domingo, 27 de septiembre de 2020

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. - 28 DE SEPTIEMBRE LUNES XXVI DEL T. ORDINARIO

 



De la Feria. Salterio II

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: EN EL PRINCIPIO, TU PALABRA

 

En el principio, tu Palabra.

Antes que el sol ardiera,

antes del mar y las montañas,

antes de las constelaciones,

nos amó tu Palabra.

 

Desde tu seno, Padre,

era sonrisa su mirada,

era ternura su sonrisa,

era calor de brasa.

En el principio, tu Palabra.

 

Todo se hizo de nuevo,

todo salió sin mancha,

desde el arrullo del río

hasta el rocío y la escarcha;

nuevo el canto de los pájaros,

porque habló tu Palabra.

 

Y nos sigues hablando todo el día,

aunque matemos la mañana

y desperdiciemos la tarde,

y asesinemos la alborada.

Como una espada de fuego,

en el principio, tu Palabra.

 

Llénanos de tu presencia, Padre;

Espíritu, satúranos de tu fragancia;

danos palabras para responderte,

Hijo, eterna Palabra. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

 

Salmo 30, 2-17. 20-25 I SÚPLICA CONFIADA Y ACCIÓN DE GRACIAS

 

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo nunca defraudado;

tú, que eres justo, ponme a salvo,

inclina tu oído hacia mí;

 

ven aprisa a librarme,

sé la roca de mi refugio,

un baluarte donde me salve,

tú que eres mi roca y mi baluarte;

 

por tu nombre dirígeme y guíame:

sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.

 

En tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás;

tú aborreces a los que veneran ídolos inertes,

pero yo confío en el Señor;

tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.

 

Te has fijado en mi aflicción,

velas por mi vida en peligro;

no me has entregado en manos del enemigo,

has puesto mis pies en un camino ancho.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Inclina, Señor, tu oído hacia mí; ven a librarme.

 

Ant 2. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

 

Salmo 30 II

 

Piedad, Señor, que estoy en peligro:

se consumen de dolor mis ojos,

mi garganta y mis entrañas.

 

Mi vida se gasta en el dolor;

mis años, en los gemidos;

mi vigor decae con las penas,

mis huesos se consumen.

 

Soy la burla de todos mis enemigos,

la irrisión de mis vecinos,

el espanto de mis conocidos:

me ven por la calle y escapan de mí.

Me han olvidado como a un muerto,

me han desechado como a un cacharro inútil.

 

Oigo las burlas de la gente,

y todo me da miedo;

se conjuran contra mí

y traman quitarme la vida.

 

Pero yo confío en ti, Señor,

te digo: «Tú eres mi Dios.»

En tu mano está mi destino:

líbrame de los enemigos que me persiguen;

haz brillar tu rostro sobre tu siervo,

sálvame por tu misericordia.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.

 

Ant 3. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

 

Salmo 30 III

 

¡Qué bondad tan grande, Señor,

reservas para tus fieles,

y concedes a los que a ti se acogen

a la vista de todos!

 

En el asilo de tu presencia los escondes

de las conjuras humanas;

los ocultas en tu tabernáculo,

frente a las lenguas pendencieras.

 

Bendito el Señor, que ha hecho por mí

prodigios de misericordia

en la ciudad amurallada.

 

Yo decía en mi ansiedad:

«Me has arrojado de tu vista»;

pero tú escuchaste mi voz suplicante

cuando yo te gritaba.

 

Amad al Señor, fieles suyos;

el Señor guarda a sus leales,

y a los soberbios les paga con creces.

 

Sed fuertes y valientes de corazón

los que esperáis en el Señor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí prodigios de misericordia.

 

V. Enséñame, Señor, a caminar con lealtad.

R. Porque tú eres mi Dios y Salvador.

 

PRIMERA LECTURA

 

Del libro de Judit 5, 1-25

 

AJIOR, EL AMONITA, INFORMA A HOLOFERNES SOBRE EL PUEBLO DE ISRAEL

 

En aquellos días, a Holofernes, generalísimo del ejército asirio, le llegó el aviso de que los israelitas se estaban preparando para la guerra: habían cerrado los puertos de la sierra, habían fortificado las cumbres de los montes más altos y llenado de obstáculos las llanuras. Holofernes montó en cólera. Convocó a todos los jefes moabitas, a los generales amonitas y a todos los gobernadores del litoral, y les habló así:

 

«Cananeos: decidme qué gente es ésa de la sierra, qué ciudades tienen, con qué fuerzas cuentan y en qué basan su poder y su fuerza, qué rey les gobierna y manda su ejército, y por qué no se han dignado venir a mi encuentro, a diferencia de lo que han hecho todos los pueblos de occidente.»

