacho rocoso,
con abasto de pan y provisión de agua.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dichoso el hombre que procede con justicia y habla con rectitud.

Ant 3. Aclamad al Rey y Señor.

Salmo 97 - EL SEÑOR, JUEZ VENCEDOR

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad:

tocad la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes
al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Aclamad al Rey y Señor.

LECTURA BREVE   Jb 1, 21; 2, 10b

Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males?

RESPONSORIO BREVE

V. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

V. Dame vida con tu palabra.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Inclina, Señor, mi corazón a tus preceptos.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo.
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas:

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tiniebla
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Realiza, Señor, con nosotros la misericordia y recuerda tu santa alianza.

PRECES

Invoquemos a Cristo, que se entregó a sí mismo por la Iglesia, y le da alimento y calor, diciendo:

Acuérdate, Señor, de tu Iglesia.

Bendito seas, Señor, Pastor de la Iglesia, que nos vuelves a dar hoy la luz y la vida;
haz que sepamos agradecerte este magnífico don.

Mira con amor a tu grey, que has congregado en tu nombre;
haz que no se pierda ni uno solo de los que el Padre te ha dado.

Guía a tu Iglesia por el camino de tus mandatos,
y haz que el Espíritu Santo la conserve en la fidelidad.

Que tus fieles, Señor, cobren nueva vida participando en la mesa de tu pan y de tu palabra,
para que, con la fuerza de este alimento, te sigan con alegría.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Concluyamos nuestra oración diciendo juntos las palabras de Jesús, nuestro Maestro:

Padre nuestro...

ORACION

Señor Dios, que nos has creado con tu sabiduría y nos gobiernas con tu providencia, infunde en nuestras almas la claridad de tu luz, y haz que nuestra vida y nuestras acciones estén del todo consagradas a ti. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

HORA TERCIA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.

Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.

En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.

¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Llamé, y él me respondió.

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.

El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,

según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»

Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

LECTURA BREVE   1Co 13, 4-7

El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia; el amor no presume ni se engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita, no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites.

V. Alégrense y gocen contigo todos los que te buscan.
R. Y digan: «Grande es el Señor» los que desean tu salvación.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor, Padre santo, Dios fiel, tú que enviaste el Espíritu Santo prometido para que congregara a los hombres que el pecado había disgregado: ayúdanos a ser, en medio de nuestros hermanos, fermento de unidad y de paz. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

HORA SEXTA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: EL PAN DE CADA DÍA

El pan de cada día
dánoslo hoy, Señor, a manos llenas;
convierte en alegría
nuestras labores buenas
y acaricia el dolor de nuestras penas.

¡Horas de tedio largas
sin la presencia buena de tus manos!
¡Ay, las horas amargas
nos vuelven inhumanos,
si no abrimos el alma a los hermanos!

Santifica el momento
de este ruido tenaz, de esta fatiga.
Busquemos el aliento
de tu presencia amiga
que acreciente el esfuerzo y nos bendiga. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores,

como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos
en el Señor, Dios nuestro,
esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte
-que lo diga Israel-,
si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres,
nos habrían tragado vivos:
tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas,
llegándonos el torrente hasta el cuello;
nos habrían llegado hasta el cuello
las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó
como presa a sus dientes;
hemos salvado la vida como un pájaro
de la trampa del cazador:
la trampa se rompió y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:
no tiembla, está asentado para siempre.

Jerusalén está rodeada de montañas,
y el Señor rodea a su pueblo
ahora y por siempre.

No pesará el cetro de los malvados
sobre el lote de los justos,
no sea que los justos extiendan
su mano a la maldad.

Señor, concede bienes a los buenos,
a los sinceros de corazón;
y a los que se desvían por sendas tortuosas,
que los rechace el Señor con los malhechores.
¡Paz a Israel!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

LECTURA BREVE   1Co 13, 8-9, 13

El amor no pasa nunca. El don de predicar se acabará. El don de lenguas enmudecerá. El saber se acabará. Mi conocer es por ahora inmaduro; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra: quedan la fe, la esperanza, el amor: éstas tres. La más grande es el amor.

V. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.
R. Como lo esperamos de ti.

