Ayer me dieron un consejo sabio, que no esperaba y que no pensaba vendría de esa persona a la que, humildemente tengo que reconocer, no había tomado en consideración. Fue una lección de humildad profunda, que agradezco, porque abajó mi soberbia y me coloco en mi debido lugar.
Hay momentos que nuestra cerrazón nos hace defender a ultranza nuestras opiniones. Estamos convencidos de que la razón nos asiste cuando, en realidad, estamos equivocados. ¡Cuánto cuesta reconocerlo!
Más doloroso es cuando alguien al que apreciamos nos recuerda que el camino que hemos tomado es el incorrecto pero, en su momento, no supimos o no quisimos hacerle caso.
Estas dos situaciones son muy comunes en nuestra vida. La lección que nos deja es la importancia de saber escuchar un consejo de los demás, y hacerlo con el corazón predispuesto y humilde.
La objetividad es la que nos permite ver con claridad esos espejismos que surgen en mitad del desierto. Observar con claridad esas dificultades que surgen en el camino, esas realidades complejas que se enredan en nuestro corazón y que nos hacen incapaces de hacer ese bien que en realidad anhelamos y hacer el mal que no deseamos. Nadie encerrado en sí mismo puede ser objetivo porque la falta de objetividad lleva a crear una coraza en el corazón, una especie de muro de piedra que nos aleja y separa de las personas que nos rodean y, fundamentalmente, también de Dios.
Cuando uno pone barreras a su alrededor pone límites a la relación con el prójimo pero, sobre todo, hace imposible ver con claridad lo que sucede más allá de uno mismo. Cuando uno camina por el mundo desde la propia razón, con una única perspectiva sea más o menos cierta, tiene grandes posibilidades de caer en la zanja del orgullo y la autocomplacencia.
Buscar o aceptar el consejo de alguien no nos convierte en personas más débiles o vulnerables. Al contrario, nos fortalece. Da mayor perspectiva a nuestra vida, nos educa interiormente, nos ofrece una mejor visión de la situación y de uno mismo y nos lleva a una vivencia más intensa de la humildad.
¡Señor, ábreme siempre a la verdad y hazme ver cuáles son mis limitaciones y todo aquello de lo que me puedo equivocar! ¡Señor, ayúdame a cumplir el plan que tú tienes pensado en mi vida y házmelo ver con claridad como tú quieras, cuando tú quieras y de la manera que tú quieras! ¡Señor, envíame tu espíritu para saber siempre discernir, aprender a mirar la realidad de la mejor manera posible y ver las cosas siempre con humildad y con mucha serenidad para tomar las decisiones correctas! ¡Señor, hazme dócil a tu palabra pero también ayúdame a saber escuchar siempre, a saber discernir, a no rechazar los consejos ajenos sino interiorizarlos para ver si vienen de ti! ¡Señor, aplaca mi orgullo para no pensar que lo mío es lo importante, que tengo siempre razón, que aceptar un consejo no me debilita sino que, por el contrario, me hace más fuerte, me ofrece mayor luz, me permite experimentar la cercanía de los otros que me quieren ayudar, me educa en la humildad y sencillez y me enseña a poder aconsejar siempre con serena docilidad! ¡Señor, ayúdame a escuchar siempre a los demás que es una manera de aprender también a escucharte a ti que no dejas nunca de hablarnos, de aconsejarnos, de iluminarnos y de guiarnos! ¡Pero, sobre todo, ayúdame a abrir mi corazón para que sea el Espíritu Santo el que ilumine siempre en mi camino y dejarme guiar por él para encontrar siempre la senda justa y con la gracia de Dios recorrer el camino de mi vida y buscar siempre mi santidad! ¡Señor, hazme dócil a los consejos prudentes para aprender a crecer en confianza y dar mayor luz a mi vida cristiana y ver aquello que quizá no soy capaz de ver para corregirlo, para abrir más mi corazón y compartir mis experiencias y mi testimonio con los demás!
Manos Unidas es la Asociación de la Iglesia Católica para la ayuda, promoción y desarrollo del Tercer Mundo. Es, a su vez, una Organización No Gubernamental para el Desarrollo, (ONGD), de voluntarios, católica y seglar. Hoy se celebra la campaña de Manos Unidas con el lema: “El mundo no necesita más comida. Necesita gente comprometida”. Es una llamada elocuente a asumir nuestra responsabilidad ante 800 millones de personas que siguen pasando hambre en el mundo.ofrecemos nuestras oraciones por el éxito de esta iniciativa.
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