 

Ajior, jefe de todos los amonitas, le respondió:

 

«Escucha, alteza, lo que dice tu siervo. Te diré la verdad sobre ese pueblo que vive en la sierra, ahí cerca. Tu siervo no mentirá. Esa gente desciende de los caldeos. Al principio, estuvieron en Mesopotamia, por no querer seguir a los dioses de sus antepasados que residían en Caldea. Abandonaron la religión de sus padres y adoraron al Dios del cielo, al que ellos reconocían por Dios; pero los caldeos los expulsaron de la presencia de sus dioses, y tuvieron que huir a Mesopotamia. Allí residieron mucho tiempo; pero su Dios les mandó salir de allí y marchar al país de Canaán, donde se establecieron y abundaron en oro, plata y muchísimo ganado.

 

Después, bajaron a Egipto a causa de un hambre que se abatió sobre el país de Canaán, y allí se estuvieron mientras encontraron alimento. Allí crecieron mucho, hasta ser un pueblo innumerable. Pero el rey de Egipto la emprendió contra ellos y los explotó en el trabajo de las tejeras, humillándolos y esclavizándolos. Ellos gritaron a su Dios, y él castigó a todo el país de Egipto con plagas incurables; así, los egipcios los expulsaron de su presencia. Dios secó ante ellos el mar Rojo y los condujo por el camino del Sinaí y de Cadés Barnea. Expulsaron a todos los moradores de la estepa, se asentaron en el país amorreo y exterminaron por la fuerza a todos los de Jesebón. Luego, pasaron el Jordán y tomaron posesión de toda la sierra, después de expulsar a los cananeos, fereceos, jebuseos, a los de Siquem y a todos los guirgaseos; y residieron allí mucho tiempo.

 

Mientras no pecaron .contra su Dios, prosperaron, porque estaba con ellos un Dios que odia la injusticia. Pero, cuando se apartaron del camino que les había señalado, fueron destrozados con muchas guerras y deportados a un país extranjero; el templo de su Dios fue arrasado, y sus ciudades conquistadas por el enemigo. Pero ahora se han convertido a su Dios; han vuelto de la dispersión, han ocupado Jerusalén, donde está su templo, y repoblado la sierra que había quedado desierta.

 

Así que, alteza, si esa gente se ha desviado pecando contra su Dios, comprobemos esa caída y subamos a luchar contra ellos. Pero, si no han pecado, déjalos, no sea que su Dios y Señor los proteja y quedemos mal ante todo el, mundo.»

 

RESPONSORIO    Cf. Jdt 5, 17. 21; Sal 33, 16-17a

 

R. No hubo quien hiciese daño al pueblo de Israel, sino cuando él se desvió del culto del Señor, su Dios; mientras no pecaron, prosperaron, * porque estaba con ellos un Dios que odia la injusticia.

V. Los ojos del Señor miran a los justos, sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores.

R. Porque estaba con ellos un Dios que odia la injusticia.

 

SEGUNDA LECTURA

 

De la carta de san Policarpo, obispo y mártir, a los Filipenses

(Cap. 3, 1--5, 2: Funk 1, 269-273)

 

ARMÉMONOS CON LAS ARMAS DE LA JUSTICIA

 

No es por propia iniciativa mía, hermanos, que os escribo estas cosas referentes a la justicia, sino que lo hago porque vosotros mismos me habéis incitado a ello.

Porque ni yo ni persona alguna semejante a mí puede competir con la sabiduría del bienaventurado y glorioso apóstol Pablo, el cual, viviendo entre vosotros y hablando cara a cara con los hombres que vivían en aquel entonces en vuestra Iglesia, enseñó con exactitud y con fuerza la palabra de verdad, y después de su partida os escribió una carta, que si estudiáis con atención os edificará en aquella fe, madre de todos nosotros, que va seguida de la esperanza y precedida del amor a Dios, a Cristo y al prójimo. El que permanece en estas virtudes cumple los mandamientos de la justicia, porque quien posee la caridad está muy lejos de todo pecado.

