En el nacimiento de Jesús, estuvieron presentes muchos hechos que a veces pasan desapercibidos pero fueron bastante duros para María y José
"El Hijo eterno de Dios vivo, viene al mundo en un lugar que fue destinado a los animales. Y su madre y San José, sólo tienen para ofrecerle, como su primera cuna, un improvisado y estrecho pesebre".
En el nacimiento del Niño Dios, estuvieron presentes algunos hechos que muchos a veces pasan desapercibidos; pero que fueron unos hechos bastante duro para este tipo de acontecimientos, pues si bien, la Virgen María pudo dar a luz a su Hijo con la inapreciable ayuda de San José, se vio también obligada a hacerlo en medio de muchas contrariedades.
El viaje fue largo: más de 80 millas. Se necesitarían al menos cuatro días, si todo marcha bien, en una de las caravanas que viajaban al sur de Galilea. María no estaba obligada a ir, ya que el censo era el deber del jefe de la familia. Pero, ¿cómo podría José dejar a María por su cuenta cuando ella estaba a punto de dar a luz?
Y sobre todo, ¿María no acompañaría a José a la ciudad donde, según las Escrituras, el Mesías había de nacer? José y María, descubren en ese extraño capricho del emperador, la mano de Dios guiándolos en todos sus pasos.
A continuación, te presentamos algunos pequeños y curiosos hechos que estuvieron presentes en el nacimiento de Jesús, que tuvieron que enfrentar José y María durante este gran evento que marcó el curso de la humanidad
San José y María estuvieron fuera de la comodidad de su casa y sin saber a donde llegarían ni quienes los recibirían.
Ellos estuvieron lejos de toda su familia y sin el apoyo emocional y físico que ésta representa.
Llegaron en medio de la noche a un pueblo desconocido para ellos. Seguramente habrían pasado hambre y sed.
Exhaustos por el gran viaje soportado y la incomodidad y dolencia de venir sentada sobre una mula en tan largo camino. ¿Sabes que se siente ir sentado sobre una mula durante un largo tiempo y además embarazada?
La indolencia con que la que fueron recibidos (no "había" posada para una mujer embarazada) Nadie quiso hacer un espacio en su casa para recibir a unos cansados viajeros.
No contaron con asistencia médica ni tenían experiencia en partos.
María dio a luz en un sucio y frío establo. Muchos creen que un establo es como los pesebres bonitos que hoy en día representamos en nuestros nacimientos, pero no, un establo es un sitio para guardar a los animales durante la noche, allí ellos defecan, ensucian todo y enaman un muy mal olor.
María recostó a su Hijo en un cajón lleno de pajas, donde comen las bestias, que improvisó San José porque no tenían otra cosa a la mano.
Y, sin embargo, cuando contemplamos dicha escena, sentimos misteriosamente cómo la Virgen María nos trasmite una gran paz, una intensa alegría y un profundo amor.
Sentimos también como San José nos llena de una profunda admiración cuando nos percatamos de que pudo conseguirle y brindarle a María (en medio de todas las adversidades y con una creatividad y rápida resolución), una enorme seguridad y protección invaluable en un momento tan trascendental como este, aún sin contar con el conocimiento apropiado para este tipo de eventos.
Como les pasa también a los pastores que fueron a contemplar esta obra de Dios tan magistral, también yo quiero como ellos, gritar de alegría y regocijo dando gloria y alabanza a Dios eternamente.
Los pastores, quizás llevan algunos presentes para ofrecerle al Niño recién nacido. Seguramente, María y José, ven en este pequeño homenaje de los pastores, una prueba de que Dios los acompaña en su pobreza.
Ellos también se regocijan al ver los gritos de jublio y alabanzas a Dios que hacen los pastores, meditando en sus corazones que Dios se complace con los que son pobres y humildes de espíritu
San José, protector de la Sagrada Familia, ruega por nosotros. Virgen sagrada María, Madre de Dios, tú que guardaste todas estas
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