De la oscuridad que no me deja ver la grandeza de la luz
De la incredulidad que no me permite disfrutar de tu presencia
De las dudas que me exigen pedirte pruebas de tu existencia
Del pecado que no me deja verte
De los reproches por no haberte sentido conmigo
De las situaciones que me impiden ser libre
Del sinsentido de las muchas cosas que hago
Del vacío de muchas palabras
De la frialdad con la que te trato
De la desesperanza que sale a mi encuentro
De la apatía por superarme a mí mismo
De las losas que no me dejan expresar lo que vivo y siento
De las personas que me quieren enterrar aún estando vivo
De la falta de sentimientos que me impiden llorar contigo
De la muerte que me dice que es más fuerte que Tú mismo
Del maligno que me impide beber tu agua fresca
Del maligno que prefiere que viva en la oscuridad a la luz
Del maligno que me susurra sobre la necedad de la vida eterna
Y cuando me desates, Señor,
haz que nunca olvide que Tú fuiste
quien me gritó: ¡Ven afuera!
De la incredulidad que no me permite disfrutar de tu presencia
De las dudas que me exigen pedirte pruebas de tu existencia
Del pecado que no me deja verte
De los reproches por no haberte sentido conmigo
De las situaciones que me impiden ser libre
Del sinsentido de las muchas cosas que hago
Del vacío de muchas palabras
De la frialdad con la que te trato
De la desesperanza que sale a mi encuentro
De la apatía por superarme a mí mismo
De las losas que no me dejan expresar lo que vivo y siento
De las personas que me quieren enterrar aún estando vivo
De la falta de sentimientos que me impiden llorar contigo
De la muerte que me dice que es más fuerte que Tú mismo
Del maligno que me impide beber tu agua fresca
Del maligno que prefiere que viva en la oscuridad a la luz
Del maligno que me susurra sobre la necedad de la vida eterna
Y cuando me desates, Señor,
haz que nunca olvide que Tú fuiste
quien me gritó: ¡Ven afuera!
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