 

La raíz de todos los males es el afán del dinero. Sabiendo, pues, que nada trajimos al mundo, de modo que nada podemos llevarnos de él, armémonos con las armas de la justicia e instruyámonos primero a nosotros mismos a caminar según los mandamientos del Señor. Enseñad también a vuestras esposas a caminar en la fe que les fue dada, en la caridad y en la castidad; que aprendan a ser fieles y cariñosas con sus maridos, a amar castamente a todos y a educar a sus hijos en el temor de Dios. Que las viudas sean prudentes en la fe del Señor y que oren sin cesar por todos, apartándose de toda calumnia, maledicencia, falso testimonio, amor al dinero, y alejándose de todo mal. Que piensen que ellas son como el altar de Dios y que el Señor lo escudriña todo, pues nada se le oculta de nuestros pensamientos ni de nuestros sentimientos ni de los secretos más íntimos de nuestro corazón.

 

Y ya que sabemos que de Dios no se ríe nadie, nuestro deber es caminar de una manera digna de sus mandamientos y de su voluntad. De una manera semejante, que los diáconos sean irreprochables ante la santidad de Dios, como ministros que son del Señor y de Cristo, no de los hombres: que no sean calumniadores ni dobles en sus palabras ni amantes del dinero, sino castos en todo, compasivos, caminando conforme a la verdad del Señor, que quiso ser el servidor de todos. Si le somos agradables en esta vida, recibiremos, como premio, la vida futura, tal como nos lo ha prometido el Señor al decirnos que nos resucitará de entre los muertos y que, si nuestra conducta es digna de él y conservamos la fe, reinaremos también con él.

 

RESPONSORIO    Flp 4, 8. 9

 

R. Tomad en consideración todo lo que es verdadero, noble, justo y amable, * tened en cuenta todo lo que es virtud y mérito.

V. Seguid practicando lo que habéis recibido y aprendido y el Dios de la paz estará con vosotros.

R. Tened en cuenta todo lo que es virtud y mérito.

 

ORACIÓN.

 

OREMOS,

Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, infunde constantemente tu gracia en nosotros, para que, tendiendo hacia lo que nos prometes, consigamos los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Amén

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

LAUDES

(Oración de la mañana)

 

INVITATORIO

(Si Laudes no es la primera oración del día

se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Demos vítores al Señor, aclamándolo con cantos.

 

Himno: ALFARERO DEL HOMBRE, MANO TRABAJADORA

 

Alfarero del hombre, mano trabajadora

que, de los hondos limos iniciales,

convocas a los pájaros a la primera aurora,

al pasto los primeros animales.

 

De mañana te busco, hecho de luz concreta,

de espacio puro y tierra amanecida.

De mañana te encuentro, vigor, origen, meta

de los profundos ríos de la vida.

 

El árbol toma cuerpo, y el agua melodía;

tus manos son recientes en la rosa;

se espesa la abundancia del mundo a mediodía,

y estás de corazón en cada cosa.

 

No hay brisa si no alientas, monte si no estás dentro,

ni soledad en que no te hagas fuerte.

Todo es presencia y gracia; vivir es este encuentro:

tú, por la luz; el hombre, por la muerte.

 

¡Que se acabe el pecado! ¡Mira que es desdecirte

dejar tanta hermosura en tanta guerra!

Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte

de haberle dado un día las llaves de la tierra. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

 

Salmo 41 - DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO

 

Como busca la cierva

corrientes de agua,

así mi alma te busca

a ti, Dios mío;

 

tiene sed de Dios,

del Dios vivo:

¿cuándo entraré a ver

el rostro de Dios?

 

Las lágrimas son mi pan

noche y día,

mientras todo el día me repiten:

«¿Dónde está tu Dios?»

 

Recuerdo otros tiempos,

y mi alma desfallece de tristeza:

cómo marchaba a la cabeza del grupo,

hacia la casa de Dios,

entre cantos de júbilo y alabanza,

en el bullicio de la fiesta.

 

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Cuando mi alma se acongoja,

te recuerdo,

desde el Jordán y el Hermón

y el Monte Menor.

 

Una sima grita a otra sima

con voz de cascadas:

tus torrentes y tus olas

me han arrollado.

 

De día el Señor

me hará misericordia,

de noche cantaré la alabanza

del Dios de mi vida.

 

Diré a Dios: Roca mía,

¿por qué me olvidas?

¿Por qué voy andando sombrío,

hostigado por mi enemigo?

 

Se me rompen los huesos

por las burlas del adversario;

todo el día me preguntan:

«¿Dónde está tu Dios?»

 

¿Por qué te acongojas, alma mía,

por qué te me turbas?

Espera en Dios, que volverás a alabarlo:

«Salud de mi rostro, Dios mío.»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

 

Ant 2. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.

