La Eucaristía, “Nos preserva del pecado”
La Eucaristía
“Nos preserva del pecado”
La vida del hombre es un combate continuo en lucha por su existencia. Son muchos los enemigos que le rodean. Usa de todos los medios que tiene a su alcance. El instinto de conservación quiere superar todas las dificultades.
También nuestra alma, vivificada por la gracia, se ve amenazada, atacada, como nuestro cuerpo. Conocemos la necesidad que tenemos de luchar para vivir en gracia… el pecado venial nos debilita, y el pecado mortal nos quita la vida del alma.
La Eucaristía preserva de los pecados futuros
Santo Tomás lo prueba por la analogía que existe entre la vida natural y la sobrenatural (III, 79, 6)
En el cuerpo
Dos causas que producen la muerte del cuerpo:
a. Una intrínseca: el principio de corrupción
b. Otra extrínseca: la acción de agentes exteriores
Remedios contra esta muerte
a. Intrínsecos: alimentos, medicinas…
b. Extrínsecos: cuidados, vigilancia, toda arma defensiva y ofensiva.
En el alma
Dos causas producen la muerte del alma:
Intrínseca: malas pasiones
Extrínseca: malos ejemplos del mundo y sugestiones del demonio.
Remedio contra esta muerte: uno de los principales es la Eucaristía, porque nos conserva.
a. De los pecados veniales, que debilitan las fuerzas del alma.
b. De los pecados mortales, que le ocasionan la muerte en el orden sobrenatural.
Preserva y Perdona los pecados veniales.
Son un estorbo para la unión con Dios:
Porque suponen una desordenada conversión al bien creado, que nos desvía un poquito de Dios. Retardan, enfrían, debilitan el efecto amistoso y el fervor que nos une a Dios.
Son un verdadero mal; una mancha que afea al alma y nos priva de muchas gracias.
De aquí la necesidad y conveniencia de purificarnos totalmente.
Nos preserva de los pecados veniales
Porque el cuerpo recupera las fuerzas perdidas alimentándose.
La Eucaristía es alimento del alma y la fortalece.
La Eucaristía perdona los pecados veniales
Indirectamente en cuanto que la Eucaristía, por su misma naturaleza y fuerza ingénita, mueve a poner actos de amor al que comulga, borrándole la culpa y la pena.
Directamente ex opere operato. El fin de la Eucaristía es la unión del alma con Cristo, el amor; los pecados veniales se oponen al amor. la Eucaristía borra los pecados veniales… el fuego destruye la frialdad…
Preserva de los pecados mortales
La Eucaristía nos preserva de los pecados mortales (DZ.875)
Es el Pan de vida que preserva de la muerte. Juan 6,35
Es el alimento que robustece el corazón del hombre, le consolida y afianza en la vida espiritual.
Es la luz que nos muestra con claridad quienes son nuestros enemigos.
Es Medicina, que cura las enfermedades y las destruye antes que se desarrollen.
La Eucaristía nos defiende contra los tres enemigos mortales.
Confiere gracia abundantísima; es una ayuda contras las cometidas del mundo con sus escándalos y seducciones.
Es escudo de protección contra las acometidas del demonio, ya que es la representación de la Pasión por la que fueron vencidos.
Nos hace fuertes contra nuestra propia carne: nos comunica la vitalidad del mismo Cristo.
Perdona los pecados mortales inconscientes.
El pecado mortal consciente:
El que se encuentra en pecado mortal consciente no puede recibir la gracia de la Eucaristía.
No tiene vida espiritual y no puede tomar alimento espiritual (esta muerto)
Cometería un pecado horrendo: sacrilegio: “… quien come el pan y bebe el cáliz del Señor indignamente será reo del cuerpo y de la sangre del Señor” 1 Cor 11,27
Pecado mortal inconsciente
El que recibe a Cristo en pecado mortal inconscientemente (o sea sin saber que lo tiene) no comete sacrilegio:
No hay sacrilegio sin voluntad de cometerlo
El alma que se cree libre de pecado, ¿podría hallar la muerte donde puso Dios la vida?
La misericordia de Dios es infinita.
La Eucaristía borra ese pecado mortal inconsciente que le tiene apartado de Dios, y le comunica la vida de la gracia y la gracia del Sacramento:
porque el pecado, materialmente considerado, no es óbice a la gracia; si así fuera, serian inútiles el Bautismo y la Penitencia.
La mala voluntad es lo que se opone a la gracia…
Pero se requiere, al menos, llevar dolor de atrición sobre natural. Por eso la Iglesia hace proceder a la Eucaristía actos de contrición y penitencia: confiteor…Misereatur…Ecce Agnus…
Comunión frecuente
De aquí se deduce la necesidad que tenemos de acercarnos a la Mesa Eucarística. Así nos lo enseña la Iglesia.
El Concilio de Trento (Dz. 944) desea que cada día los fieles comulguen en la Misa. San Pío X también lo aconseja (Dz. 1981)
Jesucristo comparo la Eucaristía con el pan y el maná (Juan 6, 48-49) dando a entender que la Eucaristía es tan necesaria para la vida del alma, como el pan y el maná para el del cuerpo.
Pero es necesario acercarse dignamente, para que se produzca todo el fruto. Si muchas veces no lo conseguimos, es por falta de preparación.
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