ORACIÓN

OREMOS,
Dios todopoderoso y lleno de amor, que a la mitad de nuestra jornada concedes un descanso a nuestra fatiga, contempla complacido el trabajo empezado, remedia nuestras deficiencias, y haz que nuestras obras te sean agradables. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

 HORA NONA

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: FUNDAMENTO DE TODO LO QUE EXISTE

Fundamento de todo lo que existe,
de tu pueblo elegido eterna roca,
de los tiempos Señor, que prometiste
dar tu vigor al que con fe te invoca.

Mira al hombre que es fiel y no te olvida,
tu Espíritu, tu paz háganlo fuerte
para amarte y servirte en esta vida
y gozarte después de santa muerte.

Jesús, Hijo del Padre, ven aprisa
en este atardecer que se avecina,
serena claridad y dulce brisa
será tu amor que todo lo domina. Amén.

SALMODIA

Ant 1. «El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida», dice el Señor.

Salmo 118, 105-112 - HIMNO A LA LEY DIVINA

Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.

Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.

Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. «El que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida», dice el Señor.

Ant 2. Yo soy pobre y desdichado: Dios mío, socórreme.

Salmo 69 - DIOS MÍO, VEN EN MI AUXILIO

Dios mío, dígnate librarme;
Señor, date prisa en socorrerme.
Sufran una derrota ignominiosa
los que me persiguen a muerte;

vuelvan la espalda afrentados
los que traman mi daño;
que se retiren avergonzados
los que se ríen de mí.

Alégrense y gocen contigo
todos los que te buscan;
y digan siempre: «Dios es grande»
los que desean tu salvación.

Yo soy pobre y desdichado:
Dios mío, socórreme,
que tú eres mi auxilio y mi liberación.
¡Señor, no tardes!

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo soy pobre y desdichado: Dios mío, socórreme.

Ant 3. No juzgará por apariencias, sino con justicia y equidad.

Salmo 74 - EL SEÑOR, JUEZ SUPREMO

Te damos gracias, ¡oh Dios!, te damos gracias,
invocando tu nombre, pregonando tus maravillas.

«Cuando elija la ocasión,
yo juzgaré rectamente.
Aunque tiemble la tierra con sus habitantes,
yo he afianzado sus columnas.»

Digo a los jactanciosos: no os jactéis;
a los malvados: no alcéis la testuz,
no alcéis la testuz contra el cielo,
no digáis insolencias contra la Roca.

La justicia no vendrá
ni del oriente ni del occidente,
ni del desierto ni de los montes,
sólo Dios gobierna:
a uno humilla, a otro ensalza.

El Señor tiene una copa en la mano,
un vaso lleno de vino drogado:
lo da a beber hasta las heces
a todos los malvados de la tierra.

Y yo siempre proclamaré su grandeza,
y tañeré para el Dios de Jacob:
derribaré el poder de los malvados,
y se alzará el poder del justo.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. No juzgará por apariencias, sino con justicia y equidad.

LECTURA BREVE   Col 3, 14-15

Por encima de todo, procurad el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón: a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.

V. Los sufridos poseen la tierra.
R. Y disfrutan de paz abundante.

ORACIÓN

OREMOS,
Señor Jesucristo, que por la salvación de los hombres extendiste tus brazos en la cruz: haz que todas nuestras acciones te sean agradables y sirvan para manifestar al mundo tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

VÍSPERAS
(Oración de la tarde)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: SEÑOR, TÚ ERES MI PAZ Y MI CONSUELO.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
al acabar el día su jornada,
y, libres ya mis manos del trabajo,
a hacerte ofrenda del trabajo vengo.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo
cuando las luces de este día acaban,
y, ante las sombras de la noche oscura,
mirarte a ti, mi luz, mirarte puedo.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
y aunque me abruma el peso del pecado,
movido por tu amor y por tu gracia,
mi salvación ponerla en ti yo quiero.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo,
muy dentro de mi alma tu esperanza
sostenga mi vivir de cada día,
mi lucha por el bien que tanto espero.

Señor, tú eres mi paz y mi consuelo;
por el amor de tu Hijo, tan amado,
por el Espíritu de ambos espirado,
conduce nuestra senda hacia tu encuentro. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Salmo 125 - DIOS, ALEGRÍA Y ESPERANZA NUESTRA.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares.

