martes, 15 de septiembre de 2020

Reflexión 259: La belleza del alma humilde


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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina


Reflexión 259: La belleza del alma humilde


¿Qué es lo que hace que alguien sea hermoso? Más que cualquier otra cosa, es la virtud de la humildad. La humildad es excepcionalmente atractiva. Aunque algunos pueden no estar tan impresionados con el alma humilde al principio, con el tiempo, la humildad atraerá hasta la persona más arrogante y egocéntrica hacia sí misma. Es difícil ignorar el profundo atractivo de un alma humilde porque Dios está íntimamente presente en esa persona. De hecho, casi se podría decir que Dios haría cualquier cosa que un alma humilde le pidiera. Es como si la humildad impusiera a Dios la obligación de otorgar gracias extraordinarias a través de su humilde corazón. La humildad es un completo auto-vaciamiento de uno mismo ante Dios y los demás. El resultado es que la persona “desaparece” y todo lo que queda es Dios. Dios brilla a través de los humildes más radiantemente que la persona llena de los mayores talentos. Humíllate ante Dios. Cuanto más bajo vayas, más brilla Dios y más Su Misericordia es otorgada (VerDiario # 1306).

¿Buscas ser humilde? ¿O tiende a esforzarse y convertirse en el centro de atención? La ironía es que, como dice la Escritura, “porque todo el que se ensalza será humillado, pero el que se humilla será ensalzado” (Lc. 14,11). Muchos de los grandes santos son ejemplos perfectos de esto, ya que su enfoque era el amor a Dios y el amor a los demás, pero al final, estos grandes santos a menudo eran elevados para que los demás los vieran. Busca ser uno de esos grandes santos humillándote este día. Reflexiona sobre la humildad y convéncete de su valor. A través de él resplandecerá la belleza y la Misericordia de Dios.

Señor, sé que a veces estoy lleno de orgullo y ese orgullo me impide admitir este hecho. Por favor, humíllame y ayúdame a rebajarme ante Tu infinita majestad. Dame la gracia de buscarte sobre todas las cosas y darte toda la gloria y el honor. Jesús, en Ti confío.

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