 

Cántico: SÚPLICA EN FAVOR DE LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN Sir. 36, 1-7. 13-16

 

Sálvanos, Dios del universo,

infunde tu terror a todas las naciones;

amenaza con tu mano al pueblo extranjero,

para que sienta tu poder.

 

Como les mostraste tu santidad al castigarnos,

muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos:

para que sepan, como nosotros lo sabemos,

que no hay Dios fuera de ti.

 

Renueva los prodigios, repite los portentos,

exalta tu mano, robustece tu brazo.

 

Reúne a todas las tribus de Jacob

y dales su heredad como antiguamente.

 

Ten compasión del pueblo que lleva tu nombre,

de Israel, a quien nombraste tu primogénito.

Ten compasión de tu ciudad santa,

de Jerusalén, lugar de tu reposo.

 

Llena a Sión de tu majestad

y al templo de tu gloria.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Muéstranos, Señor, tu gloria y tu compasión.

 

Ant 3. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

 

SALMO 18 A - ALABANZA AL DIOS CREADOR DEL UNIVERSO.

 

El cielo proclama la gloria de Dios,

el firmamento pregona la obra de sus manos:

el día al día le pasa el mensaje,

la noche a la noche se lo murmura.

 

Sin que hablen, sin que pronuncien,

sin que resuene su voz,

a toda la tierra alcanza su pregón

y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

Allí le ha puesto su tienda al sol:

él sale como el esposo de su alcoba,

contento como un héroe, a recorrer su camino.

 

Asoma por un extremo del cielo,

y su órbita llega al otro extremo:

nada se libra de su calor.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito eres, Señor, en la bóveda del cielo.

 

LECTURA BREVE   Jr 15, 16

 

Cuando encontraba palabras tuyas las devoraba; tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón, porque tu nombre fue pronunciado sobre mí, ¡Señor, Dios de los ejércitos!

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

 

V. Cantadle un cántico nuevo.

R. Que merece la alabanza de los buenos.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 

Cántico de Zacarías. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR      Lc 1, 68-79

 

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,

porque ha visitado y redimido a su pueblo.

suscitándonos una fuerza de salvación

en la casa de David, su siervo,

según lo había predicho desde antiguo

por boca de sus santos profetas:

 

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos

y de la mano de todos los que nos odian;

ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres,

recordando su santa alianza

y el juramento que juró a nuestro padre Abraham.

 

Para concedernos que, libres de temor,

arrancados de la mano de los enemigos,

le sirvamos con santidad y justicia,

en su presencia, todos nuestros días.

 

Y a ti, niño, te llamarán Profeta del Altísimo,

porque irás delante del Señor

a preparar sus caminos,

anunciando a su pueblo la salvación,

el perdón de sus pecados.

 

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,

nos visitará el sol que nace de lo alto,

para iluminar a los que viven en tiniebla

y en sombra de muerte,

para guiar nuestros pasos

por el camino de la paz.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo.

 

PRECES

 

Demos gracias a nuestro salvador que ha hecho de nosotros un pueblo de reyes y sacerdotes, y digámosle:

 

Consérvanos, Señor, en tu servicio.

 

Señor Jesús, sacerdote eterno, que has querido que tu pueblo participara de tu sacerdocio:

haz que ofrezcamos siempre sacrificios espirituales, agradables al Padre.

 

Danos, Señor, la abundancia de los frutos del Espíritu Santo:

comprensión, bondad, amabilidad.

 

Que la luz de la fe ilumine este nuevo día

y que durante el mismo caminemos por las sendas del amor.

 

Haz que busquemos siempre el bien de nuestros hermanos

y les ayudemos a progresar en su salvación.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Con el gozo que nos da el sabernos hijos de Dios, digamos confiadamente:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día: danos tu ayuda para que no caigamos hoy en pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

HORA TERCIA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA

 

El trabajo, Señor, de cada día

nos sea por tu amor santificado,

convierte su dolor en alegría

de amor, que para dar tú nos has dado.

 

Paciente y larga es nuestra tarea

en la noche oscura del amor que espera;

dulce huésped del alma, al que flaquea

dale tu luz, tu fuerza que aligera.

 

En el alto gozoso del camino,

demos gracias a Dios, que nos concede

la esperanza sin fin del don divino;

todo lo puede en él quien nada puede. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Llamé, y él me respondió.

 

Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ

 

En mi aflicción llamé al Señor,

y él me respondió.

Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,

de la lengua traidora.