Al ir, iban llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelven cantando,
trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Ant 2. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Salmo 126 - EL ESFUERZO HUMANO ES INÚTIL SIN DIOS.

Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
los que coméis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;
una recompensa es el fruto de las entrañas:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Que el Señor nos construya la casa y nos guarde la ciudad.

Ant 3. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

Cántico: HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CREATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. Cf. Col 1, 12-20

Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.

Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.

Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda creatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.

Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.

Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Él es el primogénito de toda creatura, es el primero en todo.

LECTURA BREVE   Ef 3, 20-21

A aquel que tiene sumo poder para hacer muchísimo más de lo que pedimos o pensamos, con la energía que obra en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén.

RESPONSORIO BREVE

V. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

V. No arrebates mi alma con los pecadores.
R. Ten misericordia de mí.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Sálvame, Señor, y ten misericordia de mí.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo.

PRECES

Invoquemos a Dios, que envió a su Hijo como salvador y modelo supremo de su pueblo, diciendo:

Que tu pueblo, Señor, te alabe.

Te damos gracias, Señor, porque nos has escogido como primicias para la salvación;
haz que sepamos corresponder y así logremos la gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Haz que todos los que confiesan tu santo nombre sean concordes en la verdad
y vivan unidos por la caridad.

Creador del universo, cuyo Hijo, al venir a este mundo, quiso trabajar con sus propias manos:
acuérdate de los trabajadores que ganan el pan con el sudor de su rostro.

Acuérdate también de todos los que viven entregados al servicio de los demás;
que no se dejen vencer por el desaliento ante la incomprensión de los hombres.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Ten piedad de nuestros hermanos difuntos
y líbralos del poder del Maligno.

Llenos de fe invoquemos juntos al Padre común, repitiendo la oración que Jesús nos enseñó:

Padre nuestro...

ORACION

Llegue a tus oídos, Señor, la voz suplicante de tu Iglesia a fin de que, conseguido el perdón de nuestros pecados, con tu ayuda podamos dedicarnos a tu servicio y vivamos confiados en tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

COMPLETAS
(Oración antes del descanso nocturno)

INVOCACIÓN INICIAL

V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

EXAMEN DE CONCIENCIA

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión:
por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,
que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

Himno: CUANDO LA LUZ DEL SOL ES YA PONIENTE

Cuando la luz del sol es ya poniente,
gracias, Señor, es nuestra melodía;
recibe, como ofrenda, amablemente,
nuestro dolor, trabajo y alegría.

Si poco fue el amor en nuestro empeño
de darle vida al día que fenece,
convierta en realidad lo que fue un sueño
tu gran amor que todo lo engrandece.

Tu cruz, Señor, redime nuestra suerte
de pecadora en justa, e ilumina
la senda de la vida y de la muerte
del hombre que en la fe lucha y camina.

Jesús, Hijo del Padre, cuando avanza
la noche oscura sobre nuestro día,
concédenos la paz y la esperanza
de esperar cada noche tu gran día. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Salmo 30, 2-6 - SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS.

A ti, Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo,
inclina tu oído hacia mí;

ven aprisa a librarme,
sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;

por tu nombre dirígeme y guíame:
sácame de la red que me han tendido,
porque tú eres mi amparo.

En tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sé tú, Señor, la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve.

Ant 2. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

Salmo 129 - DESDE LO HONDO A TI GRITO, SEÑOR.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Desde lo hondo a ti grito, Señor.

LECTURA BREVE   Ef 4, 26-27

No lleguéis a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo. No dejéis lugar al diablo.

RESPONSORIO BREVE

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.
R. Te encomiendo mi espíritu.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,

porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos

luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

ORACION

OREMOS,
Señor Jesucristo, tú que eres manso y humilde de corazón ofreces a los que vienen a ti un yugo llevadero y una carga ligera; dígnate, pues, aceptar los deseos y las acciones del día que hemos terminado: que podamos descansar durante la noche para que así, renovado nuestro cuerpo y nuestro espíritu, perseveremos constantes en tu servicio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

BENDICIÓN

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra,
Dios te salve.

A ti llamamos los desterrados hijos de Eva,
a ti suspiramos , gimiendo y llorando
en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María!

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