martes, 9 de octubre de 2018

Papa Francisco: Tener hermanos es una experiencia insustituible

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Papa Francisco: Entre los hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad  


En una de las catequesis de la audiencia general del Papa Francisco, celebrada el miércoles de ceniza en la Plaza de San Pedro, el Santo Padre realizó una gran reflexión sobre el tema de la familia, y en esa oportunidad habló acerca de la relación de los hermanos dentro del grupo familiar. A continuación los puntos más importantes expuestos por el Santo Padre:

En nuestro camino de catequesis sobre la familia, después de haber considerado el papel de la madre, del padre, de los hijos, hoy es el turno de los hermanos. “Hermano”, “hermana” son palabras que el cristianismo ama mucho.


El salmista canta la belleza del vínculo fraterno, y dice así: “¡Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! (Salmo 132,1) Y esto es verdad, la hermandad es bella. Jesucristo ha llevado a su plenitud también esta experiencia humana del ser hermanos y hermanas, asumiéndola en el amor trinitario y potenciándola para que vaya más allá de los vínculos de parentela y pueda superar todo muro de ajenidad.

Sabemos que cuando la relación fraterna se arruina, abre el camino a experiencias dolorosas de conflicto, de traición, de odio. El relato de Caín y Abel constituye el ejemplo de este resultado negativo. Después del asesinato de Abel, Dios pregunta a Caín: “¿Dónde está tu hermano Abel?” (Gen 4,9 a). Es una pregunta que el Señor continúa repitiendo a cada generación...

Cuando se rompe la unión entre los hermanos, se transforma en una cosa fea, también mala para la humanidad. Y también en familia, ¡cuántos hermanos han peleado por pequeñas cosas o por una herencia y luego no se hablan más, no se saludan más! Pero esto es feo. La fraternidad es algo grande. Pensar que ambos, todos los hermanos han habitado en el vientre de la misma mamá durante nueve meses, ¡vienen de la carne de la mamá! Y no se puede romper la fraternidad. Pensemos un poco, todos conocemos familias que tienen hermanos divididos, que han peleado, pensemos un poco y pidamos al Señor por estas familias, para que el Señor nos ayude a reunir a los hermanos, a reconstituir la familia.

En familia, entre los hermanos se aprende la convivencia humana, cómo se debe convivir en sociedad... Es precisamente la familia que introduce la fraternidad en el mundo, y este estilo se irradia como una promesa sobre la sociedad y la bendición en Jesús, lo dilata aún más superando toda diferencia de nación, de lengua, de cultura e incluso de religión.

La fraternidad en la familia brilla de modo especial cuando vemos la atención, la paciencia, el afecto del cual están rodeados el hermanito o la hermanita más débil, enfermos o discapacitados. Los hermanos y hermanas que hacen esto son muchísimos, en todo el mundo. Y cuando los hermanos son muchos en familia (hoy saludé una familia, allí, que tiene nueve hijos) el mayor, o la mayor, ayuda al papá, a la mamá, a cuidar a los más pequeños. Y esto es bello, este trabajo de ayuda entre los hermanos.

Tener un hermano, una hermana que te quiere es una experiencia fuerte, impagable, insustituible. Lo mismo sucede con la fraternidad cristiana. Los más pequeños, los más débiles, los más pobres deben enternecernos: tienen derecho a tomarnos el alma y el corazón. Sí, ellos son nuestros hermanos y como tales debemos amarlos y tratarlos.

Antes de finalizar, en silencio cada uno de nosotros, pensemos en nuestros hermanos, en nuestras hermanas, pensemos en silencio y en silencio desde el corazón recemos por ellos. Un instante de silencio.

He aquí, con esta oración hemos traído a todos los hermanos y hermanas, con el pensamiento, con el corazón, aquí a la plaza para recibir la bendición. Gracias.

Hoy más que nunca es necesario volver a llevar la fraternidad al centro de nuestra sociedad tecnocrática y burocrática: entonces la libertad y la igualdad también tomarán su entonación justa. Por eso, no privemos con ligereza a nuestras familias, por temor o por miedo, de la belleza de una amplia experiencia fraterna de hijos e hijas. Y no perdamos nuestra confianza en la amplitud de horizonte que la fe es capaz de sacar de esta experiencia, iluminada por la bendición de Dios. Gracias.

- Papa Francisco,
Audiencia General, Plaza de San Pedro. Ciudad del Vaticano, 18 de febrero de2015

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