 

¿Qué te va a dar o a mandar Dios,

lengua traidora?

Flechas de arquero, afiladas

con ascuas de retama.

 

¡Ay de mí, desterrado en Masac,

acampado en Cadar!

Demasiado llevo viviendo

con los que odian la paz;

cuando yo digo: «Paz»,

ellos dicen: «Guerra».

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llamé, y él me respondió.

 

Ant 2. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.

 

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me viene del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor guarda tus entradas y salidas.

 

Ant 3. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN

 

¡Qué alegría cuando me dijeron:

«Vamos a la casa del Señor»!

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

 

Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor,

 

según la costumbre de Israel,

a celebrar el nombre del Señor;

en ella están los tribunales de justicia

en el palacio de David.

 

Desead la paz a Jerusalén:

«Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios.»

 

Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: «La paz contigo.»

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Me he alegrado por lo que me dijeron.

 

LECTURA BREVE   Jr 31, 33

 

Así será la alianza que haré con la casa de Israel, después de aquellos días -oráculo del Señor-: Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.

 

V. Oh Dios, crea en mí un corazón puro.

R. No me arrojes lejos de tu rostro.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Padre óptimo, Dios nuestro, tú has querido que los hombres trabajemos de tal modo, que, cooperando unos con otros, alcancemos éxitos cada vez mejor logrados; ayúdanos, pues, a vivir en medio de nuestros trabajos, sintiéndonos siempre hijos tuyos y hermanos de todos los hombres. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA SEXTA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: ESTE MUNDO DEL HOMBRE EN QUE ÉL SE AFANA.

 

Este mundo del hombre, en que él se afana

tras la felicidad que tanto ansía,

tú lo vistes, Señor, de luz temprana

y de radiante sol al mediodía.

 

Así el poder de tu presencia encierra

el secreto más hondo de esta vida;

un nuevo cielo y una nueva tierra

colmarán nuestro anhelo sin medida.

 

Poderoso Señor de nuestra historia,

no tardes en venir gloriosamente;

tu luz resplandeciente y tu victoria

inunden nuestra vida eternamente. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Salmo 122 - EL SEÑOR, ESPERANZA DEL PUEBLO

 

A ti levanto mis ojos,

a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

fijos en las manos de sus señores,

 

como están los ojos de la esclava

fijos en las manos de su señora,

así están nuestros ojos

en el Señor, Dios nuestro,

esperando su misericordia.

 

Misericordia, Señor, misericordia,

que estamos saciados de desprecios;

nuestra alma está saciada

del sarcasmo de los satisfechos,

del desprecio de los orgullosos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú que habitas en el cielo, ten misericordia de nosotros.

 

Ant 2. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Salmo 123 - NUESTRO AUXILIO ES EL NOMBRE DEL SEÑOR

 

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte

-que lo diga Israel-,

si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,

cuando nos asaltaban los hombres,

nos habrían tragado vivos:

tanto ardía su ira contra nosotros.

 

Nos habrían arrollado las aguas,

llegándonos el torrente hasta el cuello;

nos habrían llegado hasta el cuello

las aguas espumantes.

 

Bendito el Señor, que no nos entregó

como presa a sus dientes;

hemos salvado la vida como un pájaro

de la trampa del cazador:

la trampa se rompió y escapamos.

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

 

Ant 3. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

Salmo 124 - EL SEÑOR VELA POR SU PUEBLO.

 

Los que confían en el Señor son como el monte Sión:

no tiembla, está asentado para siempre.

 

Jerusalén está rodeada de montañas,

y el Señor rodea a su pueblo

ahora y por siempre.

 

No pesará el cetro de los malvados

sobre el lote de los justos,

no sea que los justos extiendan

su mano a la maldad.

 

Señor, concede bienes a los buenos,

a los sinceros de corazón;

y a los que se desvían por sendas tortuosas,

que los rechace el Señor con los malhechores.

¡Paz a Israel!

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. El Señor rodea a su pueblo ahora y por siempre.

 

LECTURA BREVE   Jr 32,40

 

Haré con ellos alianza eterna y no cesaré de hacerles bien. Pondré en sus corazones mi temor para que no se aparten de mí.

