PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
El último día de la fiesta, Jesús en pie gritaba: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba. De sus entrañas manarán torrentes de agua viva». Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él (Jn 7,37-39).
Pensamiento franciscano:
Dice san Francisco en su Regla: -Los hermanos a quienes el Señor ha dado la gracia de trabajar, trabajen fiel y devotamente, de modo que, desechando la ociosidad, enemiga del alma, no apaguen el espíritu de la santa oración y devoción, al cual las demás cosas temporales deben servir (2 R 5,1-2).
Orar con la Iglesia:
Unidos a todos los que poseen las primicias del Espíritu Santo, glorifiquemos a Dios y supliquémosle, diciendo:
-Padre todopoderoso, que has glorificado a Cristo en el cielo, haz que todos lo reconozcan presente en tu Iglesia.
-Padre santo, que dijiste de Cristo: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle», haz que todos atiendan su voz y se salven.
-Padre bueno, envía tu Espíritu al corazón de tus fieles, para que purifique lo inmundo y fecunde lo árido.
-Padre misericordioso, que venga tu Espíritu, rija el devenir de la historia y renueve la faz de la tierra.
-Padre piadoso, admite a nuestros difuntos en tu reino, y acrecienta nuestra esperanza en la resurrección futura.
Oración: Padre, lleno de amor, concede a tu Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, dedicarse plenamente a tu servicio y vivir unida en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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