 

V. De Dios viene mi salvación y mi gloria.

R. Él es mi refugio.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Señor, tú eres el dueño de la viña y de los sembrados, tú el que repartes las tareas y distribuyes el justo salario a los trabajadores: ayúdanos a soportar el peso del día y el calor de la jornada sin quejarnos nunca de tus planes. Por Cristo, nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

HORA NONA

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: DANOS, SEÑOR, LA FIRME VOLUNTAD

 

Danos, Señor, la firme voluntad,

compañera y sostén de la virtud,

que sabe en la fatiga hallar quietud

y en medio de las sombras claridad:

 

La que trueca en tesón la veleidad,

y el ocio en perennal solicitud,

y las ásperas fiebres en salud

y los torpes engaños en verdad.

 

Y así conseguirá mi corazón

que los favores que a tu amor debí

le ofrezcan algún fruto en galardón.

 

Y aún tú, Señor, conseguirás así

que no llegue a romper mi confusión

la imagen tuya que pusiste en mí. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

Salmo 118, 41-48

 

Señor, que me alcance tu favor,

tu salvación según tu promesa:

así responderé a los que me injurian,

que confío en tu palabra;

no quites de mi boca las palabras sinceras,

porque yo espero en tus mandamientos.

 

Cumpliré sin cesar tu voluntad,

por siempre jamás;

andaré por un camino ancho,

buscando tus decretos;

comentaré tus preceptos ante los reyes,

y no me avergonzaré.

 

Serán mi delicia tus mandatos,

que tanto amo;

levantaré mis manos hacia ti

recitando tus mandatos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. ¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen!

 

Ant 2. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.

 

Salmo 39, 2-14. 17-18 I - ACCIÓN DE GRACIAS Y PETICIÓN DE AUXILIO

 

Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito;

 

me levantó de la fosa fatal,

de la charca fangosa;

afianzó mis pies sobre roca,

y aseguró mis pasos;

 

me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos

y confiaron en el Señor.

 

Dichoso el hombre que ha puesto

su confianza en el Señor,

y no acude a los idólatras,

que se extravían con engaños.

 

¡Cuántas maravillas has hecho,

Señor, Dios mío,

cuántos planes en favor nuestro!

Nadie se te puede comparar:

intento proclamarlas, decirlas,

pero superan todo número.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides sacrificio expiatorio,

entonces yo digo: «Aquí estoy

-como está escrito en mi libro-

para hacer tu voluntad.»

 

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Mi alimento es hacer la voluntad del Padre.

 

Ant 3. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.

 

Salmo 39 II

 

He proclamado tu salvación

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios:

Señor, tú lo sabes.

 

No me he guardado en el pecho tu defensa,

he proclamado tu fidelidad y tu salvación,

no he negado tu misericordia y tu lealtad

ante la gran asamblea.

 

Tú, Señor, no me niegues tu clemencia,

que tu misericordia y tu lealtad me guarden siempre,

porque me cercan desgracias sin cuento.

 

Se me echan encima mis culpas,

y no puedo huir;

son más que los cabellos de mi cabeza,

y me falta el valor.

 

Señor, dígnate librarme;

Señor, date prisa en socorrerme.

 

Alégrense y gocen contigo

todos los que te buscan;

digan siempre: «Grande es el Señor»,

los que desean tu salvación.

 

Yo soy pobre y desdichado,

pero el Señor cuida de mí;

tú eres mi auxilio y mi liberación:

Dios mío, no tardes.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Yo soy pobre, pero el Señor cuida de mí.

 

LECTURA BREVE   Ez 34, 31

 

Dice el Señor Dios: «Vosotros sois rebaño mío, ovejas de mi grey; y yo soy vuestro Dios.»

 

V. El Señor es mi pastor, nada me falta.

R. En verdes praderas me hace recostar.

 

ORACIÓN

 

OREMOS,

Tú nos has convocado, Señor, en tu presencia en esta misma hora en que los apóstoles subían al templo para la oración de la tarde: concédenos que las súplicas que ahora te dirigimos en nombre de Jesús, tu Hijo, alcancen la salvación a cuantos lo invocan. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. Bendigamos al Señor.

R. Demos gracias a Dios.

 

VÍSPERAS

(Oración de la tarde)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

Himno: PRESENTEMOS A DIOS NUESTRAS TAREAS.

 

Presentemos a Dios nuestras tareas,

levantemos orantes nuestras manos,

porque hemos realizado nuestras vidas

por el trabajo.

 

Cuando la tarde pide ya descanso

y Dios está más cerca de nosotros,

es hora de encontrarnos en sus manos,

llenos de gozo.

 

En vano trabajamos la jornada,

hemos corrido en vano hora tras hora,

si la esperanza no enciende sus rayos

en nuestra sombra.

 

Hemos topado a Dios en el bullicio,

Dios se cansó conmigo en el trabajo;

es hora de buscar a Dios adentro,

enamorado.

 

La tarde es un trisagio de alabanza,

la tarde tiene fuego del Espíritu:

adoremos al Padre en nuestras obras,

adoremos al Hijo. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

 

Salmo 44 I - LAS NUPCIAS DEL REY.

 

Me brota del corazón un poema bello,

recito mis versos a un rey;

mi lengua es ágil pluma de escribano.

 

Eres el más bello de los hombres,

en tus labios se derrama la gracia,

el Señor te bendice eternamente.

 

Cíñete al flanco la espada, valiente:

es tu gala y tu orgullo;

cabalga victorioso por la verdad y la justicia,

tu diestra te enseñe a realizar proezas.

Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden,

se acobardan los enemigos del rey.

 

Tu trono, ¡oh Dios!, permanece para siempre;

cetro de rectitud es tu cetro real;

has amado la justicia y odiado la impiedad:

por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido

con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

 

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,

desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.

Hijas de reyes salen a tu encuentro,

de pie a tu derecha está la reina

enjoyada con oro de Ofir.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia.

 

Ant 2. Llega el esposo, salid a recibirlo.

 

Salmo 44 II

 

Escucha, hija, mira: inclina el oído,

olvida tu pueblo y la casa paterna:

prendado está el rey de tu belleza,

póstrate ante él, que él es tu señor.

La ciudad de Tiro viene con regalos,

los pueblos más ricos buscan tu favor.

 

Ya entra la princesa, bellísima,

vestida de perlas y brocado;

la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes,

la siguen sus compañeras:

las traen entre alegría y algazara,

van entrando en el palacio real.

 

«A cambio de tus padres tendrás hijos,

que nombrarás príncipes por toda la tierra.»

 

Quiero hacer memorable tu nombre

por generaciones y generaciones,

y los pueblos te alabarán

por los siglos de los siglos.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Llega el esposo, salid a recibirlo.

 

Ant 3. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

Cántico: EL PLAN DIVINO DE SALVACIÓN - Ef 1, 3-10

 

Bendito sea Dios,

Padre de nuestro Señor Jesucristo,

que nos ha bendecido en la persona de Cristo

con toda clase de bienes espirituales y celestiales.

 

El nos eligió en la persona de Cristo,

antes de crear el mundo,

para que fuésemos consagrados

e irreprochables ante él por el amor.

 

Él nos ha destinado en la persona de Cristo,

por pura iniciativa suya,

a ser sus hijos,

para que la gloria de su gracia,

que tan generosamente nos ha concedido

en su querido Hijo,

redunde en alabanza suya.

 

Por este Hijo, por su sangre,

hemos recibido la redención,

el perdón de los pecados.

El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia

ha sido un derroche para con nosotros,

dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

 

Éste es el plan

que había proyectado realizar por Cristo

cuando llegase el momento culminante:

hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza,

las del cielo y las de la tierra.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Dios proyectó hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, cuando llegase el momento culminante.

 

LECTURA BREVE   1Ts 2, 13

 

Nosotros continuamente damos gracias a Dios; porque habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino - como es en realidad- como palabra de Dios, que ejerce su acción en vosotros, los creyentes.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. Suba, Señor, a ti mi oración.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

 

V. Como incienso en tu presencia.

R. A ti mi oración.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. Suba, Señor, a ti mi oración.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

 

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

 

Proclama mi alma la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;

porque ha mirado la humillación de su esclava.

 

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

 

El hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

 

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de su misericordia

-como lo había prometido a nuestros padres-

en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Proclame mi alma tu grandeza, Dios mío.

 

PRECES

 

Alabemos a Cristo, que ama a la Iglesia y le da alimento y calor, y roguémosle confiados diciendo:

 

Atiende, Señor, los deseos de tu pueblo.

 

Haz, Señor, que todos los hombres se salven

y lleguen al conocimiento de la verdad.

 

Guarda con tu protección al papa Francisco y a nuestro obispo N.,

ayúdalos con el poder de tu brazo.

 

Ten compasión de los que no encuentran trabajo

y haz que consigan un empleo digno y estable.

 

Señor, sé refugio de los oprimidos

y protégelos en todas sus necesidades.

 

Se pueden añadir algunas intenciones libres

 

Te pedimos por el eterno descanso de los que durante su vida ejercieron el ministerio para el bien de tu iglesia:

que también te celebren eternamente en tu reino.

 

Fieles a la recomendación del Salvador nos atrevemos a decir:

 

Padre nuestro...

 

ORACION

 

Dios todopoderoso y eterno, que has querido asistirnos en el trabajo que nosotros, tus siervos inútiles, hemos realizado hoy, te pedimos que, al llegar al término de este día, acojas benignamente nuestro sacrificio vespertino de acción de gracias y recibas con bondad la alabanza que te dirigimos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

 

CONCLUSIÓN

 

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

COMPLETAS

(Oración antes del descanso nocturno)

 

INVOCACIÓN INICIAL

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

EXAMEN DE CONCIENCIA

 

Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.

 

Yo confieso ante Dios todopoderoso

y ante vosotros, hermanos,

que he pecado mucho

de pensamiento, palabra, obra y omisión:

por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

 

Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,

a los ángeles, a los santos y a vosotros, hermanos,

que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.

 

V. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén.

 

Himno: CRISTO, SEÑOR DE LA NOCHE

 

Cristo, Señor de la noche,

que disipas las tinieblas:

mientras los cuerpos reposan,

se tú nuestro centinela.

 

Después de tanta fatiga,

después de tanta dureza,

acógenos en tus brazos

y danos noche serena.

 

Si nuestros ojos se duermen,

que el alma esté siempre en vela;

en paz cierra nuestros párpados

para que cesen las penas.

 

Y que al despuntar el alba,

otra vez con fuerzas nuevas,

te demos gracias, oh Cristo,

por la vida que comienza. Amén.

 

SALMODIA

 

Ant 1. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

Salmo 85 - ORACIÓN DE UN POBRE ANTE LAS DIFICULTADES.

 

Inclina tu oído, Señor; escúchame,

que soy un pobre desamparado;

protege mi vida, que soy un fiel tuyo;

salva a tu siervo, que confía en ti.

 

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,

que a ti te estoy llamando todo el día;

alegra el alma de tu siervo,

pues levanto mi alma hacia ti;

 

porque tú, Señor, eres bueno y clemente,

rico en misericordia con los que te invocan.

Señor, escucha mi oración,

atiende a la voz de mi súplica.

 

En el día del peligro te llamo,

y tú me escuchas.

No tienes igual entre los dioses, Señor,

ni hay obras como las tuyas.

 

Todos los pueblos vendrán

a postrarse en tu presencia, Señor;

bendecirán tu nombre:

«Grande eres tú, y haces maravillas;

tú eres el único Dios.»

 

Enséñame, Señor, tu camino,

para que siga tu verdad;

mantén mi corazón entero

en el temor de tu nombre.

 

Te alabaré de todo corazón, Dios mío;

daré gloria a tu nombre por siempre,

por tu grande piedad para conmigo,

porque me salvaste del abismo profundo.

 

Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,

una banda de insolentes atenta contra mi vida,

sin tenerte en cuenta a ti.

 

Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,

lento a la cólera, rico en piedad y leal,

mírame, ten compasión de mí.

 

Da fuerza a tu siervo,

salva al hijo de tu esclava;

dame una señal propicia,

que la vean mis adversarios y se avergüencen,

porque tú, Señor, me ayudas y consuelas.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Tú, Señor, eres clemente y rico en misericordia.

 

LECTURA BREVE   1Ts 5, 9-10

 

Dios nos ha puesto para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos junto con él.

 

RESPONSORIO BREVE

 

V. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

V. Tú, el Dios leal, nos librarás.

R. Te encomiendo mi espíritu.

 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R. En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.

 

CÁNTICO EVANGÉLICO

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

CÁNTICO DE SIMEÓN       Lc 2, 29-32

 

Ahora, Señor, según tu promesa,

puedes dejar a tu siervo irse en paz,

 

porque mis ojos han visto a tu Salvador,

a quien has presentado ante todos los pueblos

 

luz para alumbrar a las naciones

y gloria de tu pueblo Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.

 

ORACION

 

OREMOS,

Concede, Señor, a nuestros cuerpos fatigados el descanso necesario, y haz que la simiente del reino que con nuestro trabajo hemos sembrado hoy crezca y germine para la cosecha de la vida eterna. Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

 

BENDICIÓN

 

V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.

R. Amén.

 

ANTIFONA FINAL DE LA SANTISIMA VIRGEN

 

Salve, Reina de los cielos

y Señora de los ángeles;

salve raíz, salve puerta,

que dio paso a nuestra luz.

 

Alégrate, virgen gloriosa,

entre todas la más bella;

salve, agraciada doncella,

ruega a Cristo por nosotros.




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